
¡Canallas! ¡Canallas! ¡Canallas!
Por Eric Nepomuceno
El jueves dos de abril de 1964 otro golpe de Estado, un golpe cívico-militar, se consumaba, liquidando un gobierno elegido por el voto popular y soberano. En aquella ocasión, las mismas fuerzas que ayer triunfaron recorrieron a los cuarteles. Ahora, las tropas son dispensables. Hace 52 años, presidiendo una sesión extraordinaria del Congreso que reunía a diputados y senadores, el conspirador derechista Auro de Moura Andrade decretó vacante la presidencia, afirmando que el presidente constitucional, João Goulart, había abandonado el país.
Era mentira. Goulart estaba en Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul, intentando reunir fuerzas suficientes para resistir al golpe. Moura Andrade lo sabía. Todos sabían. El entonces diputado Tancredo Neves, conocido por sus maneras suaves y cordiales, apuntó el dedo al rostro de Moura Andrade y disparó, con insospechada voz de trueno: “¡Canalla! ¡Canalla! ¡Canalla!”.
Pasados los años, hace dos días le tocó al nieto de Tancredo, el senador Aécio Neves, uno de los artífices del golpe contra Dilma Rousseff, ver cómo su colega Roberto Requião, del mismo PMDB de Michel Temer, lo miraba en los ojos y disparaba, a él y a su pupilo Antonio Anastasía, las mismas palabras: “¡Canallas! ¡Canallas! ¡Canallas!”.
Ayer, la palabra quedó estampada, de una vez y para siempre, en la frente de Aécio, Anastasía y otros 59 senadores. Siete más de lo que sería necesario para fulminar un mandato popular. Algunos de los 61 votos que destituyeron a la presidenta fueron emitidos por senadores que hasta hace pocos meses eran ministros del gobierno ahora liquidado. En los largos e intensos debates de los últimos días se ha visto de todo: cinismo, farsa, hipocresía, cobardía, traición.
Canalladas.
No hubo una sola prueba concreta que justificase pasar por arribe los 54 millones de votos soberanos logrados por Dilma Rousseff en octubre de 2014. Bajo el manto de las formalidades, se consumó la indignidad.
Lejos del pleno del Senado, lo que se ha visto fue la reiteración de los viejos hábitos de la más baja política brasileña: Michel Temer y sus cómplices ofreciendo el oro y el moro para asegurar votos suficientes para legitimarlo legalmente en el puesto que usurpó a base de traición. Legalmente: moralmente, imposible.
Sobran ejemplos de ese comercio de intereses. Menciono dos.
A las tres de la mañana de ayer, frente a un pleno casi vacío y a una audiencia ínfima, uno de los que se declararon “indecisos”, el ex jugador Romario, leyó, con evidente dificultad, el texto escrito por algún asesor justificando su voto favorable a la destitución de Dilma Rousseff.
Dijo que se convenció gracias a las razones expuestas por los acusadores de la mandataria.
Mentira: se convenció al lograr el nombramiento de algunos de sus apaniguados en el gobierno de Temer.
Idéntica suerte tuvo el también “indeciso” senador Cristovam Buarque, ex ministro de Educación del primero mandato de Lula da Silva: a cambio de su voto, se le prometió el luminoso puesto de embajador brasileño en la Unesco. Cambió una biografía por París.
Ese ha sido el precio de su dignidad, suponiendo que Temer cumpla lo pactado. Y suponiendo que esa dignidad alguna vez existió.
¡Canallas! ¡Canallas infames! ¡Un aquelarre de 61 canallas!
¿Por qué? Por haber asumido una farsa. Por imponer a los brasileños un programa político y económico que fue rechazado con vehemencia por las urnas electorales en las cuatro últimas elecciones. Por entregar el país a una pandilla. Por vilipendiar la historia. Por entreguistas. Por condenar el futuro. Por haber permitido que una mujer honesta sea sustituida por un bando de corruptos.
Por defender la traición.
La historia sabrá juzgarlos. Lo que cometieron ayer, sin embargo, es irreversible. El precio será pago por los humildes, como siempre. Empieza ahora un tiempo de incertidumbre. De expoliación de derechos alcanzados en los últimos trece años.
Tiempo de brumas. Tiempo de infamias. Tiempo de vergüenza.
Tiempo de canallas.
