Ficha Corrida

01/10/2014

CIA já não (co)move cacerolas

As classes médias argentinas e brasileiras são suscetíveis de manipulação. Compram com facilidade qualquer versão manipuladora. Mesmo com o maior orçamento secreto do mundo, a CIA já não consegue criar mais com tanta facilidade “manifestações espontâneas”.

Embora esteja sempre atenda aos movimentos subterrâneos, a CIA já não consegue esconder seu modus operandi, e assim as pessoas vão aprendendo que não se pode embarcar no primeiro barco que aparece. Às vezes o condutor do barco é Caronte

Cacerola, ayer fue primavera

Por Jorge Halperín

Justo en septiembre, un mes de históricas resonancias golpistas –el derrocamiento de Yrigoyen en 1930, el de Perón en 1955, el de Salvador Allende, en 1973, golpes de cacerolas mediante–, y en los días en que Luis Barrionuevo auguró un próximo estallido social, vino a fracasar el último cacerolazo.

Casi resulta una transgresión recordarlo. Tan imperceptible fue su llamita que muchos ni siquiera llegaron a enterarse de que existía una convocatoria para el 18-S. ¿Por qué, entonces, ocuparse de semejante ausencia? Porque los cacerolazos irrumpieron en algún momento con fuerza en el escenario político, y algo debe querer decir su falta absoluta de repercusión. Alguna lectura puede practicarse sobre semejante desvanecimiento colectivo justo cuando tiene lugar una fuerte ofensiva contra el Gobierno por parte de los grupos empresarios y los conglomerados mediáticos, con los cuales han aparecido tan asociadas estas expresiones de la calle (recuérdese, por no ir más lejos, los cacerolazos contra la resolución 125).

Los motivos de esta ausencia pueden ser muchos, bien distintos y hasta contradictorios:

– Que exista un menor rechazo a la gestión de CFK por parte de sectores sociales medios y altos. Dudoso.

– Que el rechazo no haya disminuido, pero estén obrando otros motivos para debilitar el cacerolazo.

– Es indudable que los llamados para el 18-S fueron notoriamente más débiles que los anteriores.

– Y, parte de ello, y bien sugestiva, fue la menor repercusión que tuvo en los días previos en los medios opositores.

– Es posible que esta forma de rechazo se haya agotado, como sucedió con la –en otros tiempos vigorosa– “protesta del campo”.

– Acaso se consumió por su abrumadora dispersión de contenidos, tanto manifiestos (contra la 125, la inflación, la inseguridad, la corrupción, el cepo cambiario, la Diktadura, la re-reelección, Guillermo Moreno, Luis D’Elía, por la Justicia independiente, la República, la libertad) como “latentes” (por prejuicios étnicos, contra los juicios a los represores de la dictadura, contra los subsidios y políticas sociales, contra el poder femenino de CFK, por el derrocamiento del Gobierno). Y vale emplear aquella metáfora psicológica, ya que los cacerolazos, antes que un sesgo estratégico, llevan una impronta visceral, un estado de ánimo colectivo de un sector que posee un nivel medio de educación pero muy pobre cultura política.

Quizá tuvo la corta vida de toda expresión política que carece de organicidad, como sucedió con las multitudes que convocaba el seudo ingeniero Blumberg y como podría sugerirlo la evolución de los últimos cacerolazos (ver más abajo).

– Tal vez suceda lo contrario: que no deba hablarse de “evolución” de los cacerolazos, ya que este tipo de protestas son cambiantes, presentan un fuerte componente del clima del momento y pueden resurgir en cualquier otra circunstancia.

– Puede que un sector de quienes se sumaban esté optando por no atacar al Gobierno cuando el país enfrenta una amenaza externa encarnada por los fondos buitre.

