Ficha Corrida

21/08/2014

Bom senso futebol clube que não se resume a salário

Filed under: Carlos Caszely,Colo Colo,Ditadura,Futebol,Pinochet — Gilmar Crestani @ 2:16 pm
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Miércoles 07 de mayo de 2014 | 08:42

Pinochet y el Colo Colo de 1973

Por Ezequiel Fernández Moores | Para canchallena.com

Foto: S.Domenech

"Esto -dice Carlos Caszely- pudo haber sido diferente." El ex crack del fútbol chileno, actor improvisado, habla en el mismo escenario en el que hace más de cuarenta años negó la mano al general Pinochet. Hace de sí mismo en ¿Quién es Chile?, la pieza teatral en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), ex edificio Diego Portales, que fue sede gubernamental de la dictadura. Caszely tenía apenas 23 años cuando decidió dejar su mano baja. El dictador de capa, anteojos negros, gorro y bigote, despedía a la selección chilena que partía al Mundial de Alemania 74. En abril de 2014, el Caszely actor y sus compañeros de elenco muestran a personajes anónimos en los días previos al golpe. Y recuerdan también al DT Luis "Lucho" Alamos: "En este país -decía "el Zorro"- estamos acostumbrados a restar y dividir; a mí me gusta sumar y multiplicar". La obra habla en realidad del Colo Colo de 1973, el equipo que entusiasmó a todo un país y que fue derrotado por Independiente en final polémica de Copa Libertadores. Aparece la foto del presidente Salvador Allende recibiendo al equipo. "Si gana Colo Colo, Chicho (Allende) está seguro en La Moneda", dice el mítico jugador Francisco "Chamaco" Valdés. Hasta el 11 de septiembre, cuando comienzan a caer las bombas. ¿Quién es Chile? se basa en el libro de 2012 del periodista Luis Urrutia O’Neil (Chomsky): Colo Colo 1973. El equipo que retrasó el golpe.

"A pesar de mi juventud -me dice Caszely en Santiago-, te puedo decir que algo de razón tiene el libro, porque cuando jugaba Colo Colo el país se volcaba hacia el estadio, la radio y la TV." En los meses previos al golpe, Caszely veía desde las ventanas del hotel Carrera, concentración de Colo Colo, que de un lado de la calle protestaban miembros de Patria y Libertad gritando "no hay carne, no hay pollo?". Y del otro llegaban los de Unidad Popular cantando "el pueblo unido jamás será vencido". La confrontación cesaba cuando jugaba Colo Colo. Campeón chileno de 1972 con 90 goles y una media de 39.000 personas por partido, el Colo Colo de Caszely inició la Libertadores de 1973 aplastando 5-0 a Unión Española. Luego fue 5-1 a Nacional de Quito, 5-1 a Emelec, 4-0 a Cerro Porteño. Triunfo histórico 2-1 en el Maracaná ante el Botafogo de Jairzinho. Hay huelga salvaje del transporte, pero casi 80.000 hinchas colman el Estadio Nacional. Llegan a dedo, caminando, en camiones, como sea. Quieren ver los golazos de Caszely (goleador final de la Copa, con 9 tantos). Los tiros libres del Chamaco Valdés. Ese fútbol de ataque y fuerza colectiva. "Son las noches de Colo Colo, el equipo del pueblo", dice el libro La historia secreta del fútbol chileno.

Un agónico 3-3 en la vuelta contra Botafogo da el boleto a la final contra Independiente, que busca su cuarta Copa. Fue un robo, dicen en Chile. "Están las imágenes." En la Argentina -me dice Caszely-, el Loco Mario Mendoza empujó al arquero Adolfo Nef "con pelota y todo dentro del arco". Fue el empate 1-1 del Rojo, ante la pasividad del árbitro uruguayo Milton Lorenzo. Furioso, el defensor Alejandro Silva pegó una patada de expulsión en una acción siguiente a Eduardo Maglioni. Guillermo Páez contó que él mismo le sacó las tarjetas a Lorenzo, que Sergio Messen lo tomó del cuello y que Leonel Herrera le metió un cortito en las costillas. No pasó nada. Salvador Allende, que estaba en Buenos Aires por la asunción del presidente Héctor Cámpora, recibió al plantel en la embajada de Chile. En la revancha de Santiago (0-0), el árbitro brasileño Romualdo Arpi Filho, me dice también Caszely, "reconoció su equivocación" al marcarle offside "en un gol legítimo", porque lo habilitaban cuatro jugadores del Rojo. Y en el desempate de Montevideo fue el turno del árbitro paraguayo José Romei, aunque Independiente, con Bochini-Bertoni titulares en la parte final, ganó 2-1 en el alargue imponiendo autoridad. Chamaco Valdés asegura que "nos anticiparon que los árbitros aparecerían en nuestro hotel para ser sobornados. Íbamos a hacer una vaca en el plantel, pero el presidente Héctor Gálvez se opuso. La terna de jueces llegó, esperó y al ver que no pasaba nada se fue". Messen, aún más duro, afirmó que "la terna de árbitros estaba sobornada en las tres finales". Habló de cifras (33.000 dólares) y se declaró convencido de que "ese Independiente se inyectaba". Son leyendas comunes en la Copa de los 70, cuando había equipos, del país que fuere, que dopaban a los jugadores de todo el lateral izquierdo para un partido y, si la revancha era tres días después, a los de todo el lateral derecho para el siguiente.

Diez mil personas, que llegaron de cualquier modo porque seguía la huelga de transporte, recibieron a Colo Colo en el aeropuerto. Veintitrés días después de la final, el 29 de junio de 1973, se produjo el "Tanquetazo", un fallido golpe, que incluyó cerca de 500 balazos a La Moneda y, entre otras, la muerte del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, y que fue abortado por el general constitucionalista Carlos Prats, asesinado por la DINA en 1974 en Buenos Aires. Leonardo Veliz, que junto con Caszely no ocultaba su pensamiento de izquierda, dijo alguna vez que, más que Colo Colo, fue tal vez la selección chilena la que retrasó el golpe. En la Roja, además del DT Alamos, jugaban once jugadores de Colo Colo, algunos de los cuales llegaron a disputar cerca de 80 partidos en 1973. El 5 de agosto, el Chile con base de Colo Colo venció en desempate de Montevideo 2-1 al Perú del Cholo Sotil y ganó el derecho a un repechaje con la entonces URSS para ir al Mundial 74. La ida, en Moscú, un partido sin registros de TV y que terminó 0-0 en el Estadio Lenin, se jugó quince días después del golpe. El avión partió el 18 de septiembre para jugar primero ante México. "¿Qué opina de que haya muertos flotando en el Mapocho?", preguntó un periodista a Caszely, autor de dos goles en el primer triunfo de Chile en el Azteca. "¿De qué estás hablando? Pregúntame por los goles, no tengo idea", respondió el jugador.

La URSS no se presentó a la revancha porque el Estadio Nacional, escenario del partido, era centro de detención, tortura y muerte. La farsa, se sabe, se celebró igual ante 15.000 hinchas, con árbitro FIFA y jugadores chilenos arrancando desde mitad de cancha y pasándose la pelota hasta que el Chamaco Valdés, capitán, hace el gol simbólico, que decreta el triunfo reglamentario. Es el mismo Chamaco que días antes había pedido la liberación de jugadores y vecinos que eran víctimas de la dictadura. Caszely, que en ese mismo 1973 fue transferido al Levante español por 130.000 dólares, conmovió cuando en 1988 participó de la célebre campaña por el no que condujo al fin de la dictadura. "Fui torturada y vejada brutalmente tantas veces que no las conté, por respeto a mi familia y a mí misma", dice en el spot Olga Garrido. "Sus sentimientos son los míos, esta señora es mi madre", añade Caszely, que aparece en la imagen, ante la sorpresa de millones de chilenos.

Caszely, que este viernes participará de un debate en San Pablo sobre fútbol, dictaduras y política junto con Raí y algunos presidentes sudamericanos, forma parte del filme francés Rebeldes del fútbol, escrito por Eric Cantona y que incluye, entre otros, al brasileño Sócrates y al marfileño Didier Drogba. También señalado por hinchas porque fue expulsado en Alemania 74 y falló un penal en España 82, Caszely ocupó fugazmente hasta hace unos días la representación de los socios ante Blanco y Negro, la empresa privada hoy dueña de Colo Colo, que tuvo como accionista inicial al hoy ex presidente Sebastián Piñera. "Ooooh, lo que quiere el pueblo, que se vaya, Blanco y Negro", cantaban los hinchas. Los coros cesaron cuando Colo Colo subió a la punta y, tres semanas atrás, salió campeón. Pero el fútbol es algo más que títulos e ídolos. La minigira de nueve días por Chile me deja otra imagen. La de otra camiseta de Colo Colo con el nombre de Alexis Sánchez, que brillaba en esas mismas horas en la cancha El Mugriental, de la población José Miguel Carrera, en Antofagasta, Chile profundo. El ex árbitro Héctor Baldassi contaba los pasos, el Tata José Luis Brown se alistaba en el arco y Pedro Monzón y el DT uruguayo Víctor Púa, invitados por la fundación Ganamos Todos, controlaban la acción. Braian, a los 11 años ya con problemas de drogas y cuyo padre se había colgado tiempo atrás en uno de los postes de luz, gritaba feliz tras anotarle el penal a un campeón mundial..

Pinochet y el Colo Colo de 1973 – Fútbol Internacional – canchallena.com

15/12/2013

Bachelet prova que direita só permanece no poder apoiada por armas

Filed under: Chile,Direita,Esquerda,Michellle Bachelet,Pinochet — Gilmar Crestani @ 10:09 pm
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Chilenos elegem Bachelet em 2º turno com baixa participação do eleitorado

Socialista que governou o país entre 2006 e 2010 recebe 62,2% dos votos e derrota com folga Evelyn Matthei, a candidata da centro-direita, que obteve 37,8%

15 de dezembro de 2013 | 20h 59

Guilherme Russo – Enviado Especial

Michelle Bachelet, líder da coalizão Nova Maioria, foi eleita neste domingo, 15, a nova presidente do Chile em um segundo turno marcado pelo baixo comparecimento da população. A socialista, que já governou o país de 2006 a 2010, derrotou a conservadora Evelyn Matthei por uma diferença expressiva de votos – com 96,32% das urnas apuradas, Bachelet tinha 62,2%, contra 37,8% de Matthei.

Veja também:
link Michele Bachelet lidera eleição presidencial no Chile
link Chilenos vão às urnas, socialista Bachelet é favorita

Eleitores celebram vitória de Michelle Bachelet - Felipe Trueba/EFE

Felipe Trueba/EFE

Eleitores celebram vitória de Michelle Bachelet

A conservadora reconheceu a derrota no início da noite. "Meu desejo mais honesto e profundo é que tudo vá bem para ela. Ninguém que ame o Chile pode desejar o contrário", afirmou.

A nova presidente participou neste domingo de uma comemoração em frente ao hotel onde estava seu comando de campanha na capital, Santiago. Diante do local, um palco foi montado e militantes começaram a chegar assim que os primeiros resultados foram divulgados.

A votação que confirmou a vantagem dada por pesquisas a Bachelet, no entanto, teve um comparecimento muito baixo. As filas que os chilenos enfrentaram para votar em 17 novembro não se repetiram no returno da disputa presidencial.

Foram as primeiras eleições presidenciais no Chile sem voto obrigatório. No primeiro turno, pouco menos da metade dos votantes registrados foram às urnas: 6,7 milhões, em um universo de 13,5 milhões. Os números do segundo turno ainda não foram divulgados oficialmente.

Desencanto. Nos centros de votação visitados neste domingo pelo Estado, em Santiago, o movimento era baixo. No Estádio Nacional do Chile, onde longas filas se formaram em novembro para o primeiro turno, não havia espera para votar. As urnas, de vidro emoldurado, tinham poucos votos às 13 horas – e uma mesária dormia sobre os registros de votação.

"Tem muito menos gente. No primeiro turno, esperei meia hora na fila, hoje não esperei nenhum minuto. O desencanto é muito grande com a classe política", afirmou o administrador de hotéis Cristián Verdugo, de 50 anos. "Como agora o voto é voluntário, as pessoas deixaram de lado o comprometimento cívico, pois não existe mais essa obrigatoriedade", disse a dona de casa Natacha Moran, de 63 anos.

A mesma impressão tinham os eleitores que votavam em centros eleitorais que concentravam menos mesas. "Da outra vez, esperei uma hora. Hoje não demorei nem três minutos. O voto deveria voltar a ser obrigatório", afirmou o motorista de ônibus Angel Arias, de 55 anos, no complexo educacional municipal de La Reina. "Vim porque tenho voz e voto", disse o analista de sistemas Rodrigo Moreno, de 37 anos, no Colégio Lenka Franulic, na comuna de Ñuñoa.

Analistas políticos chilenos ressaltam que uma baixa participação prejudicará Bachelet na implementação de suas principais promessas de campanha. Com a maioria que possui no Parlamento, de 55% nas duas Casas, sua coalizão tem votos suficientes para aprovar suas principais medidas – como a criação de um sistema educacional gratuito e de qualidade e uma reforma tributária que bancaria as mudanças na educação.

Para conseguir aprovar a reforma constitucional que pretende fazer, porém, a socialista precisará cooptar parlamentares da oposição, em busca da maioria qualificada necessária – para tanto, um grande número de votos do eleitorado chileno daria a ela o cacife político necessário para convencer os conservadores a apoiá-la.