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EL MUNDO › LOS PAISES ALIADOS AL GOBIERNO LEGITIMO DE BRASIL CONDENARON EL GOLPE
Repudio y retiro de embajador
Venezuela retiró a su embajador en Brasil y congeló sus relaciones con el gobierno de Michel Temer y Ecuador llamó a consultas a su encargado de negocios en Brasilia.
Los principales aliados y socios del gobierno de Dilma Rousseff en la región reaccionaron con frases y gestos de condena al nuevo régimen golpista tras a destitución de la presidenta brasilera.
Venezuela retiró definitivamente a su embajador en Brasil y congeló sus relaciones con el gobierno de Michel Temer, al tiempo que Ecuador llamó a consultas a su encargado de negocios en Brasilia como señal de rechazo a la destitución. A estas reacciones se suman declaraciones de repudio al resultado del juicio político emitidas por los gobiernos de Cuba, Brasil y Nicaragua.
El primer país de América Latina en emitir una declaración de rechazo al resultado del juicio político a Rousseff fue Ecuador, cuyo gobierno también convocó a consultas a su encargado de negocios en Brasil.
“El Gobierno del Ecuador rechaza la flagrante subversión del orden democrático en Brasil, que considera un golpe de Estado solapado. Políticos adversarios y otras fuerzas de oposición se confabularon contra la democracia para desestabilizar al Gobierno y remover de su cargo de forma ilegítima a la presidenta Dilma Rousseff”, dijo la cancillería ecuatoriana en un comunicado. También consideró que fue espurio el juicio político, debido a que no cumplió con el requisito fundamental de probar que la mandataria haya cometido delitos de responsabilidad.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, afirmó que la destitución de Rousseff es una apología al abuso y la traición que recuerda las horas más oscuras de América. El mandatario, en su cuenta de la red social Twitter, mostró su preocupación por lo ocurrido y expresó su solidaridad a Rousseff. “Toda nuestra solidaridad con la compañera Dilma, con Lula y con todo el pueblo brasileño. ¡Hasta la victoria siempre!”, concluyó el mandatario ecuatoriano.
Por su parte, el Gobierno de Venezuela condenó ayer “categóricamente” lo que consideró como un golpe de Estado parlamentario. “El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en resguardo de la legalidad internacional y solidaria con el pueblo de Brasil, ha decidido retirar definitivamente a su Embajador en la República Federativa de Brasil, y congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno surgido de este golpe parlamentario”, dijo una declaración de la cancillería venezolana publicada en Globovisión. “Esta es una decisión con la que peligrosamente se ha sustituido ilegítimamente la voluntad popular de 54 millones de brasileños, violentando la Constitución y alterando la democracia en este hermano país”, señaló el despacho de la diplomacia venezolana en el escrito.
El Ministerio de Relaciones Exteriores venezolano anunció también el inicio de un conjunto de consultas para apoyar al pueblo de Brasil, que ha visto vulnerado su sistema democrático y desesperanzado en sus conquistas socioeconómicas. El gobierno de Nicolás Maduro, uno de los más cercanos aliados de la Administración de Rousseff, acusó a las oligarquías políticas y empresariales, que en alianza con factores imperiales consumaron el Polpe de estado contra la presidenta Dilma Rousseff. “La destitución de la política brasileña fue hecha bajo artimañas antijurídicas bajo el formato de crimen sin responsabilidad para acceder al poder por la única vía que les es posible: el fraude y la inmoralidad”, indicó en el texto. “Se ha ejecutado una traición histórica contra el pueblo de Brasil, y un atentado contra la integridad de la mandataria más honesta en ejercicio de la presidencia en la República Federativa de Brasil”, añadió.
El Gobierno chavista reiteró la tesis de que la medida contra Rousseff forma parte de una embestida oligárquica e imperial contra los procesos populares, progresistas, nacionalistas y de izquierda, cuyo único fin es restaurar los modelos neoliberales de exclusión social.
Además, el presidente de Bolivia, Evo Morales, había adelantado el martes que también convocaría al encargado de negocios de su país en Brasil si el resultado del juicio político era la destitución de la ahora ex presidenta de Brasil. En el ámbito de la OEA, se reportaron las condenas de Bolivia y Nicaragua. “Aunque aún este Consejo no se haya dado por enterado, se ha dado un golpe de Estado parlamentario en el país más grande de Suramérica”, exclamó el embajador de Bolivia ante el organismo americano, Diego Pary, frente a una reunión ordinaria que transcurría sin comentarios en torno a lo que sucedía en Brasil. “Creíamos que la democracia estaba consolidada pero esto nos muestra que la democracia siempre estará frente a los desafíos siniestros de la oscura historia antidemocrática”, añadió. Por su parte, el mandatario boliviano, Evo Morales, dijo en su cuenta de Twitter: “Condenamos el golpe parlamentario contra la democracia brasileña. Acompañamos a Dilma, Lula y su pueblo en esta hora difícil”.