– No debería descartarse que existan simpatizantes de las cacerolas que consideren que no vale la pena hostigar a un gobierno que tiene los días contados, tal vez convencidos de que estamos ante un “fin de ciclo”, indiferentes al dato de que el oficialismo sigue siendo la fuerza mayoritaria.

– Quizá la debilidad de las cacerolas de septiembre se deba al rechazo que sienten muchos hacia los nuevos aliados de la ofensiva contra CFK, Luis Barrionuevo, Hugo Moyano, Momo Venegas.

– Hay quien, medio en broma o medio en serio, explicó la ausencia señalando que muchos desertaron para embarcarse en tours de compras a Chile.

Es posible que lo que termine de explicar el llamado “Fracacerolazo” sea una combinación de algunas de las razones expuestas, o aun otras. Por ejemplo, que la mayor presencia de la oposición, lanzada ya a distintas precandidaturas, absorba energías que antes se volcaban a expresiones de protesta inorgánicas.

En este sentido, apunto la opinión de mi colega de Página/12 Luciana Peker, quien piensa que la oposición corporativa y mediática eligió fortalecer las alternativas partidarias para mejorar sus chances en 2015 antes que dispersar energías en cacerolas, que carecen de conducción y continuidad y no son una opción real de poder.

Pero creo que no necesariamente una protesta cacerolera perjudica la acción partidaria opositora, y en ese sentido también resulta posible que se estén guardando energías en la preparación de alguna acción agresiva “convergente” para el mes de diciembre.

Si no se quiere desdeñar el dato de la evolución de los cacerolazos, hay que recordar que en 2012, luego de tres protestas sucesivas en una semana de junio, el 13 de septiembre se congregaron unas 200.000 personas en la Plaza de Mayo convocadas especialmente por algunos sitios de las redes como El Cipayo y El Anti K. El 8 de agosto de 2013 la convocatoria cacerolera resultó tan débil que se calculó la concurrencia en un 10 por ciento de las anteriores, es decir que sólo estuvieron los “caceroleros duros”. Se culpó en parte a la cercanía de las PASO, del mismo modo que el nuevo fracaso de las cacerolas del 8 de noviembre de 2013 se atribuyó al avance de la oposición en los comicios legislativos.

Como sea, la agonía del cacerolazo no deja de ser significativa en un momento en que la oposición partidaria y sindical evita las movilizaciones, mientras que el oficialismo, contra quienes diagnostican fatiga de gestión, consumó dos multitudinarios encuentros de los seguidores de Jorge Taiana y de La Cámpora, esta última un fenómeno de militancia juvenil que no se daba desde los primeros tiempos de Raúl Alfonsín.

Justo en septiembre, mes de los cimbronazos.

Página/12 :: El país :: Cacerola, ayer fue primavera

11/11/2012

Página/12 :: El país :: De clase, organizada, sin impacto electoral

Filed under: Argentina,Cacerolaço,Grupo Clarin — Gilmar Crestani @ 9:56 am

Daniel Paz & Rudy

DANIEL PAZ & RUDY

De clase, organizada, sin impacto electoral

Todos coinciden en que fue importante, que tuvo identidad de clase media o alta, que pasó de cacerolazo espontáneo. Pero las diferencias aparecen al hablar de su legado, que va de poco a una mayor distancia con el Gobierno que no se traduce en votos.

Por Raúl Kollmann

Los principales consultores políticos de todas las tendencias coinciden en algunos diagnósticos –tal vez los más sustanciales– respecto del 8N, aunque mantiene miradas discrepantes en relación con sus efectos sobre el futuro político nacional. La mayoría afirma que la movilización fue esencialmente de clase media, que fue bastante organizada –dejó de ser un cacerolazo, si se toma el término como sinónimo de espontaneidad–, que no tiene una representación política clara y que por esa razón no muestra por ahora un impacto electoral decisivo. En el marco de las discrepancias, algunos consultores destacan que la marcha exhibe un retroceso del oficialismo, mientras otros sostienen que simplemente se muestra en la calle lo que ya existía como antikirchnerismo, lo que, también por ahora, no significaría cambios importantes en la relación de fuerzas electorales. En ese terreno vuelven las coincidencias: casi todos piensan que el oficialismo podría ganar las elecciones de 2013, aunque discrepan sobre los porcentajes que alcanzaría.