Chilenos elegem Bachelet em 2º turno com baixa participação do eleitorado – internacional – geral – Estadão

01/11/2013

Dando nome aos bois

Filed under: Ditadura,Golpe Militar,Pinochet,Roberto Carlos — Gilmar Crestani @ 9:57 am
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Nomes de artistas que colaboraram com a ditadura são revelados em documento

Documentos da ditadura revelam nomes de colaboradores do regime no meio artístico. São citados Roberto Carlos, Agnaldo Timóteo, entre outros

roberto carlos ditadura militar

A relação do hoje ‘rei’ Roberto Carlos com generais foi sempre amistosa

MINISTÉRIO DO EXÉRCITO

GABINETE DO MINISTRO

CIE/GB

ENCAMINHAMENTO 71/s-103.2.cie

FUNDO “DIVISÃO DE CENSURA DE DIVERSÕES PÚBLICAS”, ARQUIVO NACIONAL,

COORDENAÇÃO REGIONAL DO ARQUIVO NACIONAL NO DISTRITO FEDERAL, SÉRIE

“CORRESPONDÊNCIA OFICIAL”, SUBSÉRIE “INFORMAÇÕES SIGILOSAS”, CAIXA ÚNICA

Acervo Arquivo Nacional – COREG

Durante a ditadura militar no Brasil, alguns artistas viraram colaboradores do regime – seja por simpatizarem com os governos militares ou por pura covardia – passando informações sobre o que acontecia no meio artístico e participando de atos realizados nos quarteis.

No documento em anexo produzido pelo Centro de Informações do Exército (CIE), classificado como informe interno e confidencial, o CIE reclama que alguns veículos intitulados pelos militares de “imprensa marrom” (tal qual O Pasquim) estariam fazendo campanhas contra alguns artistas amigos e colaboradores da ditadura.

O informe difundido para outros órgãos da repressão política sugere que esses artistas “amigos da ditadura” sejam blindados, protegidos.

(Vídeo) Roberto Carlos mostra sua consideração ao ditador chileno Augusto Pinochet

No documento emitido pelo Centro de Informações do Exército são revelados alguns desses “colaboradores”, considerados pelos militares como amigos, aliados do regime. Segundo o documento, certos órgãos de imprensa estariam publicando matérias denegrindo a imagem de determinados artistas que se “uniram à revolução (sic) de 1964 no combate à subversão e outros que estiveram sempre dispostos a uma efetiva colaboração com o governo”.

São citados Wilson Simonal, Roberto Carlos, Agnaldo Timóteo, Clara Nunes, Wanderley Cardoso e Rosemary.

Clique nos links ao lado para ler os documentos. (Link 1 / Link 2)

Aluizio Palmar, Documentos Revelados. Edição: Pragmatismo Politico

Nomes de artistas que colaboraram com a ditadura são revelados em documento – Pragmatismo Político

01/10/2013

Pinochet, o ódio será sua herança

Filed under: Golpe Militar,Pinochet,Salvador Allende — Gilmar Crestani @ 8:06 am
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HORACIO GUTIÉRREZ

Allende e os 40 anos do golpe militar no Chile

Pinochet emerge potente para encarnar o contraexemplo. Uma maldição para a direita: sua sobrevivência passaria por "despinochetizar-se"

Em setembro, completaram-se 40 anos do golpe militar que derrubou no Chile o presidente socialista Salvador Allende. Interessante constatar como o 11 de setembro de 1973 –que dividiu o país em dois, temporal e simbolicamente– foi lá celebrado.

Nunca antes a data tinha sido objeto de tantos eventos: programas de TV, livros, recitais, exposições, passeatas, missas, ações judiciais, ao longo e largo do país. O que está acontecendo? Uma resposta pode ser o ano eleitoral em curso no Chile, que confronta candidatas presidenciais com ideários exatamente opostos: Michelle Bachelet, socialista, e Evelyn Matthei, da direita, ambas filhas de generais, a primeira com o pai assassinado por não aderir ao golpe, a outra com um pai que integrou a junta militar golpista.

Mas esse dado não explica tudo: já tinham ocorrido aniversários do golpe em época eleitoral e não provocaram a ressonância deste.

O que tanto se rememora? Nos eventos, proliferaram atos de "perdão" às vítimas; documentários revelaram detalhes das atrocidades da ditadura; peças de teatro preocuparam-se em restituir a dignidade dos humilhados; debates buscaram a genealogia do mal; palestras revisitaram o socialismo; inúmeras foram as homenagens a Allende, nenhuma a Pinochet. Foi Pinochet esquecido? Não. Emergiu potente, mas para encarnar, como nunca antes, o contraexemplo, aquilo que nunca mais deveria acontecer.

Uma maldição para a direita e sua candidata presidencial, obrigadas a emitir sinais de mudanças: sua sobrevivência passaria por "despinochetizar-se", o que significaria colaborar na erradicação de entulhos autoritários como a Constituição de 1980, além de incluir em seu ideário, sem constrangimentos, a democracia e o respeito aos direitos humanos como valores permanentes.

E Allende? Allende, claro, sempre fora recordado com afeto pela esquerda, mas desta vez notou-se sua irrupção num espaço público mais amplo, aparecendo com vigor e dignidade. Reaparece cheio de ideias para dar, pautando até a atual agenda do mundo popular: a construção de uma sociedade mais justa e plural, mesmo tendo o socialismo desaparecido do vocabulário político.

As massas obstinadas que concorreram aos mil eventos foram as que Allende sempre amou: os trabalhadores, os estudantes, os intelectuais, as minorias, com participação quiçá hegemônica das novas gerações. Não fosse pelas lembranças oficiais no passado recente, poder-se-ia gritar ao vento que Allende, como uma fênix, renascera literalmente das cinzas, contaminando com seu discurso subversivo as novas gerações que teimam em repetir publicamente valores caros a ele: rebelar-se contra toda exploração, hoje associada ao neoliberalismo imposto pela ditadura.

Todo Chile pôde ouvir em setembro, agora pela boca de jovens, que "os processos sociais não se detêm nem com o crime nem com a força" e que "novamente se abrirão as grandes avenidas por onde passará o homem livre para construir uma sociedade melhor". Para remate, verdadeira penitência para a direita, ressoaria o eco queimante há muito cantado pelas massas politizadas, infladas de superioridade moral: "Se siente, se siente, Allende está presente".

HORACIO GUTIÉRREZ, 56, graduado em economia pela Universidade do Chile, é doutor em história e professor de história da América na USP

21/09/2013

Liberal com o dos outros, conservador com o que roubou

Filed under: Chile,Chile made in USA,Pinochet,Salvador Allende — Gilmar Crestani @ 1:12 pm
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Sempre me chamou a atenção o fato de ser o Rio Grande do Sul um dos lugares onde Pinochet é mais popular que na própria terra. Chama a atenção mas é perfeitamente compreensível. A RBS vive de convidar energúmenos para fazer a defesa da ditadura chilena. Não é por outro motivo que Percival Puggina é articulista de Zero Hora. E, do ponto de vista da RBS, faz sentido. Afinal, quem nasceu, cresceu e alcançou o apogeu com a ditadura militar, é tudo muito lógico, não é…

A falta de autocrítica dos liberais, por Vladimir Safatle

sab, 21/09/2013 – 08:59

Sugerido por Assis Ribeiro

Da Carta Capital

Cinismo e cegueira ideológica

Os liberais não têm apreço pela autocrítica. A patética defesa da ditadura Pinochet no Chile, sob falsas teses econômicas, é prova

por Vladimir Safatle

Uma característica interessante dos liberais, em especial os latino-americanos, é sua imunidade absoluta a qualquer forma de autocrítica. Você encontrará esquerdistas em exercícios constantes de autocrítica. Não é difícil mapear as críticas da própria esquerda aos desvios autoritários das experiências comunistas, à insensibilidade contra certas questões ligadas às liberdades individuais, à forma-partido, ao raciocínio estratégico tacanho de grupos de esquerda no governo, entre tantos outros temas. Mas você praticamente não encontrará um liberal fazendo a crítica das experiências neoliberais fracassadas dos anos 1980 e 1990, da desregulamentação dos mercados financeiros ou do aumento da desigualdade social resultante de “choques de modernização”.

Não, meus amigos, um liberal entende a autocrítica como uma confissão de capitulação. Para alguns, a confissão do erro é sinal de força, mas não para ele. Por isso sua perspectiva é antipolítica por excelência. Pois, como a política, é a reflexão a partir de contextos. Como ela é a inflexão tensa entre princípios e análise de contexto, ela é uma dimensão da ação estruturalmente falível. O que faz da primeira virtude política a autocrítica, a desconfiança de si mesmo. Sartre dizia que a filosofia era a capacidade de pensar contra si mesmo. Na verdade, esta é também uma bela definição da política.

Digo isso porque ainda me espanto com certas reações de nossos liberais. Na quarta-feira 11, o Chile lembrou os 40 anos do golpe militar que derrubou Salvador Allende e jogou o país no mais profundo período de obscurantismo de sua história. Não apenas devido aos fartamente documentados crimes contra a humanidade, como as caravanas da morte e as sessões públicas de tortura no Estádio Nacional. Relembrou não apenas o êxodo provocado (mais de 150 mil chilenos seguiram a via do exílio), mas a tentativa de moldar o país de forma a eliminar tudo o que ele tinha de debate político e de mentalidade aberta.

No entanto, quem esperava haver atualmente certo consenso supraideológico a respeito da barbárie que o regime Pinochet representou, enganou-se. Nunca um liberal, que no fundo viu com alívio a queda da experiência socialista e libertária de Allende, aceitará que as ditaduras latino-americanas foram simplesmente brutalidades políticas que merecem o mais firme e inequívoco repúdio. Ao contrário, eles sempre virão com o cinismo de argumentos do tipo: “Veja bem, não gosto de regimes autoritários, mas é inegável que Pinochet modernizou a economia do país, criando um Chile dinâmico e moderno”.

Na verdade, esse cinismo é a pior de todas as posições, pois tenta vender-se como análise isenta dos fatos, quando não passa, no fundo, de simples cegueira ideológica. Durante os dez primeiros anos da ditadura de Pinochet, o PIB do Chile caiu, em média, 1,1%, a despeito do auxílio financeiro maciço dos Estados Unidos. Quando o país voltou a crescer, nos últimos cinco anos da ditadura, apenas recuperou a posição que tinha décadas atrás, mas agora sem o sistema gratuito de saúde, sem a previdência pública e com um índice de desigualdade inimaginável anos atrás. Pinochet entregou um país no qual as famílias numerosas precisavam escolher qual filho iria para a escola até a universidade, porque tais famílias não tinham dinheiro para bancar a educação de todos os seus filhos. Quem fala isso é um chileno, que conhece a realidade de seu país de nascimento.

No entanto, quando escrevi isso em um artigo alguns dias atrás, deparei-me com comentários inacreditáveis, como: os anos de recessão foram necessários para “corrigir os estragos” feitos por Allende. De nada adianta esfregar na cara desses arautos da verdade todos os documentos americanos que vieram ao domínio público. Eles deixam claro, por exemplo, como o governo Nixon patrocinou uma inacreditável política de sabotagem econômica comandada pelo bandido internacional Henry Kissinger, como seus locautes, suas práticas de desabastecimento e de verdadeiras ações terrorismo de Estado. Eles falarão que tudo isso é um complô de esquerdistas internacionais para desculpar a incompetência de Allende.

Diante disso, fica claro como não se trata de contrapor argumentos com fatos, porque estamos diante de pessoas que nunca, em hipótese alguma, dirão algo como: “É, certamente, esse apoio foi um erro a respeito do qual deveríamos meditar”.

17/09/2013

O preço de levar Pinochet nas costas

Filed under: Direita,Ditadura,Pinochet,Sebastián Piñera — Gilmar Crestani @ 9:15 am
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A diferença entre a mão invisível do Estado e a mão leve dos Piñera, é que a mão do Estado espraia. A dos direitistas como ele, puxam o gatilho quando encontra alguém pelo caminho. Qual é liberdade de mercado que eu tenho em comparação com a do Gerdau? Como já disse o brilhante economista Mário Quintana: "Democracia é oportunizar a todos o mesmo ponto de partida. Quanto ao ponto de chegada, depende de cada um." Algo com o qual os direitistas têm dificuldade. Só vencem se o ponto de partida for favorável, ou então através de golpe.

É mais fácil ser de esquerda, afirma Piñera

Direitista, presidente chileno enfrenta baixos índices de popularidade no fim do mandato

LÍGIA MESQUITADE BUENOS AIRES

Enfrentando baixos índices de popularidade, o presidente direitista chileno Sebastián Piñera decreta: "É mais fácil ser de centro-esquerda na América Latina".

Em entrevista ao espanhol "El País", ele diz que a explicação para os governantes de esquerda serem maioria na região é por seguirem uma linha que prega maior participação do Estado, enquanto a direita promete a mão invisível do mercado.

"O socialismo promete a mão visível do Estado, que o Estado resolva todos os seus problemas. E diz que os cidadãos têm direito a isso. Nós dizemos que juntos temos de resolver os problemas e que cada um tem de se fazer responsável pela própria vida. E o Estado tem de criar condições para que cada um desenvolva suas capacidades. E tem de ajudar os que mais necessitam", disse.

Nesse contexto, segundo ele, se explicaria a popularidade da ex-presidente Michelle Bachelet (Partido Socialista), que concorrerá a um novo mandato em novembro contra a candidata de direita, Evelyn Matthei (União Democrática Independente).