En su turno, el nicaragüense Luis Exequiel Alvarado opinó que las fuerzas regresivas del hemisferio siguen trabajando para provocar golpes de Estado en contra de los gobiernos progresistas de la región.
Los demás representantes guardaron silencio después de estas intervenciones, con la excepción de la delegación de Brasil, que se limitó a agradecer la solidaridad en este momento difícil de su historia y aclarar que habrá nuevos pronunciamientos sobre este asunto.
Poco después de pronunciarse Ecuador, se conoció una declaración del gobierno cubano, que comunicaba que rechazan “enérgicamente” el golpe de estado parlamentario-judicial que se ha consumado en Brasil. El pronunciamiento señala: “La destitución de Rousseff constituye un acto de desacato a la voluntad soberana del pueblo que la eligió y supone otra expresión de la ofensiva del imperialismo y la oligarquía contra los Gobiernos revolucionarios y progresistas de América Latina y el Caribe, que amenaza la paz y la estabilidad de las naciones”.
La extensa misiva de apoyo a la ex mandataria de Brasil (uno de los principales aliados de Cuba en la región) enumera los logros de la gestión de Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT) en defensa de la paz, el desarrollo, el medioambiente y la lucha contra el hambre. Además, destaca los esfuerzos de Lula y de Rousseff por reformar el sistema político de su país.
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EL MUNDO › POR EL VOTO DE 61 DE LOS 81 SENADORES PRESENTES, SE CONSUMO LA DESTITUCION DE LA PRESIDENTA ELECTA DE BRASIL
Brasil se enfrenta a los ojos de la historia
El nuevo régimen, nacido de la mano del establishment económico, judicial y mediático, se impuso por el proceso de impeachment iniciado el 12 de mayo, durante el cual no fue presentada ninguna prueba de los delitos atribuidos a Dilma Rousseff.
Por Darío Pignotti
Página/12 en Brasil, desde Brasilia
La democracia quedó atrás. Dilma Rousseff, electa hace 22 meses por 54,5 millones de brasileños, fue depuesta ayer a las 13.30 por el voto de 61 senadores, sobre un total de 81 que forman la Cámara alta, entre quienes hay más de veinte con prontuario penal y denuncias de todo calibre.
“La historia será implacable con (…) el gobierno golpista” de Michel Temer, prometió Rousseff, una hora y media después de la clausura del ciclo democrático iniciado por completo en los comicios directos de 1989 (y no en los de 1985, cuando un colegio de electores escogió al primer mandatario civil post-dictadura).
“Nosotros volveremos para continuar nuestra marcha hacia un Brasil donde el pueblo sea soberano” prometió en el Palacio de Alvorada, del que se mudará en unos días, cuando lo ocupará Temer para completar el mandato hasta el 31 de diciembre de 2018.
Dilma habló al lado de la profesora y ex ministra de su gobierno Eleonora Mennicucci, una de sus compañeras de celda durante los tres años de prisión a los que fue condenada en 1970 por un tribunal militar por haber enfrentado con las armas a la dictadura. Junto a la ex presidenta y Mennicucci estaban las senadoras Gleisi Hoffmann y Fatima Bezerra, que fueron la infantería del Partido de los Trabajadores en el combate desigual contra la mayoría destituyente que hegemoniza el Poder Legislativo.
Menuda y delicada, Gleisi será recordada por haber enfrentado a una decena de hombres en el recinto, entre ellos el ganadero Ronaldo Caiado, de casi 1,90 metro, al grito de “Yo me pregunto qué moral tienen estos senadores para juzgar a una presidenta honesta”.
Un planteo que desató la furia de la alianza formada por el Partido Movimiento Democrático Popular (PMDB), de Temer; el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), de Aécio Neves y Fernando Henriqe Cardoso, y Demócratas (DEM), del fornido Caiado.