Clase media

Manuel Mora y Araujo, uno de los consultores más tradicionales, hoy titular de la Universidad Di Tella, evalúa que el jueves “la clase media, escasamente articulada a través de organizaciones como los partidos, los sindicatos o grupos militantes, ratificó su capacidad de llenar la calle. La práctica de la protesta, definitivamente, no es patrimonio de ningún sector de la sociedad”. Analía Del Franco, de Analogías, considera que “la gran mayoría de los participantes son del mismo espectro social que los del 13 de septiembre. Si bien esta fue una movilización más numerosa, se puede asegurar que no atrajo a otros sectores sociales más que los niveles medios medios y altos. Para sintetizar, se puede decir que su tendencia ideológica es de centroderecha. Eso no implica que el Gobierno no reciba críticas por izquierda, pero no percibo que se hayan sumado al 8N. Tampoco, votantes de CFK 2011 y hoy críticos o defraudados. Nuestros estudios cualitativos muestran que la critica de éstos no los impulsa (aún) a salir a marchar contra el Gobierno”.

La ¿originalidad?

Enrique Zuleta Puceiro, titular de Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), mide la convocatoria no sólo en términos de los que fueron, sino también en términos mediáticos. “La movilización del 8N no tiene precedentes en la historia de las multitudes en la calle y la razón es simple: se desarrolló en todas las ciudades medias y grandes todo el país y ocupó todos los segundos de todo el encendido radial y televisivo en el prime time entre 19.30 y 22 en todas las señales públicas y privadas”.

Artemio López, de Equis, no le ve tanta originalidad histórica. “Los 200.000 opositores de clase media alta y alta, que ya adversaron al gobierno nacional en octubre de 2011, se movilizaron el 13 de setiembre y el 8 de noviembre pasado, rechazando explícitamente toda representación partidaria y señalando claramente la fragilidad de la oposición política realmente existente.”

“Más allá de las discusiones acerca de magnitud –razona Eduardo Fidanza, de Poliarquía– de las polémicas sobre la composición, procedencia y eficacia política que provoca el 8N, lo que creo más significativo es que refleja la desaprobación mayoritaria a la gestión presidencial. En sí misma la concentración no es capaz de cambiar el curso de los acontecimientos, pero es un indicio del momento político y de las perspectivas que podrían estar abriéndose. Hace un año, en el cenit de la popularidad y el poder electoral del kirchnerismo, era impensable semejante movilización de masas.”

En la mirada de Ignacio Ramírez, de Ibarómetro, “las protestas o acciones colectivas pueden ser analizadas considerando su magnitud, sus consignas, sus métodos de organización y de protesta. La modalidad elegida es elocuente respecto de algunas continuidades actitudinales con el 2001. En este sentido, el cacerolazo evoca inmediatamente imágenes del 2001, cuando se combinó una profunda crisis social y económica con un estallido de nihilismo y descreimiento. La consigna académica más leída y escuchada por entonces era ‘crisis de representación’. Once años después algunos sectores de la sociedad, enérgicamente opositores al kirchnerismo, exhiben una crisis de representación al cuadrado, puesto que se da en el marco de condiciones sociales y económicas completamente distintas, con una sociedad crecientemente politizada y un amplio sector social que acompaña a un proyecto político”.

¿Espontánea u organizada?

Prácticamente todos los consultores evalúan que el 8N tuvo un fuerte nivel de organización. Del Franco lo sintetiza así: “En primera instancia creo que ya no cabe llamarlo cacerolazo, denominación que creo aplicable a manifestaciones con alto nivel de improvisación y espontaneidad. Es sólo una cuestión de denominación y no de evaluación y menos en sentido negativo. Que sea menos espontánea no significa que sea menos legítima”.