Na avaliação de seu mandato, ele destaca o crescimento do país, que foi de 3% para 6% ao ano, e a queda do índice de pobreza, de 15,1% para 14,4%. Para Piñera, o desenvolvimento econômico contribuiu para a onda de protestos deste ano no país.

"Temos hoje uma classe média muito mais exigente, com muito mais poder, muito mais consciente de seus direitos, e não tanto de seus deveres. Que pede soluções a todos os problemas, para todo o mundo, aqui e agora. Eles dizem: se o país tem êxito, queremos que esse êxito chegue mais rápido a todos."

O presidente, que deixará o palácio La Moneda em março, disse que gostaria de ter tido um maior reconhecimento da população. Em pesquisa do início do mês, a aprovação a seu governo era de 36%.

Ele não descartou disputar a Presidência em 2017. "Não posso descartar nem confirmar. Minha mulher me disse: Nem pense nisso’. Eu digo a ela que não vou pensar agora, mas sim no momento oportuno."

    11/09/2013

    Pinoshit!

    Filed under: Chile,Ditadura,Pinochet — Gilmar Crestani @ 9:07 am
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    Mapa literario del golpe de Pinochet y sus secuelas

    Hace 40 años, el 11 septiembre de 1973, la vida de Chile cambió con el golpe de Pinochet y la muerte de Allende

    Repasamos las obras literarias clave que cuentan aquel episodio y sus consecuencias y su aporte a la Historia

    Rodrigo Pinto Santiago de Chile 10 SEP 2013 – 12:42 CET5

    Fotograma de ‘La muerte y la doncella’, de Polanski, basada en la obra de teatro homónima de Ariel Dorfman.

    El golpe de Estado de Pinochet, la muerte de Salvador Allende en el Palacio de la Moneda y la dictadura en Chile han proporcionado a las artes, y particularmente a la literatura, un material excepcionalmente poderoso para redibujar el imaginario del país y desde ahí iluminar con más crudeza y estremecimiento la historia reciente de Chile. Sin duda que otros oficios y disciplinas como el periodismo de investigación y la historia también han contribuido a revelar lo que está detrás de las versiones oficiales y la enumeración cronológica, pero es en la novela, el cuento y la poesía donde mejor se revela el poder de la palabra para construir un relato que tiene más fuerza y hondura.

    Cientos de libros —y decenas en el presente año— ilustran un proceso de reflexión artística histórica y crítica que no tiene visos de cesar. Es una literatura que crea una cartografía de Chile en constante renovación. Uno de los títulos más universales es La muerte y la doncella, la obra de teatro de Ariel Dorfman, llevada al cine por Roman Polanski, sobre una víctima de la tortura y la transición democrática de Chile. Hoy, en su 40º aniversario, el golpe se ha vuelto omnipresente en la escena ciudadana, en exposiciones fotográficas, en actos públicos, en columnas periodísticas, en obras de teatro, lanzamientos o reediciones de libros.

    EL GOLPE

    Quien mejor abordó el horror que de inmediato se instaló en Chile tras el golpe es Roberto Bolaño en Estrella distante, a través de un personaje inolvidable, Carlos Wieder, infiltrado en un taller de poesía que cultiva una siniestra forma de arte a partir de la tortura y la desaparición de detenidos. Tiempo que ladra, de Ana María del Río, es una interesantísima novela de formación —que desgraciadamente no ha sido reeditada— estructurada por la relación entre la protagonista y su padre, que llega a ser ministro del Gobierno de Allende y sufre luego la brutalidad de la represión. De amor y de sombra, popular novela de Isabel Allende, establece un relato coral de los efectos de la dictadura tras los primeros años del golpe. No es gran literatura, pero tiene el mérito de narrar un momento histórico con un estilo cercano a muchos lectores.

    En crónica, destaca Golpe, de los periodistas Margarita Serrano y Ascanio Cavallo, libro que reconstruye, con nuevos testimonios —la primera edición es de hace diez años—, “las 24 horas más dramáticas del siglo XX” en Chile. Cavallo es coautor también de otro libro crucial para entender la dictadura, La historia oculta del régimen militar, junto a Manuel Salazar y Óscar Sepúlveda. Una reciente publicación más académica, Ecos mundiales del régimen militar, editada por los cientistas políticos Patricio Navia y Alfredo Joignant, recoge textos aparecidos en la prensa extranjera y escritos por destacados historiadores como Eric Hobsbawm.

    De ensayo y poesía

    Tratándose de Chile, no hay que extrañarse de que la poesía presente una riquísima veta de reflexión y trabajo de la memoria respecto del golpe y la dictadura. José Ángel Cuevas es uno de los poetas que ha tomado esa línea desde sus recuerdos del golpe hasta el deslavado presente de la política. Rodrigo Lira, que se suicidó en 1981, a los 32 años, dejó atrás una colección de poemas entre los que destaca 4 trescientos sesenta y cincos y un trescientos sesenta y seis de onces, críptico título que captura de manera magistral los cinco primeros años -sin ninguna referencia concreta- de la dictadura militar. Juan Luis Martínez incluyó en La nueva novela un poema que podría emparentarse con Casa tomada, el cuento de Julio Cortázar, pero que en realidad es una muy sutil y sobria manera de referirse a los detenidos desaparecidos. En este ámbito el libro cumbre es, sin duda, Canto a mi amor desaparecido, de Raúl Zurita, un poemario donde la fuerza épica de la poesía del autor alcanza sus máximas cumbres en la evocación y lamento por esos cuerpos torturados y asesinados condenados además a perderse en el fondo del mar o en tumbas ignotas donde se les niega a sus cercanos hasta el consuelo del recuerdo y el homenaje. Enrique Lihn y Diego Maquieira son otros poetas que desde la ironía o el esperpento, en libros como París, situación irregular o La Tirana, retrataron magistralmente la sofocante atmósfera del Chile de la dictadura. Y Parra. El Parra de los Sermones del Cristo del Elqui y Hojas de Parra, poeta imperecedero que siempre ha logrado adelantarse a su tiempo con una mirada tan irrepetible como inolvidable.

    EL EXILIO

    Carlos Cerda —que volvió en 1984— escribió la mejor novela sobre el exilio —Morir en Berlín, 1993—, que funciona como un doble epitafio, el de la dictadura chilena y de la caída del Muro de Berlín. Otra gran novela sobre el exilio chileno, Cobro revertido (1992), pertenece a José Leandro Urbina, que pasó sus años de lejanía del país natal en Canadá. Recientemente, Juan Forch publicó Las dos orillas del Elba, novela que aborda el exilio desde un ángulo mucho más humano y lúdico que político y dramático.[LADDOBLE]

    LAS CÁRCELES SECRETAS

    El mismo Cerda escribió La casa vacía, novela que se inicia cuando una pareja compra una casa en un antiguo barrio santiaguino. La casa —según comprueba con espanto una de las invitadas a la fiesta de inauguración— era uno de los centros de detención y tortura de la policía secreta. José Miguel Varas, otro retornado, también escribió dos cuentos, Pikinini y La perra —estampas, más bien, breves y demoledoras— sobre el paso por este tipo de cárceles. Entre los libros testimoniales destacan sobre todo dos obras antiguas, Estadio Nacional y Chacabuco, de Adolfo Cozzi, un joven estudiante en ese entonces que supo captar con mesura inigualable su paso por dos campos de detención. El centro de detención Villa Grimaldi, uno de los más severos de la dictadura, ha motivado numerosas crónicas periodísticas y testimoniales, entre las que destaca Una mujer en Villa Grimaldi, de Nubia Becker.

    LA VIDA EN LA DICTADURA

    El díptico novelístico de Roberto Bolaño sobre su país de origen se completa con Nocturno de Chile. En esta última novela, Pinochet aparece como personaje y el protagonista, un crítico literario, le hace clases de marxismo. Dos personajes secundarios, los señores Oido y Odeim (Odio y Miedo) representan las fuerzas dominantes y perversas que dominaron el período. Formas de volver a casa, de Alejandro Zambra, pone en escena lo que significó crecer en el seno de una familia de izquierdas en un suburbio santiaguino. En la misma línea, pero con carácter testimonial, acaba de aparecer Volver a los 17, editado por el periodista Óscar Contardo, que le pidió testimonios de su infancia y adolescencia bajo la dictadura a escritores y periodistas nacidos entre 1969 y 1979, entre los que se cuentan Zambra, Rafael Gumucio y Patricio Fernández. Una de las últimas novelas es Nadar desnudas, de Carla Guelfenbein, sobre los últimos días del gobierno de Allende y los primeros de la dictadura.

    PINOCHET

    En su novela Tengo miedo torero (2001), Pedro Lemebel logra una contradictoria hazaña: aunque la novela trata más bien de la resistencia y de amores homosexuales, la impostación de la voz de Pinochet es lo que más auténtico suena en ella. Una crónica publicada este año por el periodista Juan Cristóbal Peña: La secreta vida literaria de Augusto Pinochet, que comenzó como una investigación de lo que señala el título —cómo el dictador llegó a tener unos 55.000 volúmenes, muchos de ellos raros y valiosos; el conjunto fue valorado en 2,3 millones de euros—, y se transformó en una semblanza biográfica que sigue el hilo de la relación de Pinochet con la lectura, la docencia y la escritura de sus propios libros y muestra mucho más del verdadero carácter del personaje que la biografía canónica escrita por el historiador de derechas Gonzalo Vial. Respecto de los Pinochet, la periodista Alejandra Matus anuncia para octubre Doña Lucía, biografía no autorizada de la mujer del dictador. Ninguna bibliografía sobre Pinochet puede omitir la monumental investigación Yo, Augusto (2003), de Ernesto Ekaizer, corresponsal de EL PAÍS en Londres cuando el dictador chileno fue detenido a causa de un requerimiento del juez español Baltazar Garzón.

    ALLENDE

    En estos días aparece Allende. La biografía, de Mario Amorós, un texto de más de 700 páginas que aspira a circunscribir a un personaje inagotable, un político de raza del viejo Chile republicano, tipo humano que se ha extinguido por el doble flujo de la transición pactada y el paso desde la rica y elaborada retórica del discurso —Allende fue un maestro— a la cuña televisiva. Pero su más próxima y brillante biografía la escribió Eduardo Labarca, que por razones familiares conoció a Allende desde muy niño. Su particularidad está explícita en el título: Salvador Allende, biografía sentimental (2008), puesto que desde ahí, desde su compleja historia emocional, Labarca traza una línea que explica muy bien la identidad de Allende, más allá de los avatares que lo situaron como presidente de Chile al cuarto intento.

    Memoria y arte

    Las siguientes son algunas de las actividades culturales que se realizan estos días en Chile con motivo del 40º aniversario del golpe de Pinochet:

    Imágenes de la memoria: fotografías sobre el trabajo de la Vicaría de la Solidaridad en los años setenta. Hasta el 15 de septiembre en el Centro Cultural Estación Mapocho.

    Víctor sin Víctor Jara: familiares de ejecutados, músicos y actores representan la cantata sobre el cantautor. Hasta el 29 de septiembre en el centro cultural GAM.

    Allende, noche de septiembre: obra teatral sobre Salvador Allende y el bombardeo de La Moneda. Hasta el 29 de septiembre en el centro cultural GAM.

    Registros de golpe, instalación de la dictadura: exposición de documentos que dan cuenta de casos de tortura. Martes 10 de septiembre en el Museo de la Memoria.

    Rostro: video centrado en la morfología de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Martes 10 de septiembre en el Museo de la Memoria.

    Puestas en escena: 40 años: teatro y danza basadas en testimonios sobre el día del golpe. Miércoles 11 de septiembre a las 12.30 horas en el centro cultural GAM.

    Aquí están: instalación con una veintena de actores recreando testimonios de víctimas de la dictadura. Miércoles 11 de septiembre en el Museo de la Memoria.

    Mapa literario del golpe de Pinochet y sus secuelas | Cultura | EL PAÍS

    Até o condor chorou

    Filed under: Chile,Michellle Bachelet,Pinochet,Salvador Allende — Gilmar Crestani @ 9:01 am
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    Bachelet participa de un homenaje a los detenidos desaparecidos en Villa Grimaldi.

    Chile, 40 años despues

    HASTA EL CÓNDOR LLORÓ

    Por Mercedes López San Miguel

    Actos de todos los sectores, homenajes a asesinados y desaparecidos, programas alusivos de radio y televisión que se repitieron todo el día, publicaciones especiales y hasta pedidos de perdón por parte de los altos tribunales reflejaron el repudio a la dictadura y un salto en la memoria
    Escriben: Atilio Boron, Ariel Dorfman, Eva Giberti, Oscar González, Martín Granovsky, Marcelo Justo, Mercedes López San Miguel y Miguel Rojas

    Chile hace catarsis cuarenta años después

    Documentales transmitidos a toda hora, visitas guiadas por espacios de la memoria, pronunciamientos de políticos en torno del perdón, quejas por la Constitución heredada del pinochetismo: el golpe en la memoria colectiva de Chile.