Ocurre que el régimen surgido ayer no consiente ofensas a las autoridades surgidas de espaldas a la voluntad popular: en su primera reunión de gabinete, Temer instruyó a sus ministros para que rebatan a quien los acuse de “golpistas”.
Esta democracia postiza, obsesionada por los rituales y la formalidad republicana, es el producto de un impeachment iniciado el 12 de mayo, durante el cual no fueron presentadas pruebas consistentes de los delitos atribuidos a la acusada. A tal punto que los adversarios de la mandataria tenían derecho de citar a seis testigos para respaldar sus acusaciones sobre la supuesta violación a las leyes de Presupuesto y Responsabilidad Fiscal y sólo presentaron dos.
En su alegato final de una hora, la abogada denunciante, Janaina Machado, dedicó menos tiempo a los aspectos técnico-jurídicos del caso que a su narrativa mesiánica anticomunista. Dijo Machado, heroína de los jóvenes neocons, que ayer festejaron con champan en la principal avenida de San Pablo, que Dios la había escogido para vengar al PT, que con sus malas costumbres “totalitarias” había llevado a Brasil hacia la desviación moral. Y a Dilma le recomendó dejar de echar mano del discurso de género porque no es verdad que la sociedad brasileña sea machista.
“Acaban de derribar a la primera mujer presidenta de Brasil. Este golpe es misógino, homofóbico, racista, es la imposición del prejuicio y la violencia” enumeró ayer Dilma entre senadoras y compañeras de militancia.
La derrota sufrida por Rousseff en el Senado, 61 a 20, fue más abultada de lo que se esperaba en el PT, donde confiaban en revertir algunos votos gracias a la negociaciones a cargo de Luiz Inácio Lula da Silva, que viajó a Brasilia. Como atenuante queda que la ex presidenta no fue privada de sus derechos políticos, como lo deseaban sus enemigos, y esto abre un horizonte posiblemente fecundo, dado que desde su separación del cargo, en mayo, Rousseff reforzó su participación en actos políticos y construyó un liderazgo bastante genuimo en las organizaciones femeninas urbanas y rurales.
A su modo, políticamente poco sofisticado, demostró su voluntad de lucha y temple como lo hizo el lunes en su exposición de 17 horas ante el Senado, durante las cuales prácticamente no dejó dudas sobre su inocencia. Con su retórica simple, por momentos torpe, Dilma calló a los legisladores que intentaron enredarla con trampas lingüísticas.
Quizá sea por esa estatura moral y su estilo llano que la ex mandataria genera tanto escozor en las derechas.
Ayer los festejos del amplio campo destituyente estuvieron preñados de promesas de venganza contra Dilma, Lula y el legado de 13 años de gobiernos petistas iniciados en 2003, cuando los formuladores de políticas del partido habían diseñado un plan estratégico que necesitaba de 20 años para corregir las desigualdades profundas a través de reformas progresistas.
La caída de Dilma es un revés grave, tal vez irremontable, porque truncó ese proyecto de equidad social y democracia política que había comenzado a desvirtuarse en 2015, con la desginación del neoliberal Joaquim Levy al frente del Ministerio de Hacienda para aplicar un ajuste ortodoxo que dejó 10 millones de desocupados y una recesión que hizo caer el PBI a -3,8 por ciento
Otra herencia dejada por el ministro Levy fue una Dilma Rousseff con un rechazo de más del 60 por ciento en la opinión pública, imagen negativa que subía al 70 por ciento entre el público blanco y de clase media tomado por un inédito fanatismo militante dictado desde la cadena Globo. Sin embargo, aquel aluvión conservador que desbordó las calles hasta marzo pasado, vociferando “Fuera Dilma”, no salió a festejar la confirmación de Temer como jefe de Estado.
Sucede que esta administración post dilmista arriba con muy baja aprobación, dado que no causa ninguna simpatía en las clases populares y despierta resquemores en el electorado medio preocupado con la corrupción. Y su falta de votos y apoyo del público las compensa con la gradual policialización-militarización del Estado.
Ayer la Policía Militar de Brasilia cargó con balas de goma y gas pimienta contra la movilización, no muy numerosa, que marchó en defensa de la democracia y coreando “Fuera Temer” por la avenida Eje Monumental hasta la Terminal Central de Colectivos. Más feroz, según los relatos de los militantes, fue la paliza propinada el martes por la Policía Militarizada a los manifestantes que se concentraron en San Pablo, donde anoche se realizaron nuevos actos de protesta al igual que en Río de Janeiro.
Este golpe “blando” neonato tiende a endurecerse con el correr de los meses, específicamente luego de los comicios municipales de octubre, cuando seguramente se confirmará la ocupación militar de las favelas de Rio de Janeiro y la represión a la disidencia política y social.
Temer repitió, tras tomar posesión del cargo, que su prioridad son las “reformas” previsional y laboral. El vector de su programa de regresión económica fue presentado por el ministro de Hacienda y ex funcionario de la banca privada Henrique Meirelles, que impulsa reformar la Constitución para congelar por 20 años (sí, veinte años) los gastos en salud y educación, pero no el monto de los pagos de intereses de la deuda.
En su primera reunión de gabinete, a las 17.30 de ayer, Temer se sentó en la cabecera de una sala del Palacio del Planalto y a su derecha se ubicó el ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, una pieza importante en el nuevo engranaje de poder.
De Moraes, con quien Temer mantiene una relación antigua, es defensor de la nueva Ley Antiterrorista que, en algunos casos, equipara a los manifestantes con guerrilleros urbanos que ponen en peligro la seguridad nacional.
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El regreso del ajuste perpetuo
Su gabinete, sin mujeres, está integrado por hombres blancos y conservadores. Temer cuenta con el aval de los mercados y, de momento, del Congreso. Su prioridad es aprobar una reforma del sistema jubilatorio.
Michel Temer asumió como presidente de Brasil y anunció que sus primeras medidas apuntarán a un ajuste al fonde de jubilados, una ley de flexibilización laboral y un fuerte recorte fiscal.
Aún antes de formalizarse la salida de Rousseff del Gobierno, el por entonces presidente interino había anunciado que su objetivo, en caso de que la destitución tuviera lugar, pasaba por enviar al Congreso un proyecto para reformar el sistema jubilatorio en septiembre. Según informó la TV Globo, Temer dijo a esa emisora que su prioridad será “la reforma jubilatoria, la reforma laboral, la aprobación sobre una nueva ley de techo para el gasto público”.
Su gabinete, sin mujeres, está integrado por hombres blancos y conservadores. Temer cuenta con el aval de los mercados y, de momento, del Congreso, que ya aprobó la revisión de la meta fiscal –170.500 millones de reales (52.500 millones de dólares, al cambio actual) en 2016. Ahora debe usar sus argucias para hacer aprobar el ajuste fiscal rechazado cuando Rousseff lo presentó.
Además, ordenó a sus ministros que desmonten la hipótesis del golpe defendida por Dilma Rousseff. “A quienes les digan golpistas, respondan golpistas son ustedes, que están en contra de la Constitución, porque el proceso contra Rousseff fue hecho dentro del más estricto marco constitucional”, sostuvo el mandatario en su primer encuentro con su gabinete, luego de jurar el cargo ante el Congreso. “Hoy inauguramos una nueva era. Tenemos que salir de aquí con un aplauso del pueblo brasileño’’, dijo el ex vicepresidente en su discurso de asunción. “Nosotros no promovimos una ruptura constitucional y hemos sido muy discretos frente al juicio político que enfrentó Rousseff y que acabó con su destitución, decidida por el Senado por 61 votos a favor y sólo 21 en contra”, afirmó Temer.
El nuevo presidente recordó que todas las fases del proceso contra Rousseff fueron supervisadas por la Corte Suprema, cuyo titular, Ricardo Lewandowski, dirigió las etapas finales del juicio político, que la ex mandataria, una vez consumada su destitución, insistió en definir como un “golpe de Estado parlamentario”.
Más allá de sus consideraciones políticas, Temer se refirió a la crisis económica del país y, sobre todo, a los doce millones de desempleados que se calcula existen en Brasil. Pidió a sus ministros que le ayuden a poner a Brasil sobre los rieles del crecimiento económico y les advirtió que ahora ocupan otra posición, porque el gobierno dejó la condición de interino que tuvo desde el 12 de mayo, cuando Rousseff fue suspendida de sus funciones.
Asimismo, Temer destacó que, desde que está en el poder, tejió una extraordinaria relación con el Congreso, a la que en buena medida atribuyó la decisión adoptada ayer por el Senado, que desalojó del poder a Rousseff. “Tenemos un horizonte de dos años y cuatro meses”, indicó sobre el mandato que asume, que concluye el 1 de enero de 2019, y dijo que a partir de hoy la exigencia será mucho mayor, pues la sociedad “espera que se haga todo aquello de lo que hemos alardeado” y se contenga la crisis económica del país. “Espero que cuando dejemos el poder, lo hagamos con el aplauso del pueblo brasileño”, se mostró esperanzado, aunque admitió que no será fácil.