    Por Mercedes López San Miguel

    Desde Santiago

    Como si fuera una catarsis colectiva no hubo quien no tuviera ánimo de decir algo sobre el drama que ocurrió en Chile el 11 de septiembre de 1973. Documentales transmitidos por canales y radios a toda hora; visitas guiadas por espacios de la memoria, pronunciamientos de políticos en torno del perdón, quejas por la Constitución heredada del pinochetismo, carabineros desoyendo y desmontando una muestra con lienzos y murales de la organizaciones de derechos humanos que reclamaban, como hace 40 años, que se castigue a los responsables del terrorismo de Estado. Los carteles por el aniversario se mezclaron con imágenes de campaña. Porque habrá elecciones en noviembre y las dos mujeres y principales candidatas, Michelle Bachelet y Evelyn Matthei, fueron hijas de generales de la fuerza aérea, pero con un pasado antagónico.

    La casa número 38 ubicada en una callecita empedrada de nombre Londres, cerca del Palacio de La Moneda, se convirtió entre 1973 y 1974 en un centro de detención y tortura en donde fueron asesinados 98 secuestrados de la dictadura de Augusto Pinochet. En la fachada un gran cartel señala “40 años de luchas y resistencia” acerca del lugar de tormento, en el que se usó la descarga eléctrica para interrogar en una sala del segundo piso y quebrar más rápido la voluntad de los detenidos. Ayer, en la víspera del aniversario del día que cambió la historia de este país, la casa despojada de objetos era visitada por numerosas personas. La organización Londres 38 puso a circular un video por las redes sociales en el que se muestra cómo en la madrugada del domingo pasado un grupo de carabineros sacó los lienzos colgados en los puentes del río Mapocho que llevaban la consigna: “¿Dónde están los desa-parecidos?”. El guía y militante de los derechos humanos Felipe Aguilera se indignó ante esta enviada por la remoción de la muestra, en la que trabajó durante semanas. “Los carabineros pasaron por encima de la autorización de los municipios y actuaron por fuera del estado de derecho. Enviamos una carta al gobierno pidiendo la restitución de los lienzos.”

    A unas cuadras de ese espacio de la memoria, los transeúntes de la zona céntrica de la ciudad se mostraban proclives a recordar el derrocamiento de Salvador Allende como una fecha fatídica. Yeri Chávez, empleada en una empresa de acero, señaló que ella tenía 12 años, pero la imagen del bombardeo al edificio de La Moneda quedará grabada en su memoria. “Nunca más debiera ocurrir semejante abuso del poder en manos de un dictador. Ahora estamos libres de decir lo que queramos, existe libertad de expresión. Lo que pasó fue trágico.” Un hombre de 55 años, mientras daba algunas pitadas al cigarrillo, dijo que entre el ’80 y el ’90 todo dolía. “Estamos en camino de lograr la paz con nosotros mismos. Me acuerdo de que me contaban que mataban a las personas y las tiraban en basurales. Personalmente me dolió a mí cuando desaparecieron a estudiantes de la universidad”, dijo el ingeniero Jaime Flores.

    Como uno de los lastres del pinochetismo, existen vacíos en los procesos judiciales. La socióloga Marta Lagos señaló que esto se vincula con el modelo chileno de reconciliación. “La transición fue posible porque no se exigió la verdad el día uno. La verdad estuvo congelada, en espera.” En la cercanía de la conmemoración del 11 de septiembre, el presidente conservador Sebastián Piñera afirmó que la Justicia no estuvo a la altura de las obligaciones y desafíos. “El Poder Judicial pudo haber hecho más, porque por mandato constitucional le correspondía cautelar los derechos de las personas y proteger las vidas. Por ejemplo, acogiendo los recursos de amparo que rechazó de forma masiva.” Sin embargo, a él se le cuestiona no haber hecho lo suficiente en la materia. Amnistía Internacional entregó ayer en el palacio presidencial un petitorio firmado por más de 25 mil personas para reclamar al gobierno chileno que elimine todas las barreras que protegen a los perpetradores de violaciones a los derechos humanos. “No es aceptable que 40 años después del golpe militar continúen existiendo dificultades para la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación en Chile. La ley de Amnistía sigue protegiendo a los violadores con inmunidad procesal, continúa habiendo largos retrasos en las actuaciones judiciales y las condenas no reflejan la gravedad de los crímenes cometidos”, señaló la organización.

    Según cifras oficiales, el número de personas desaparecidas o asesinadas en Chile entre 1973 y 1990 superó las 3000 y cerca de 40.000 personas sobrevivieron al encarcelamiento por motivos políticos o la tortura. El Decreto Ley de Amnistía, aprobado en 1978, exime de responsabilidad penal a todas las personas que cometieron violaciones de derechos humanos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1978. Si bien algunas sentencias han eludido la aplicación de la norma, el hecho de que siga existiendo es incompatible con las obligaciones internacionales de Chile en materia de derechos humanos.

    Aunque Piñera votó por el No a la continuidad de Pinochet en el referéndum del 5 de octubre de 1988 y él no se identifica con el ala pinochetista de la Alianza de derecha (UDI-Renovación Nacional), sí apoyó a la candidata Evelyn Ma-tthei, quien hasta hace poco se de-sempeñaba como su ministra de Trabajo. Matthei pertenece al partido más conservador de Chile, UDI, que alberga a simpatizantes del dictador, como ella. Evelyn y Michelle fueron hijas de generales de la fuerza aérea, con vidas cruzadas. Alberto Bachelet murió en 1974 por un ataque cardíaco, derivado de las torturas que sufrió por ser leal a Allende, mientras que Fernando Matthei, padre de Evelyn, integró la Junta Militar que gobernó Chile de 1973 a 1990 y se sospecha que tiene responsabilidad en la muerte de Bachelet.

    También atravesado por la historia y con poco más de 40 años, el ex socialista y hoy candidato independiente Marco Enríquez Ominami es hijo del cofundador y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez. El candidato del Partido Progresista instó a Matthei a que rectifique. “Hemos querido invitar, sin odio y sin rencor, a que la candidata de los dos partidos que sostuvieron la dictadura militar, a que pida perdón. Es importante en esta elección, empujemos los pisos éticos.”

    Y es que Matthei señaló que respecto de las violaciones a los derechos humanos ocurridas tras el derrocamiento de Allende, ella no tenía nada de por qué disculparse. “Yo tenía 20 años para el golpe, no tengo nada por lo que pedir perdón”, sostuvo tajantemente Matthei. Aludió así a las declaraciones del senador de la UDI, Hernán Larraín, quien hace unos días hizo un mea culpa por lo ocurrido con posterioridad al 11 de septiembre.

    Sin escaparle al debate político, la ex mandataria y aspirante de Nueva Mayoría dio un discurso en el Museo de la Memoria el lunes –un espacio que se gestó durante su gobierno–, en paralelo al acto oficial que encabezó Piñera. “No existe reconciliación que se construya ante la ausencia de verdad, justicia o un duelo”, dijo Bachelet, la mejor posicionada para ganar las elecciones del 22 de noviembre, ante la mirada de referentes de familiares de víctimas de la dictadura, como Ana González, cuyo esposo, dos de sus hijos y su nuera fueron secuestrados por la policía secreta de Pinochet.

    Chile ha vivido una catarsis de la que nadie quedó afuera.

    mercelopez@pagina12.com.ar

    Página/12 :: El mundo :: Chile hace catarsis cuarenta años después

    08/09/2013

    Um 11 de Setembro patrocinado pelos EUA

    Filed under: Chile,Golpe Militar,Pinochet — Gilmar Crestani @ 10:26 am
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    E se os chilenos fizessem como os EUA, saíssem a matar todos os que provocaram o 11 de setembro de 1973? A Suprema Corte chilena, cega como todas as supremas cortes, faz “Un mea culpa que llega tras 40 años”, mas, como a Globo, admite o erro mas não pode perdão. Sinceridade ou oportunismo?

    Regreso a La Moneda, 40 años después

    El aniversario del golpe de Pinochet coincide con la publicación de libros con nuevos detalles sobre los últimos días de Allende

    Juan Jesús Aznarez Santiago de Chile 8 SEP 2013 – 00:19 CET75

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    Varios militares custodian La Modena el 12 de septiembre de 1973. / REUTERS

    Puntualmente cada 11 de septiembre, la historia regresa al palacio La Moneda de Santiago de Chile, donde Salvador Allende se suicidó hace 40 años con un fusil regalado por Fidel Castro. La aviación golpista y la traición demolían el edificio de la calle Morandé cuando el presidente se sentó en un sofá palaciego, apoyó la barbilla sobre la bocacha del arma, apretó el gatillo y saltaron por los aires el cráneo de un hombre decente y una democracia revolucionaria. Llovía sobre mojado. No era la primera vez que Estados Unidos había promovido en América Latina el derrocamiento de presidentes insumisos: dos rebeliones militares alentadas por la CIA derribaron a Jacobo Arbenz, en Guatemala, en 1954; a Juan Bosch, en República Dominicana, en 1963, y un año después al brasileño João Goulart.

    Consumada la vileza del general Augusto Pinochet y la deslealtad de los temerosos, a las 11.50 de aquella jornada fatídica, dos aviones abrieron fuego contra La Moneda con cohetes que perforaron los muros del edificio neoclásico y quebraron las paredes de salones y despachos. Los gases lacrimógenos asfixiaban a medio centenar de fieles. Entre cascotes y gritos, se cubrían como podían. Sin suministro eléctrico, ni esperanzas, con el palacio en llamas, el presidente se despidió de sus colaboradores y amigos. No tenía sentido su inmolación. Pero otras eran las intenciones del generalato insurrecto. “Tenemos que matarlos como ratas, que no quede rastro de ninguno de ellos, de Allende”. La criminal iracundia del almirante Patricio Carvajal fue conocida al quedar inadvertidamente abierto el sistema de comunicación entre el puesto de mando de la sublevación y las unidades asaltantes.

    Aquel cuartelazo reunió todos los ingredientes de las tragedias griegas: traiciones, cobardías, intrigas, asesinatos y muerte, según el cardiólogo Óscar Soto Guzmán, sobreviviente de La Moneda, médico personal del presidente y autor del libro Allende en el recuerdo, que se publica en el 40º aniversario del golpe. Relata las reacciones de Allende ante los acontecimientos que le tocó vivir. También Soto debió reaccionar. “Hablo con mi esposa Alicia; ella me dice: ‘Se anuncia por radio que van a bombardear el Palacio’. ‘Así es, le respondo’. ‘¿Qué vas a hacer?’. ‘Me quedaré aquí, en el Palacio’, le dije. Alicia calló, pero entendí que compartía mi decisión”. El golpe le cambió la vida. La salvó, pero en el exilio de México, Cuba y España, donde reside con su familia.

    “Misión cumplida. Presidente muerto”

    Los primeros soldados entraron por la puerta de la calle Morandé y detuvieron a varios de los defensores, entre ellos al doctor Óscar Soto, a quien ordenaron que avisara a Allende y a sus acompañantes de que tenían diez minutos para salir desarmados. “Presidente, la primera planta está tomada por los militares. Dicen que deben bajar y rendirse”, le informó. “Allende nos pidió que nos entregáramos”, señaló el doctor Patricio Arroyo. “Entendí claramente que esto corría para nosotros y no para él. No recuerdo si lo dijo o no, pero todos entendimos lo mismo: él no saldría vivo de ahí…”.

    “Se improvisó, con un delantal médico, una bandera blanca; atada a un palo, fue sacada por la puerta de Morandé 80. La Moneda estaba rodeada por todos lados. Los militares aceptaron la rendición y exigieron que bajáramos en fila india y con las manos en la nuca”. Con el palacio semidestruido, en llamas y sin suministro de electricidad, Allende se despidió personalmente de cada uno de ellos y detrás de Óscar Soto, empezaron a salir. El presidente regresó al salón Independencia.

    <TB>El único testigo de su muerte es el doctor Patricio Guijón. Mientras sus compañeros iban bajando hacia la puerta de Morandé, a Guijón se le ocurrió regresar a buscar su máscara antigás para llevársela a su hijo como recuerdo. “En un momento determinado me encuentro frente a una puerta ubicada en ese pasillo, la que por lo general se mantenía cerrada, no obstante en esta ocasión estaba abierta e instintivamente miré hacia el interior de esta habitación, observando que al fondo de esta, en la muralla que daba hacia Morandé, a seis o siete metros de distancia, estaba el presidente Allende, sentado en un sofá con una metralleta en sus manos, instante en que escuché y vi que se disparó, saliendo eyectado parte de su cráneo y masa encefálica, en dirección al techo de la habitación y la pared posterior. Instintivamente me acerqué a ver cómo estaba y le tomé el pulso. No había nada que hacer”. El doctor Patricio Guijón permaneció al lado del cuerpo inerte unos diez o quince minutos, hasta que llegaron primero dos militares y después el general Palacios, quien comunicó a sus superiores: “Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto”.

    Extracto de Allende, la biografía, de Mario Amorós (Ediciones B), que se publica el 11 de septiembre.

    El 11 de setiembre de 1973 terminó a sangre y fuego el Gobierno de la Unidad Popular (UP), una coalición de izquierdas que pretendió construir, quizás con demasiadas prisas, una sociedad más justa en un país profundamente injusto. Chile era entonces una nación parlamentaria, pero de oligarquías poderosas, reaccionarias, y multinacionales con derecho de pernada: la norteamericana ITT (International Telephone & Telegraph) era dueña del 70% de la telefonía chilena. El poder económico y mediático y la cruzada internacional de Estados Unidos contra el peligro comunista quedaron definitivamente hermanados con la aceleración de las reformas de la UP. La agraria levantó ampollas.

    El historiador español Mario Amorós, que ha publicado Allende, la biografía después de 18 años de investigación sobre su figura y trayectoria, sostiene que la “vía chilena al socialismo” fue derrotada por una agrupación de causas: la estrategia de la oposición de bloquear cualquier iniciativa gubernamental en el Congreso, en el que tenía mayoría absoluta, el fomento de la crisis económica y del desabastecimiento, y la movilización anticomunista de las clases medias y sectores estudiantiles; incluso de la aristocracia obrera. La agresión de Estados Unidos y la derrota de los sectores constitucionalistas de las Fuerzas Armadas completaron la pinza, según Amorós, cuya obra, redactada desde la militancia política del autor, ligado al PCE, es imprescindible.

    Pero algo mal debieron hacer el presidente y su Gobierno para que fuera posible tal coalición de fuerzas opositoras. Conmovido por su muerte, el secretario del Partido Comunista Italiano (PCI), Enrico Berlinguer (1922-1984), llegó a una lúcida conclusión: las transformaciones pretendidas por Salvador Allende, que había ganado las presidenciales de 1970 con el 36,3% de los votos, eran de tal calado que una mayoría simple no era suficiente para aprobarlas, ni siquiera con el presidencialismo consagrado en la Constitución de 1925. Los cambios exigían mayorías parlamentarias cercanas al 70% y amplios consensos sociales. Esa ecuación, sin embargo, era casi un imposible en el Chile de las injusticias distributivas y la guerra fría entre Estados Unidos y la URSS. Cuatro decenios después, el golpe cívico castrense de 2002 en Venezuela, y su actual atrincheramiento, las intermitentes sublevaciones criollas en la Bolivia indigenista o incluso el conflicto egipcio parecen resucitar aquellas reflexiones eurocomunistas.

    “El golpe contra Allende, que crecía en cada elección, lo dieron las clases altas, las oligarquías, con la ayuda de un Henry Kissinger (secretario de Estado de Richard Nixon) muy inteligente y con dinero. En una redada de camioneros en huelga, y les pillamos ¡con billetes de 1.000 dólares en el bolsillo!”, recuerda Danilo Bartulín, médico personal y amigo de Allende, cuyo cargo oficial era médico jefe de la Presidencia de la República. Bartulín durmió en una habitación contigua el año de la crispación, y respondía las llamadas telefónicas del gobernante durante su descanso. Le acompañó en viajes y en horas cruciales y solía jugar al ajedrez con el mandatario hasta las dos de la madrugada. “Déjate ganar para que se vaya a dormir”, me decía. Fue torturado y encarcelado durante dos años tras su detención en La Moneda.

    La última intentona para evitar el cuartelazo se desarrolló la noche del 17 de agosto en casa del cardenal Silva Henríquez, anfitrión de una cena entre el presidente y jefe de la Democracia Cristiana Patricio Aylwin, que acusó a Salvador Allende de destruir la democracia y conducir a Chile hacia la ruina económica y la dictadura del proletariado. “Yo le esperaba en el coche”, recuerda ahora Bartulín. “Al llegar, hacia las dos de la madrugada, me dijo: “No quieren nada. Nos niegan el pan y la sal’. Entonces yo le dije: ‘Vamos a la Cumbre de Argel (del Movimiento de Países no Alineados, del 5 al 9 de septiembre de 1973), pero usted pasa por el Vaticano y le pide una audiencia al Papa para que la democraciacristiana se ablande’. Le parece bien la iniciativa y se prepara un avión para unas veinte personas. La idea se mantiene, pero hubo voces que alertaron: ‘¿Y si dan el golpe cuando estemos fuera?’. Finalmente, Allende no fue ni a la Cumbre de Argel ni pidió audiencia a Pablo VI porque los acontecimientos se precipitaron”.

    La subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil durante cuatro décadas había contribuido a asentar el mito de su “profesionalidad”, asumido de manera acrítica por Salvador Allende y amplios sectores de la izquierda, según explica Amorós en su libro. En el caso de un golpe de Estado, la Unidad Popular confiaba en que una parte significativa de los militares cumpliera con sus deberes constitucionales, pero no ponderó adecuadamente la vinculación técnica, económica e ideológica del estamento castrense chileno con Estados Unidos, que se remontaba a 1947, año de la firma del Tratado Interamericano de Mutua Defensa. “Por otra parte, el Informe Church reveló que, entre 1966 y 1973, 1.182 oficiales chilenos se adiestraron en centros militares de este país, donde les inculcaron la anticomunista Doctrina de Seguridad Nacional y les enseñaron terribles métodos de tortura que se pusieron en práctica a partir del 11 de septiembre de 1973”.

    Sobran las pruebas sobre la cobertura norteamericana del golpe. Peter Kornbluh, director del National Security Archive’s Chile Documentation Project, consiguió que se desclasificaran más de 24.000 documentos secretos de la CIA y la secretaria de Estado. Los más importantes se reproducen en el libro Pinochet: los archivos secretos, ahora reeditado y ampliado (Crítica). La participación de Estados Unidos en la asonada fue tan determinante como la derechización de la Democracia Cristiana, muy cercana a la UP bajo la dirección de Radomiro Tomic. “Desgraciadamente, desde la fecha de la elección de Allende, la actitud del expresidente Eduardo Frei fue la de un energúmeno, que hizo suyo todo el discurso anticomunista y antipopular de la extrema derecha chilena y de los círculos del Gobierno norteamericano, sensible a las posiciones de sus empresas transnacionales. Se olvidó del socialismo comunitario”, señala Óscar Soto.

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    Óscar Soto, el médico de Allende, en su casa de Madrid esta semana. / carlos rosillo

    La Democracia Cristiana perdió su sensibilidad social y Salvador Allende, la vida. ¿Hubiera podido conservarla? “Yo le tuve preparado dos operativos para que saliera vivo de La Moneda”, recuerda Bartulín. “Teníamos casas clandestinas para esconderlo. Propuse su salida en una pequeña reunión. Todavía no habían bombardeado. Hablé con gente del Ministerio de Obras Públicas que es donde estaban los coches y había un montón de gaps (Grupo de Amigos del Presidente). Ellos dijeron que podíamos salir cuando quisiéramos porque todavía no había toque de queda y los coches podían circular. Allende me dijo: ‘Bien, ten preparado el operativo’. Entonces algunos dijeron que no, que había que resistir hasta el final, hasta la muerte. Yo decía que mejor un Allende vivo que muerto, y que yo me quedaba. El plan era que tres coches salieran de La Moneda con Allende en uno de ellos, sin que nadie pudiera identificarle. Los que se quedaran seguirían disparando para disimular la salida de Allende. Si hubiera seguido vivo podía haber cambiado la historia”.

    Pero el ánimo de Allende y sus leales sufrió un bajonazo cuando Augusto Olivares, director de la televisión nacional, se pegó un tiro en la sien. El abatimiento de La Moneda contrastó con la satisfacción de los jefes golpistas con el desenlace de su bombardeo y asalto al palacio presidencial. Carvajal informó sobre la muerte de Allende a Pinochet y Gustavo Leign, comandante de la Fuerza Aérea, en esta grotesca comunicación: “Hay una información del personal de la Escuela de Infantería que está dentro de La Moneda. Por la posibilidad de interferencias, la voy a transmitir en inglés: ‘They said that Allende committed suicide and is dead now’. Díganme si entienden”. Pinochet: Entendido. Leigh: Entendido perfectamente”.

    “Bajen todos. Yo seré el último”

    Bruscamente, la puerta de la calle Morandé 80 (del Palacio de la Moneda) es derribada y unas dos decenas de soldados invaden el vestíbulo. Llevan fusiles y se identifican con un paño en el cuello de color naranja. Violentamente nos golpean en los costados del cuerpo y nos arrojan uno encima del otro en la vereda inmediata a la puerta de Morandé. Desde el Ministerio de Obras Públicas no dejan de dispararles y nos encontramos en un fuego cruzado, con serio peligro de ser heridos. Un suboficial, que porta lentes ópticos con la mitad de uno de los cristales roto, me coge por un brazo y me levanta. “¿Quién es usted?”, me pregunta. “Soy el doctor Óscar Soto”, respondo de inmediato. “Doctor, suba a la segunda planta y dígale a sus compañeros que tienen diez minutos para rendirse, que bajen desarmados”.

    Subo la escalera y cuando me faltan aproximadamente unos diez escalones veo al presidente Allende rodeado de mis compañeros. Me ve aparecer y me dice: “¿Qué pasa doctor?”. Respondo: “Presidente, los militares han invadido ya la primera planta y nos dan diez minutos para bajar”.

    Durante un instante me mira profundamente desde lejos y siento que será definitivo, se acerca el final. Le escucho: “Bajen todos. Dejen las armas y bajen. Yo seré el último”. En fila india, mis compañeros bajan, yo sigo mirando al presidente que se escurre en dirección al salón Independencia. Al atravesar la puerta de Morandé 80 soy empujado, con las manos detrás de la nuca, a apoyarme en el sólido muro del palacio. Detrás de mí, alguien solloza. Es Enrique Huerta, el intendente de palacio. “¿Qué pasa, Enrique?”, inquiero. “El presidente ha muerto”, me dice desolado. Ha entrado al salón Independencia, se ha sentado en un amplio sillón de tapiz rojo, y se ha suicidado. Ha estado solo. Ningún militar ha llegado aún a la segunda planta.

    El doctor Rogelio de la Fuente Gaete, en su libro Detrás de la memoria (México, 2008), resume con acierto la llamada batalla de La Moneda: “Políticamente, una traición. Humanamente, un genocidio. Éticamente, una ignominia. Militarmente, una inepcia”.

    Extracto de Allende, en la memoria, de Óscar Soto (Ediciones Sílex), ya está a la venta. 16 euros.

    Regreso a La Moneda, 40 años después | Internacional | EL PAÍS

    05/09/2013

    Perdão: antes tarde do que nunca

    Filed under: Chile,Ditadura,Pinochet — Gilmar Crestani @ 8:24 pm
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    Jueces chilenos piden perdón por sus “omisiones” en la dictadura de Pinochet

    La Asociación de Magistrados asume que el poder judicial pudo y debió hacer más en favor de los derechos humanos durante el régimen del general, que califica como "un oscuro pasado"

    Rodrigo Cea Santiago de Chile 5 SEP 2013 – 06:40 CET37

    Pinochet (segundo por la izquierda) nueve días después del golpe de Estado. / AP

    Con ocasión de los 40 años del golpe militar que derrocó a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, la Asociación Nacional de Magistrados del Poder Judicial de Chile ha pedido perdón por sus “omisiones impropias de su función” durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

    “Sin ambigüedades ni equívocos, estimamos que ha llegado la hora de PEDIR PERDÓN a las víctimas, a sus deudos y a la sociedad chilena por no haber sido capaces en ese trance crucial de la historia de orientar, interpelar y motivar a nuestra institución gremial y a sus miembros en orden a no desistir de la ejecución de sus deberes más elementales e inexcusables, a saber, el cumplimiento de la función cautelar que en sí misma justifica y explica la existencia de la jurisdicción”, señala la declaración escrita publicada en su página web.

    Argumentando que el poder judicial chileno pudo y debió hacer mucho más, en el documento los jueces aseguran que no es posible eludir su “responsabilidad histórica” en la vulneración de los derechos humanos producidos durante el la dictadura, que dejó 3.000 muertos y 1.000 desparecidos hasta hoy.

    “La inadmisibilidad o el rechazo por parte de nuestros tribunales de miles de recursos de amparo, muchos de los cuales fueron fundadamente interpuestos en nombre de compatriotas de cuya suerte nunca más se supo, la negativa sistemática a investigar las acciones criminales perpetradas por agentes del Estado y la renuencia a constituirse personalmente en centros de detención y tortura, sin duda alguna, contribuyeron al doloroso balance que en materia de derechos humanos quedó tras ese gris período”, se lee en el comunicado. Además del mea culpa, los magistrados llamaron a sus superiores, los jueces de la corte suprema, el máximo tribunal chileno, a imitarlos y realizar una reflexión de su desempeño durante los 17 años régimen de Pinochet.

    Los magistrados llaman a sus superiores, los jueces de la corte suprema, a realizar una reflexión sobre el pasado

    Luego de que el documento se hizo público, el portavoz de la corte suprema, Hugo Dolmestch, dijo en entrevista con el canal CNN Chile que nunca había escuchado a un miembro de ese tribunal hablando de pedir perdón por su desempeño. Reconociendo que aún existía un “pacto de silencio” entre los responsables de las violaciones a los derechos humanos, Dolmestch llamó a “comprender por qué ocurrieron las cosas” y dijo creer en la necesidad imperiosa de reconciliación del país.

    A menos de una semana del aniversario 40 del golpe de Estado, destacados políticos de oposición y partidarios de la Administración del presidente Sebastián Piñera han pedido públicamente perdón durante estos días por su cometido previo y posterior al pronunciamiento.

    Al mismo tiempo, el gobierno y la Nueva Mayoría liderada por la expresidenta socialista Michelle Bachelet preparan actos conmemorativos por separado. El próximo lunes por la mañana será el turno del conglomerado de centroizquierda liderado por Bachelet, también exdirectora ejecutiva de ONU Mujeres, que será la principal figura en un acto que se desarrollará en el museo de la Memoria ubicado en el centro de Santiago. A poco más de un kilómetro de distancia y al mediodía, el acto oficial del Ejecutivo se realizará en el Palacio de La Moneda, al que asistirán los máximo representantes de la centroderecha, incluida la candidata presidencial del sector Evelyn Matthei.