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Cristina Kirchner dijo que el mismo “clima destituyente” se vivió durante sus dos presidencias.
EL MUNDO › CRISTINA KIRCHNER Y DIRIGENTES DE LA OPOSICION REPUDIARON LA DESTITUCION DE DILMA ROUSSEFF
“Se violentó la soberanía popular”
“Hay una estrategia dura contra los gobiernos populares”, afirmó CFK. La ex presidenta acusó a los sectores económicos concentrados, los medios y las potencias de promover el golpe.
La ex presidenta Cristina Kirchner calificó de “golpe institucional” la destitución de Dilma Rousseff. Dijo que se trata de una “nueva forma de violentar la soberanía popular” y destacó que América del Sur es “otra vez laboratorio de la derecha más extrema”. “Nuestro corazón junto al pueblo brasileño, Dilma, Lula y los compañeros del PT”, difundió por las redes sociales. “Hay una estrategia dura y pura sobre la región de ataque a los gobiernos populares”, completó. Otros dirigentes y políticos de la oposición también lamentaron la destitución de la presidenta brasileña.
CFK envió un mensaje por las redes sociales y luego hizo declaraciones por Radio 10. Dijo que “este clima destituyente lo vivimos también en la Argentina” durante sus dos presidencias. Señaló que a Dilma “la destituyeron sin fundamentos” y que vivimos “un momento de desestabilización regional”. “Estamos viendo una estrategia dura contra los gobiernos populares”, afirmó y acusó a las “superpotencias” de promover ese golpe que, dijo, “lo piensan estratégicamente a 50 años”. Añadió que “hay una apoyatura interna en el Congreso (de Brasil) y con los grandes medios para culminar en este episodio negro de la historia de la región” y también mencionó a “los sectores económicos concentrados internos y externos” que operan contra los gobierno populares latinoamericanos.
La ex presidenta sostuvo que el juicio político a Rousseff “se vio venir el día después de la reelección” de la mandataria brasileña.
El ex canciller Jorge Taiana y el ex ministro Agustín Rossi difundieron la declaración de la Bancada Progresista del Parlasur, que repudió el “golpe de estado” perpetrado por “los sectores oligárquicos, conservadores y reaccionarios de Brasil”. “No hay más democracia en Brasil. La misma fue sustraída por un grupo de parlamentarios corruptos y de jueces que no están del lado de la justicia”, sostiene la declaración que difundieron Taiana y Rossi. El documento repasa los antecedentes de Honduras y Paraguay, los “intentos de desestabilización política en Ecuador, Bolivia y Venezuela”, y señala que todos son protagonizados por “sectores conservadores para imponer su agenda y dar vuelta a los procesos de cambio de los gobiernos progresistas”. Los parlamentarios destacan que es “un golpe político contra el Mercosur”, cuyo desmantelamiento es “un objetivo central de los golpistas y gobiernos de derecha”.
El senador Juan Manuel Abal Medina, el ex jefe de gabinete Aníbal Fernández, diputado del Parlasur Daniel Filmus, el ex diputado Jorge Rivas y el disputado Carlos Heller, fueron otros dirigentes del Frente para la Victoria que lamentaron la destitución de Rousseff. “Una vez más, las castas políticas y judiciales, aliadas al poder hegemónico mediático, logran temporariamente torcer la dirección de un proyecto nacional y popular en América Latina”, aseguró Rivas. “El proceso llevado adelante no probó que la Presidenta Rousseff haya cometido delito y, por ello, estamos ante un golpe de Estado parlamentario”, dijo Heller.
Desde la izquierda, Myriam Bregman y Nicolás del Caño, del PTS repudiaron “el golpe de la derecha”, mientras que el Partido Obrero interpretó que “luego de años de beneficiarse del gobierno PT-PMDB, la burguesía brasileña cambia de frente”.
La diputada Margarita Stolbizer, por su parte, difundió en Twitter una reflexión ajena: “en Brasil la mani pulite se deshizo de la única persona no implicada en casos de corrupción”.
Página/12 :: El mundo :: “Se violentó la soberanía popular”
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