    Asegurando que la oposición prioriza un acto “político” y no de espíritu reconciliatorio, la portavoz de gobierno Cecilia Pérez lamentó que representantes de la Nueva Mayoría no se sumen al acto que encabezará Piñera.

    02/09/2013

    Ricado Lagos: “En Chile, la dictadura nos robó lo mejor de nuestras vidas”

    Filed under: Chile,Ditadura,Pinochet — Gilmar Crestani @ 10:39 pm
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    A Ditadura brasileira foi, para a Folha de São Paulo, Ditabranda. Para a Rede Globo, um erro. Se tivesse sido um erro, a Globo tomaria duas providências. Pediria perdão pelo erro cometido, e devolveria o dinheiro havido decorrente do erro. Não por acaso os três filhos de Roberto Marinho ocupam as posições 5º, 6º e 7º no ranking dos homens mais ricos do Brasil. Sebastian Piñera, atual Presidente do Chile, é o Roberto Marinho do Chile, coincidentemente, apoiou a ditadura de Pinochet e hoje é um dos homens mais ricos daquele país.

    Ricado Lagos: “En Chile, la dictadura nos robó lo mejor de nuestras vidas”

    El próximo 11 de septiembre se cumplen cuatro décadas del golpe de Estado en el que el general Pinochet se hizo con el poder en Chile

    El expresidente Ricardo Lagos repasa en sus memorias su lucha contra el hombre “que nos robó 17 años de nuestra vida”

    Juan Cruz 3 SEP 2013 – 00:00 CET2

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    Lagos posa ante un cuadro de Nerudo del pintor Enrique Zamudio. / Luis Hernán Herreros

    Es un político Ricardo Lagos. A veces parece que los políticos son siempre cuadrados e imbatibles, seres que no se manchan por fuera, persuasivos y locuaces, pendientes de su imagen impecable, ayudados por infalibles guardaespaldas.

    Este chileno de 1938 es extraño en esta especie de los que ejercen este oficio. Por ejemplo, publicó unas memorias (Así lo vivimos, Taurus, que ahora se edita en España) que redactó él mismo, y eso, que redacte unas memorias un mandatario o un ejecutivo de cierto rango, resulta raro en su universo. No son, además, las memorias del poder y de la gloria, sino de la resistencia y de la vida, del dolor, del fracaso y de la acción de gobernar y de la acción de oponerse a una dictadura. Y Lagos es raro también porque cuando toca llorar llora y no lo hace sin querer.

    Al hablar de su experiencia en la lucha, clandestina o abierta, contra el dictador Pinochet, que sacó del poder por la fuerza bruta a Salvador Allende, este hombre sollozó, luego se contuvo, se ayudó de las manos para precisar una idea en el aire, como si quisiera atajar la lágrima, y ahí quedó el sollozo, lo atajó en el penúltimo segundo. Ese detalle no es habitual.

    Ese sollozo seco fue en México, en la última Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Y se produjo en el instante en que explicaba esto acerca del libro en el que cuenta su vida, con énfasis en los años en que Pinochet le hizo la vida imposible a los chilenos: “El libro tenía como título Así lo viví. Cuando lo terminé me pareció muy injusto porque el plural reflejaba mejor a todo ese pueblo que se atrevió a ponerse de pie. Así lo vivimos me pareció que daba mejor cuenta de lo que ocurrió en un momento de la historia del país, un momento muy épico, muy especial, que no se va a volver a reproducir. Y no se ha vuelto a reproducir”. Chile era un pueblo en plural.

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    Un retrato de Lagos.

    Hubo un tiempo en que Ricardo Lagos tuvo una buena pelambrera. Ahora se podría peinar con dos dedos de una mano. Con aquella pelambrera aún abundante se le puede ver en Youtube, en una imagen de 1988; está de corbata y chaqueta, enérgico y desafiante, y en ese momento protagoniza un programa de televisión en el que tiene unos minutos para pedir el no al referéndum que significó entonces el principio del fin de Pinochet. El dictador había pedido el sí y Lagos era un socialista empeñado en la lucha por derribar al hombre que “nos robó diecisiete años de nuestra vida”. En un momento determinado, consciente de que lo estaba viendo todo Chile, y de que también lo estaba viendo Pinochet, se dirigió a la cámara que le tocaba, levantó el dedo acusando y desafió al dictador. La conductora del programa hizo esfuerzos por devolverlo al redil, pero ese dedo dio la vuelta a Chile y al mundo y ahora ese dedo (el dedo de Lagos lo llaman) es un momento en la historia de cómo al fin cayó Pinochet, que ahora hace cuarenta años, y por la fuerza bruta, derribó el Gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende. Ahora, cuando los nietos de Lagos y seguramente muchos otros nietos chilenos ven esa imagen del dedo yendo directo a la mirada del sátrapa, dicen: “Abuelo, no es para tanto”. Entonces fue una temeridad que fue carcomiendo (como en un célebre cuento de Saramago) la silla del golpista.

    Doce años después de aquel desafío, este hombre fue el primer socialista que llegó a la presidencia de Chile. La historia está contada, y él está en la historia. En la historia chiquita, sin embargo, queda su definición, su retrato. Él era un niño “más bien tímido, muy delgado”; ahí, ante la tele, levantó el dedo, pero de chico, “cuando se trataba de demostraciones de fuerza con compañeros, no era de los mejores para pegar con el guante”. Tenía, dice, los peores temores de quedarse siempre con la peor parte. “Y añadiría algo que era grave: no era muy bueno para el fútbol. Se repartían los jugadores en dos equipos y al final alguien preguntaba: ‘Bueno, ¿y Lagos?’, y otro respondía: ‘Ah, pues llamamos a Lagos’. Era obvio que estaba muy lejos de ser Messi. Pero no era muy honroso que me despreciaran así. Ja, ja”.

    Ahora bien, en carreras de fondo ganaba; y así es, una persona de fondo, paciente, explicativo. Sus padres vienen de la educación, él fue secretario de Educación; en Londres, hace más de un año, en conversación con su amigo el escritor mexicano Carlos Fuentes, estuvo dos días explicándole a su interlocutor los entresijos de la política internacional que vivió como si estuviera preparando a un amigo para un examen final. Con paciencia infinita, sin que el tiempo le importara. Le pregunté de dónde viene esa paciencia. “Me entretiene explicar; trato de expresar las cosas más difíciles con claridad para que parezcan simples”. Es un pedagogo, llegó al poder explicando y se defendió de la dictadura explicando, alzando el dedo además. “Creo que la actividad pública es un diálogo en el que es muy importante estar o ponerse a la altura del otro”.

    Es afable, camina con esa lentitud que se puede ver en los políticos veteranos o en los veteranos poetas; Neruda caminaba así, como si el tiempo viajara en barco. Le impacientan, lo dice él, la deslealtad y las imperfecciones, que las cosas salgan mal. Pero él mismo no es perfecto, claro, y sus hijos se ríen cuando se enfurece ante la estupidez humana. “Yo siempre metiéndome y yo soy el primero que rompe cuatro copas de un golpe, mientras celebrábamos mi cumpleaños. Entonces mis hijos se ríen: ‘¡Eh, la estupidez humana, la estupidez humana!”. María, la señora que sirvió en su casa toda la vida, le explicó un día, siendo él presidente, que se es presidente en La Moneda, “pero en la cocina mando yo”. En la casa nunca fue presidente, “en las comidas mis hijos se dedicaban a reírse de los cuentos de Lagos que corrían por ahí. ¡Y a veces yo creo que eran ellos los que se los inventaban!”.

    Mi madre quería que yo fuera un hombre culto que supiera servir a sus semejantes"

    Así que ahora que ya ni es presidente ni puede aspirar a serlo huye también de la solemnidad que no tuvo. ¿Y no le picó ese gusano de la importancia? “Hay una tendencia a eso, porque se supone que el presidente no duerme, que está concentrado pensando. ¡Ja, ja! Es muy importante tener cables en la tierra. Es natural, lo entiendo: hay un cierto boato por ser jefe de Estado, pero tiene que entenderse que en democracia eso es algo transitorio”.

    Su madre murió a los 108 años hace dos. Y su padre falleció cuando él tenía ocho años. “La etapa final de mi padre fue un poco triste porque tuvo un ataque cerebral y estaba paralizado, en cama. Mi relación con él era difícil y compleja; me producía un cierto temor entrar en su habitación y verlo siempre en la cama”. Un tío fue, por decirlo así, su padre, también en el nacimiento de la vocación política. Y su madre fue padre y madre a la vez, “recia siempre”. Bill Clinton lo llamó para felicitarle cuando accedió a la presidencia de Chile, y le preguntó por su madre. “Ahí está, haciendo de padre y de madre”. Cuando Pinochet lo encarceló, ella tenía 90 años. “Fue a verme y cuando le dijeron que no podía acercarse a donde yo estaba, les dijo a los guardias: ‘Bueno, yo voy a esperar hasta que pueda verlo’. No se puede quedar aquí, insistieron, y ella les soltó: ‘¡Atrévanse a sacarme!’. No se atrevieron. Al cabo de una hora y media me llamaron para que conversara con ella y lo primero que me dijo fue: ‘El mundo está preocupado por ti, no te vayas a quebrar, ponte firme’. Imagínate, con 90 años”.

    Ella tenía un dicho, que le aplicaba al hijo: “Usted tiene casa, comida y ropa limpia. Su única obligación es estudiar”. Y tener un título, le decía, un cartón, como dicen los chilenos. Una carrera. Ella creía que nadie tendría por qué llegar a ser rico, “quería que yo fuera un hombre culto que supiera servir a sus semejantes”. Una actitud familiar. Una tía de Lagos estaba en la cabecera de las manifestaciones a favor del sufragio universal en los años veinte. Así se fue haciendo el subconsciente de Lagos. Acaso ahí estuvo el resorte que movió el dedo de este agnóstico librepensador en un país parroquial… “En el pasado había habido presidentes agnósticos, pero lo disimulaban. Fui el primer presidente divorciado, casado por segunda vez, y mi mujer también era casada por segunda vez. Nuestro hogar eran los tuyos, los míos y la nuestra, que era la perrita”. Acaso ese agnosticismo radical le abrió las puertas de las iglesias en la clandestinidad y en el poder. “Como se dice en Chile, éramos un poquito comefrailes. Y cuando llegó la dictadura ya no fuimos comefrailes, tuvimos muchas complicidades con ellos”.

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    Lagos con sus memorias.

    11 de septiembre de 1973. Siete días antes, los funcionarios y la gente que quiso celebraron ante Allende el tercer aniversario de su llegada al poder. Lagos y el presidente se cruzaron las miradas ante la explanada de La Moneda. “Nos saludaba con la mano. Esa forma como nos saludó, ese gesto, ya parecía de despedida”. Una semana más tarde, el drama, los militares bombardean La Moneda, Allende se suicida. Cuatro décadas más tarde, esa dramática historia marca el corazón de Chile. La madre de Lagos había dicho que los presidentes leales con sus ideas terminaban suicidándose en Chile y que los otros eran traidores. Cuando eligieron a su hijo, en la toma de posesión misma, se llevó las manos a la cara, se le acercó al oído y le dijo: “¿Cómo vas a salir de esta?”.

    –¿Siguió viviendo aquella expresión de su madre o Chile ya era otra cosa?

    –No, todavía no era otra cosa. Recién iniciado el Gobierno, dije a mis asesores: Bueno, cuál es el propósito último cuando terminen mis años de gobierno. Uno de ellos me dijo: “Que usted salga caminando de La Moneda por su propio pie”. ¿Te das cuenta de lo que me estaba diciendo, ¿no?

    Por eso levantó el dedo. “Nos robaron 17 años, lo mejor de nuestras vidas. Pero no nos pudieron quitar el privilegio de la ética. Hubo amigos desaparecidos, asesinados, otros que se fueron al exilio y otros que cayeron presos, pero fue la vida que nos tocó vivir. Ahora miras para atrás y, como Violeta Parra, puedes decir: Gracias a la vida, que me ha dado tanto”.

    Ricado Lagos: “En Chile, la dictadura nos robó lo mejor de nuestras vidas” | El País Semanal | EL PAÍS

    01/09/2013

    O Brasil de Pinochet

    Filed under: Ditadura,Golpe Militar,Gorilas,Pinochet — Gilmar Crestani @ 11:40 pm
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    O sempre lembrado parágrafo de abertura do Ana Karenina do Tolstói ajuda a entender: "Todas as famílias felizes são iguais. As infelizes o são cada uma à sua maneira". Todos os gorilas golpistas são iguais. Os democratas o são cada um à sua maneira.

    Ainda sobre Pinochet, sirvam nossas façanhas de modelo à toda terra: o Rio Grande do Sul, graças à RBS e seus colonistas, é o lugar, depois do Inferno, onde Pinochet mantém sua popularidade sempre em alta.

    O Brasil de Pinochet

    Documentos chilenos revelam detalhes sobre como a ditadura militar, sob Médici, apoiou conspiradores no Chile antes, durante e após golpe que este mês completa 40 anos

    31 de agosto de 2013 | 16h 00

    Roberto Simon, enviado especial a Santiago

    SANTIAGO – O expediente no Itamaraty já havia terminado quando, às 20h30 de 13 de setembro de 1973, diplomatas chilenos foram recebidos na chancelaria esvaziada, em Brasília. O presidente Emílio Garrastazu Médici estava em São Paulo, de onde telefonara dando ordens expressas para que o Brasil se tornasse o primeiro país a reconhecer a junta militar que derrubara o governo de Salvador Allende. Um avião com "20 toneladas de medicamentos" estava a caminho de Santiago.

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    Pinochet e tropas militares no palácio presidencial - Martin Thomas/Reuters

    Martin Thomas/Reuters

    Pinochet e tropas militares no palácio presidencial

    "É certo dizer que o novo governo do Chile encontrará no Brasil um poderoso aliado", escreveu, emocionado, no primeiro telegrama à junta militar, o encarregado de negócios chileno em Brasília, Rolando Stein – o embaixador de Allende no País, o jurista Raúl Rettig, que décadas depois chefiaria a comissão da verdade chilena, havia renunciado naquela manhã. Stein acertou na mosca.

    Com base em arquivos brasileiros, já se sabia que o governo Médici deu amplo apoio aos conspiradores chilenos antes, durante e depois do golpe que este mês completa 40 anos. Empresários brasileiros enviaram dinheiro a grupos de direita no Chile, o embaixador em Santiago, Antonio Cândido da Camara Canto, atuou como pôde para minar o governo Allende (mais informações nesta página) e, dias após a queda dos socialistas, agentes brasileiros foram enviados ao Estádio Nacional e a outros centros de repressão para prestar "consultoria" a colegas chilenos.

    O Estado, porém, teve acesso a centenas de telegramas diplomáticos secretos do Chile recentemente liberados – e inéditos no Brasil – que revelam novas informações sobre o grau e as formas de participação do governo Médici na derrubada do governo da Unidade Popular (UP). Ao longo desta semana, o jornal publicará reportagens exclusivas sobre como o Brasil ajudou a empurrar o Chile para o período mais sombrio de sua história.

    Uma das revelações mais impressionantes dos documentos chilenos é que, logo após chegar ao poder, o governo Allende recebeu informações precisas sobre as atividades da ditadura brasileira contra o Chile – incluindo planos para derrubar à força a UP. Segundo um telegrama "estritamente confidencial", um jornalista chileno vinculado ao ex-presidente Jorge Alessandri, de direita, alertou o embaixador de Allende em Brasília que havia sido procurado "por um general brasileiro amigo". O militar lhe propôs ajuda para "organizar no Chile um movimento de resistência armada (…), estruturado em forma de guerrilha, (…) contra o ‘perigo vermelho’."

    No mês seguinte, a embaixada recebeu novas e mais detalhadas informações sobre o plano de insurgência no Chile. Desta vez, porém, o alerta partiu de um informante altamente improvável: um oficial brasileiro, "com ideias políticas de esquerda", vinculado ao serviço de inteligência do Exército.

    Por meio de um intermediário, o militar fez chegar a um secretário da embaixada chilena a informação de que, dentro do Ministério do Exército, no Rio de Janeiro, funcionava uma sala de operações, com maquetes da Cordilheira dos Andes e mapas, para estudar e planejar uma guerrilha anticomunista no Chile. Brasileiros participariam apenas como instrutores e os combates seriam travados por civis chilenos. Mais: como parte dos preparativos, o Exército do Brasil teria enviado "diversos agentes secretos, que entraram no Chile como turistas".

    Um cidadão chileno que viva em São Paulo "e merece toda confiança" também afirmou à missão diplomática que um "corpo do Exército nessa cidade estaria procurando voluntários chilenos para empreender uma aventura bélica" no Chile. A articulação estaria sendo feita com ajuda de integrantes da Fiducia – equivalente chilena à Tradição Família e Propriedade (TFP) – que haviam se mudado para São Paulo.

    Embaixador suíço. O militar brasileiro, cuja identidade não é revelada nos documentos, passou outro recado importante ao governo Allende. Entre os 70 "subversivos" brasileiros que foram ao Chile no ano anterior, trocados pelo embaixador suíço, Giovanni Bucher, havia dois espiões do Exército brasileiro. A governo Médici havia deliberadamente atrasado a negociação para libertar os presos políticos com o objetivo de colocar os infiltrados em território chileno. Lá, eles deveriam coletar informações e se comportar como "agentes provocadores".

    À época, cerca de 5 mil exilados brasileiros viviam no Chile, onde conduziam intensas atividades de denúncia à ditadura. Os documentos chilenos mostram que o embaixador do Brasil em Santiago, Antônio Cândido da Câmara Canto, várias vezes apresentou protestos formais ao governo em razão de artigos e declarações de opositores brasileiros à imprensa local. Vários brasileiros que estiveram no Chile, consultados pelo Estado, disseram que muito provavelmente eles eram monitorados por meio de espiões.

    O embaixador de Allende no Brasil chama atenção para o caso de duas senhoras brasileiras, parentes de exilados, que foram presas pela Aeronáutica no Aeroporto do Galeão, no Rio, ao desembarcarem do Chile, no dia 19 de janeiro daquele ano. Elas traziam cartas de brasileiros exilados, incluindo uma mensagem de Almino Afonso, ex-ministro do governo João Goulart, ao deputado Rubens Paiva. O embaixador chileno em Brasília acreditava que elas haviam sido delatas por informantes da ditadura entre os brasileiros em Santiago. No dia seguinte ao caso no Galeão, Rubens Paiva foi preso em sua casa por agentes que se diziam da Aeronáutica.

    O Brasil de Pinochet – internacional – geral – Estadão

    06/06/2013

    O Chile made in USA

    Filed under: Chile made in USA,DINA,Ditadura,Pinochet — Gilmar Crestani @ 9:31 am
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    AMÉRICA DO SUL

    05/06/2013 – 16h14 | Victor Farinelli | Valparaíso

    Deputados governistas criam projeto para anistiar agentes da ditadura no Chile

    Lei da Anistia está vigente no país, mas juízes usam tratados internacionais para condenar violadores dos direitos humanos

    Era mais um monótono final da tarde de terça-feira (04/06) em Valparaíso e o Congresso Nacional chileno já estava vazio quando os deputados governistas Jorge Ulloa e Mario Bertolino protocolaram silenciosamente um projeto de lei que prevê a aplicação da Lei de Anistia a todos os civis e militares condenados por crimes de violação aos direitos humanos ocorridos durante a ditadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
    A descoberta desse projeto por parte da imprensa local e internacional, porém, causou um barulho muito maior do que os seus autores talvez esperassem.
    A iniciativa, que deverá ser analisada pela Comissão de Constituição e Justiça, defende a plena vigência da Lei de Anistia, decretada por Pinochet em 1978 e que estabelece a prescrição imediata aos abusos cometidos durante o seu governo. Apesar de essa medida nunca ter sido revogada, a maioria dos juízes chilenos tem se baseado em tratados internacionais assinados pelo país para condenar violadores dos direitos humanos.
    Caso a anistia volte a ser implementada, poderia significar a liberdade para mais de 300 agentes da ditadura que estão na cadeia e o encerramento de outros 1300 processos que tramitam na Justiça do país – alguns dos réus já estão condenados, embora haja pelo menos 522 acusados que ainda aguardam em liberdade a conclusão dos seus julgamentos.
    Um dos trechos da proposta apresentada por Ulloa e Bertolino afirma que: “a palavra ‘anistia’ vem do termo grego ‘amnesis’, que significa ‘esquecer o passado’. Esse importante instrumento jurídico serve especialmente para situações revolucionárias, nas quais se faz necessário e conveniente que os poderes do Estado renunciem temporariamente à sua faculdade de julgar e castigar determinadas condutas delitivas, visando interesses superiores, como a ordem nacional e a paz social”.
    O curioso da iniciativa de Ulloa e Bertolino é que ela cita uma sentença da CIDH (Corte Interamericana de Direitos Humanos), decretada em 2006, na qual o Chile foi condenado por aplicar a Lei de Anistia em alguns casos relacionados a violações dos direitos humanos, o que era contrário aos compromissos internacionais que o país assumiu a esse respeito.

    Leia mais

    O texto do projeto protocolado no Congresso fala que “o Estado deve zelar pela soberania das nossas instituições e dos nossos estatutos, e não pode dar mais importância aos pronunciamentos internacionais e ignorar o que a lei chilena estabelece. Deve-se respeitar os processos com os quais os chilenos vêm tentando sanar as feridas do passado”.
    Auto anistia
    Segundo Jorge Contesse, jurista e professor de direito constitucional da Universidade Diego Portales, a iniciativa dos deputados denota certa debilidade de argumentos jurídicos, similar à da própria Lei de Anistia, e lembra que a sentença da CIDH contra o Estado chileno chegou a denomina-la “Lei de Auto anistia” para evidenciar essa situação.
    “A Anistia foi planejada e decretada pelos mesmos que cometeram os crimes que ela tenta prescrever. Se voltar a utilizar esse instrumento, além da CIDH, o Chile estará violando dezenas de tratados internacionais com os quais se comprometeu, como o Pacto Internacional Contra a Tortura e a Convenção Para Prevenção e Sanção Contra Delitos de Genocídio”.
    Wikicommons
    O deputado Jorge Ulloa, um dos autores do projeto, diz preferir ver o problema desde outro ponto de vista. Segundo ele, “se existe um grupo de pessoas que sofreram sistematicamente a vulneração das garantias a um processo justo foram os civis e militares condenados por crimes de direitos humanos”. O parlamentar foi enfático ao assinalar que sua intenção “não é pedir piedade aos condenados, e sim pedir justiça”.
    [O deputado Mario Bertolino é um dos autores do projeto]
    Assassino de Víctor Jara
    A reação das organizações de direitos humanos com o projeto foi, como esperado, de indignação. Lorena Pizarro, presidenta da AFDD (Agrupação de Familiares de Detidos e Desaparecidos pela ditadura), fez um apelo ao presidente Sebastián Piñera, para que seu governo torne explícita sua posição a respeito do tema e deixe de mentir à comunidade internacional.
    “O atual governo cortou a ajuda de custo às organizações que lutam pelos direitos dos que foram vítimas da tortura e do terrorismo, apresenta projetos como este, mas se coloca para o mundo como ‘uma nova direita chilena, respeitadora dos direitos humanos’, o que não condiz com suas atitudes”.
    A dirigente social criticou também a viagem recentemente realizada por Piñera à América do Norte. Segundo ela, “Piñera foi à Casa Branca, pediu a Obama para deixá-lo tirar uma foto em sua cadeira no Salão Oval, mas não foi capaz de lembrar do pedido de extradição do assassino de Víctor Jara, que está escondido nos Estados Unidos”.
    Entre os oito condenados pelo assassinato do cantor chileno Víctor Jara (uma das mais conhecidas vítimas da ditadura de Pinochet), seis já estão cumprindo pena. Um dos dois que continuam em liberdade é o ex-coronel Pedro Pablo Barrientos, que é apontado no processo como um dos autores dos quarenta disparos que mataram o artista.
    Barrientos vive na Flórida há cinco anos e tem um pedido de extradição já decretado pela Justiça chilena, mas ainda não aceito pela Justiça dos Estados Unidos. O militar retirado poderá ser um dos beneficiados, caso o projeto protocolado pelos deputados governistas chilenos tenha sucesso.

    Opera Mundi – Deputados governistas criam projeto para anistiar agentes da ditadura no Chile

    28/04/2013

    Ainda Pablo Neruda

    Filed under: Chile,Ditadura,Pablo Neruda,Pinochet — Gilmar Crestani @ 10:00 am
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    El embajador que estuvo a punto de rescatar a Neruda

    Gonzalo Martínez Corbalá, embajador de México en Chile en 1973, relata los acontecimientos que siguieron al golpe de Estado de Pinochet

    Verónica Calderón México 27 ABR 2013 – 19:48 CET2

    Gonzalo Martínez Corbalá, en la entrevista. / PRADIP J. PHANSE

    Una de las últimas personas que vio a Pablo Neruda con vida fue el entonces embajador mexicano en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá (San Luis Potosí, 1928). El diplomático había ido a visitarle por una razón: convencerle de que aceptara el ofrecimiento del Gobierno mexicano y partiera al exilio, lejos de la atroz persecución del régimen de Augusto Pinochet. Al inicio fue reticente, pero Neruda cedió. Acordaron que el viaje sería el 22 de septiembre. En el último minuto, el Premio Nobel de literatura canceló. “Mejor el lunes”, dijo al embajador. El lunes nunca llegó. Neruda murió el domingo 23 de septiembre de 1973 a los 69 años.

    Las afirmaciones del chófer de Neruda, Manuel Araya, de que el poeta había muerto envenenado y no del cáncer de próstata que sufría, y la posterior denuncia del Partido Comunista han derivado en la exhumación de los restos del poeta, que son analizados por un equipo forense en Chile. Martínez Corbalá, uno de los pocos testigos de primera mano de esos días, asegura que no tiene evidencia de que el poeta haya muerto por orden del regímen, pero que no descarta la necesidad de una investigación. “Si lo hubieran querido matar, lo habrían hecho mucho antes, aunque es verdad que en esos días ocurrían tantas cosas que es difícil saber a ciencia cierta qué fue lo que pasó”, afirma en la Ciudad de México.

    Pocos como Gonzalo Martínez Corbalá vivieron esos tumultuosos días de septiembre de 1973. Habló con Salvador Allende dos días antes del golpe, cuando la amenaza ya era inminente. Consoló a su viuda, Hortensia Tencha Bussi, una vez consumada la acción militar y más tarde arropó a cientos de exiliados. Sus acciones le ganaron la Orden al Mérito en ese país, que le otorgó el Gobierno chileno en 1992. “Nunca negamos a nadie la petición de asilo. Preferí equivocarme y aprobar la entrada de alguien que quizá exageraba, a dejarlos a la intemperie”, recuerda.

    A sus 81 años guarda una memoria prodigiosa. Es capaz de recordar la hora, el día, el sitio y hasta la ropa que vestía los días en que ocurrieron los acontecimientos más importantes de su carrera diplomática. Obvia relatar lo que ocurrió ese 11 de septiembre de 1973. Comienza por los hechos que le siguieron.

    Después de que la Junta militar encabezada por Pinochet asumiera el poder, la familia del fallecido Allende se refugió en la embajada mexicana. Ahí permanecieron cuatro días. El 14 de septiembre, dos soldados increparon a Martínez Corbalá y le apuntaron a las costillas. “Su función no es agredir embajadores y la mía no es agredir carabineros”, recuerda que les espetó. Ese mismo día, los militares asesinaron a dos chicos que buscaban refugio en la residencia. Abandonaron sus cuerpos a las puertas de la embajada y los dejaron ahí toda la noche “para intimidar”.

    En cuestión de días, decenas de chilenos se arremolinaron frente a la embajada y en la cancillería mexicanas para buscar refugio. Mujeres se escondían con sus hijos detrás del camión de la basura para entrar sin que los carabineros se percatasen. El diputado Luis Maira, que años después se convertiría en embajador chileno en México, entró escondido en el maletero del coche del embajador. Martínez envolvió en la bandera de México —“como un tamal”, describen testigos— al editor Sergio Maurín para esconderlo de los carabineros.

    El político calcula que en solo unos días consiguieron acoger a 400 personas, entre ellas 12 mujeres embarazadas. Una de ellas parió en la sede diplomática. La madre llamó al bebé Gonzalo Salvador Luis Benito. El embajador cuenta con ilusión que el chico, ahora un adulto de casi 40 años, consiguió contactarlo hace unos meses por Facebook.

    El escape

    En la embajada se estaba a salvo, pero salir de ella era otro tema. Martínez Corbalá decidió transportar a los asilados acogiéndose a la Convención de Caracas de 1954, que permite al país que otorga el asilo el derecho de admitir a las personas que decida, sin que otro Estado haga reclamo alguno. Había un detalle: Chile no había reconocido la convención y, por tanto, no estaba obligado a acatarla. Afortunadamente para el embajador, los militares (o por lo menos muchos de ellos) no lo sabían.

    El primer grupo en huir estaba encabezado por la viuda de Allende, Hortensia Bussi, y dos de sus hijas, Carmen Paz e Isabel. Partieron hacia México el 15 de septiembre de 1973.

    El diplomático tramitó los permisos para Hortensia Bussi y Carmen Paz Allende, pero faltaba el de Isabel. El embajador mexicano añadió los nombres de esta y su familia con su puño y letra en la parte posterior de un permiso y se fueron. Todavía conserva ese trozo de papel.

    El trayecto de la embajada al aeropuerto, de unos 25 kilómetros, no fue fácil. Los detuvieron por lo menos dos veces. “¿Sabe? Los militares subían al autobús y apuntaban con las linternas a Tencha [Mussi de Allende] y a mi mujer”. Otro grupo de militares intentó forcejear con el diplomático y cuestionaron sus permisos. “Aquí el que califica soy yo”, les respondió. Consiguieron despegar esa misma noche.

    En México fueron recibidos por el presidente Luis Echeverría (1970-1976) y su gabinete entero, “todos vestidos de riguroso luto”, cuenta. Tras dos escalas en Lima, Panamá y muchas horas sin sueño, Martínez Corbalá recuerda que llevaba una barba de días y no tenía ropa con qué cambiarse. El embajador de Guatemala le prestó un traje y el piloto del avión una máquina de afeitar. Se reunió con Echeverría y le indicó que debía volver. Aun había cientos escondidos en las sedes diplomáticas y “si a un embajador le apuntan con una metralleta, lo que no harán con los demás”, le dijo.

    Unas horas después, estaba de nuevo en el aeropuerto. Además de resolver el estatus de los refugiados, Echeverría le había encargado otra misión: convencer a Neruda de que también se refugiara en México. “Avisé a mi mujer por teléfono y le pedí a mi hijo mayor que me acompañara al aeropuerto. Me despedí, subí al avión y solo ahí recuerdo haber sentido miedo”. ¿Por qué? “Se cerraron las puertas y, quizá porque fue el único momento de silencio en mucho tiempo, fui consciente de lo que estaba ocurriendo”.

    Llegó a Santiago a las siete de la tarde del 17 de septiembre. “Justo en el toque de queda. Esa noche dormimos en el avión”, relata. Al día siguiente acudió inmediatamente a la clínica Santa María a buscar a Neruda. El poeta, que sufría cáncer de próstata, estaba ahí ingresado. Le planteó la propuesta del presidente mexicano y el Premio Nobel se resistió a dejar su país. “Me dijo que quería quedarse, a pelear ‘contra esos desgraciados’”, cuenta. Matilde, la tercera esposa del poeta, estaba en la habitación. “Yo no podía decirle nada, pero ella sí”. Consiguieron convencerlo y fijaron una fecha: el sábado 22.

    Martínez Corbalá tramitó los permisos necesarios ante la Junta militar. “Lo aceptaron sin poner objeciones, le dieron su pasaporte y nosotros el visado. Estábamos preparados”. El sábado llegó por el poeta, pero recuerda que él le señaló que no estaba listo para irse. “Nos vamos el lunes”, le dijo.

    La cita del lunes nunca llegó. Neruda murió al día siguiente. “Yo lo iba a acompañar al aeropuerto y acabé acompañándolo a su funeral”, relata.

    Sobre las afirmaciones de Manuel Araya, chófer del poeta, que asegura que el escritor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada fue asesinado, el exembajador mexicano opina que es difícil hacer conjeturas. “Si lo hubieran querido matar, lo habrían hecho antes”, comenta. Aun así, no descarta la necesidad de una investigación. “Pasaban tantas cosas, que es difícil saber exactamente qué ocurrió”.

    México acogió entre 6.000 y 8.000 ciudadanos chilenos entre 1973 y 1990. Al menos 400 fueron gestionados por Martínez Corbalá. El diplomático resta importancia al papel crucial que jugó en aquellos días. Menciona también al embajador sueco, Ulf Hjetersson, y su homólogo guatemalteco —el que le prestó el traje — como otros muñidores de la huida de cientos de chilenos en aquellos días frenéticos.

    Al final de la charla, Martínez Corbalá acerca un par de libros. Uno es su cuaderno de visitas como embajador. Tiene mensajes de Allende, Amalia Solórzano de Cárdenas y el propio Fidel Castro. Y el otro es una primera edición de Canto General, ilustrada por Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. En la primera página, una dedicatoria: “Para Gonzalo Martínez Corbalá. Con el agradecimiento infinito por su protección cariñosa en los momentos más desamparados de mi vida”. La nota está datada en México, en 1978. La firma es de Matilde Urrutia, viuda de Pablo Neruda.

    El embajador que estuvo a punto de rescatar a Neruda | Internacional | EL PAÍS

    23/03/2013

    Pinochet, com a bênção do Papa do Reagan, matou Neruda

    Filed under: Ditadura,João Paulo II,Pinochet — Gilmar Crestani @ 10:17 am
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    Igreja e ditadura, uma mistura à moda Opus Dei! E se não existir inferno, para onde irão os filhos de Lúcifer?

    La exhumación de Neruda

    Según la denuncia del ex asistente personal y chofer del poeta chileno, Manuel Araya, Neruda tenía un cáncer controlado y siguió escribiendo hasta el último día de su vida. Sospechan que lo asesinaron por oponerse a Pinochet.

    “A Neruda lo asesinaron”, denuncia desde hace casi 40 años su ex asistente sobre la muerte, atribuida a un cáncer y ocurrida a poco de instalada la dictadura de Augusto Pinochet, del poeta y Premio Nobel chileno Pablo Neruda, cuyo cuerpo será exhumado a principios de abril.

    Tras una larga insistencia, la denuncia del ex asistente personal y chofer Manuel Araya llegó a la Justicia, que la contrastó con otros testigos, analizó exámenes médicos y el 8 de abril exhumará el cadáver de Neruda, enterrado en el balneario de Isla Negra, en la costa central chilena.

    La versión oficial sostiene que Neruda murió por el agravamiento de un cáncer de próstata en la Clínica Santa María de Santiago. Su muerte ocurrió doce días después de derrocado el gobierno del socialista Salvador Allende y un día antes de que viajara a México, donde el poeta comandaría la oposición a Pinochet.

    “A Neruda lo asesinaron”, afirma Manuel Araya, de 65 años, y quien a los 26 años y tras una orden del Partido Comunista –donde militaban él y Neruda– fue designado como su chofer y asistente personal.

    Según su relato, la recién instalada dictadura aprovechó un descuido en la custodia montada en torno del poeta para inocularlo con una inyección que le causó la muerte a las pocas horas.

    “El 23 de septiembre (de 1973) nosotros con Matilde (Urrutia, la tercera esposa de Neruda) salimos de la clínica Santa María a buscar las pertenencias que Neruda iba a llevar a México el día 24”, relata Araya en el puerto de San Antonio, cerca de Isla Negra (110 km al oeste de Santiago), donde reside. Estaban en Isla Negra, donde vivía el poeta, cuando recibieron un llamado de Neruda a las cuatro de la tarde. “Nos dice que entró un médico y le puso una inyección en el estómago y que se sintió con mucha fiebre de inmediato.”

    Tras la llamada, regresaron enseguida a Santiago. “Cuando llegamos a la clínica, encontramos a Neruda enrojecido (por la fiebre). Voy al baño a mojar una toalla para ponerle en el estómago y ahí un médico me dice: ‘Usted como secretario privado de Pablo Neruda tiene que ir a comprar un remedio que en la clínica no está’”, dijo Araya. “Salgo de la clínica, y en las cercanías me interceptan dos autos. Se bajan dos hombres con armas en las manos que me dicen: ‘Así que tú eres el secretario privado de Neruda’, me pegan y me detienen”, agrega. Cuatro horas después, Neruda moría en la clínica, sin alcanzar a viajar a México.

    “Neruda me había dicho: me voy a México, compañero, y en México voy a pedir ayuda al mundo para derrocar a Pinochet. En tres meses lo voy a derrocar. Voy a pedir ayuda a los gobiernos, a los intelectuales”, relata Araya. El poeta, que había ganado el Premio Nobel de Literatura dos años antes, se sentía amenazado y había pedido a varios embajadores tramitar un salvoconducto que le permitiera salir de Chile. El embajador mexicano de la época, Gonzalo Martínez, finalmente lo consiguió: un avión estaba listo para su viaje el 24 de septiembre.

    “Yo estaba feliz de que Neruda se fuera, porque el 13 de septiembre nos pusieron un buque de guerra al frente de la casa de Isla Negra y nos amenazaban con un cañón. Neruda me decía: ‘Nos van a volar, nos van a volar’.” Araya cree que al poeta le pudieron inyectar aire (que dificulta la circulación y puede provocar un ataque cardíaco) o lo envenenaron.

    El médico tratante, Sergio Drapes, que comenzó a trabajar en la clínica un día después de que Neruda ingresó, admitió en su declaración judicial que le recetó dipirona (un analgésico), porque el poeta se quejaba de dolor.

    De acuerdo con el certificado de defunción, Neruda murió de una “caquexia cancerosa”, un estado de extrema desnutrición y debilidad en la que apenas se está lúcido. “Neruda estaba bien”, asegura sin embargo Araya, quien recuerda que terminó de escribir su libro de memorias Confieso que he vivido un día antes de morir. “Si hubiera estado tan grave, no hubiera seguido escribiendo (…). Tenía cáncer, pero controlado”, agrega.

    Muy poca gente vio a Neruda los días posteriores al golpe de Estado, pero las escasas personas que lo vieron coinciden con el relato de Araya.

    “Lo conocí ya como un hombre enfermo, pero no llegó a estar en los huesos ni catatónico. ¡Yo lo hubiera advertido o al menos Matilde me lo hubiera dicho! ¡Estábamos por ponerlo en un avión durante nueve horas!”, recordó el ex embajador mexicano Gonzalo Martínez, en una entrevista de junio de 2011.

    La denuncia de Araya no fue escuchada hasta 2011, cuando tras aparecer su testimonio en la revista mexicana Proceso, el Partido Comunista interpuso una querella para aclarar su muerte. Matilde, su esposa, guardó silencio. “No quiso hacer la denuncia porque en ese momento el matrimonio estaba muy quebrado y tuvo temor a perder sus bienes”, explica Araya. Su declaración fue contrastada con los medios de la época, antecedentes de la clínica y el testimonio de otras personas que vieron a Neruda en sus últimos meses de vida, explicó el abogado querellante, Eduardo Contreras.

    La próxima exhumación es un paso clave. “Tiene por objeto determinar si con la tecnología moderna es posible, a pesar del paso de los años y la proximidad del mar, encontrar restos de sustancias nocivas, toxinas, bacterias, para poder colegir que hubo participación de terceros en la muerte de Neruda”, dice Contreras.

    Los exámenes podrían no arrojar resultados concluyentes, pero el abogado dice estar convencido de que Neruda fue envenenado. “Con todo lo que ha ocurrido en el proceso –dice– tenemos la convicción, la certeza más absoluta, de que Neruda no murió de muerte natural.”

    Página/12 :: El mundo :: La exhumación de Neruda

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