Con ella coincide Zuleta: “De espontáneo, estas movilizaciones tienen poco, pero eso no la minimiza ni disminuye en significación y efectos sociales y políticos. Hay que tomar nota: este tipo de movilizaciones rompe con la lógica del balcón, del líder que sale al balcón”.

¿Quién los representa?

Buena parte de los consultores creen que nadie, aunque hay algunas discrepancias. Roberto Bacman es el titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP). “Todo parece indicar que no dejó nada nuevo el 8N. En realidad, y en lo que hace al meollo de la protesta es más de lo mismo: críticas al Gobierno, a su accionar, a su orientación y al estilo presidencial. Sin embargo, y al igual que dos meses atrás, se enfrenta a un callejón sin salida: no aporta nada en concreto, se aúna sólo en la crítica, no propone y, para colmo de males, no existe por estos tiempos en la Argentina ninguna fuerza ni dirigente político que pueda capitalizarla. Por el contrario, también se pudieron escuchar críticas a algunos dirigentes que de alguna u otra manera la impulsaron desde las sombras. Hacia el interior de la protesta subyace un arco demasiado heterogéneo, que incluye un variopinto conjunto de segmentos de la sociedad que impulsan reivindicaciones de distinto tipo y tenor.”

Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados, percibe lo mismo, pero opina que debe mirarse un poco más que la representación política: “Es indudable que así como se expresa la protesta ante un oficialismo fuerte, de voz alzada, definido, decisionista, también deja al desnudo la falencia de una oposición que no da señales de vida. Es posible que este acontecimiento otorgue energía a los adversarios del Gobierno; pero eso se verá en el futuro. Con la marcha, la oposición política mejoró sus ilusiones para el 2013, a pesar de que no pueda convertir en fortaleza inmediata la manifestación callejera. No tiene cómo transferirla a sus consensos”.

En una línea que pone el acento en las debilidades de la oposición, Ignacio Ramírez, de Ibarómetro, sostiene: “Mi hipótesis es simple: el 8N no expresa la debilidad del kirchnerismo sino la debilidad de la oposición. Un sector de la sociedad no encuentra liderazgos capaces de interpretar y representar sus aspiraciones, deseos y valores, y asimismo no percibe alternativas políticas sólidas y competitivas que puedan desafiar seriamente al kirchnerismo. Cuando algunos dirigentes opositores sostienen que la presencia de políticos enturbiaría la protesta, hacen dos cosas: revelan su propia debilidad y fortalecen las mismas matrices que dificultan el fortalecimiento de liderazgos políticos opositores. Para que el 8N produzca un impacto político deberá articularse políticamente, tarea que les corresponde asumir a los partidos y/o dirigentes de la oposición”.

Distinta es la mirada de Del Franco para quien “un referente concordante para estos grupos, es alguien con postura de centroderecha. Macri es quien viene a la mente en forma inmediata. No considero oportunista que trate de capitalizarlo. Por el contrario, si de la Ciudad de Buenos Aires se trata, los presentes el jueves fueron sus votantes en las elecciones a jefe de Gobierno. Ahora tiene el problema de que no representa a quienes marcharon en otros lados”.

En ese terreno, Mora y Araujo apunta que “las clases bajas, los sectores de la Argentina de la pobreza –que obviamente no engrosaron las multitudes del 8 de noviembre– encuentran algunos canales de representación, ejercida principalmente por los dirigentes políticos locales y a través de ellos por los gobiernos locales, provinciales y nacional. Las clases medias, y de ahí para arriba, no tienen más representación: o se sale a la calle o no se tiene voz. Ese es el fracaso de la política argentina, o sea de los políticos argentinos y sus organizaciones”.

Las consignas

“En la última encuesta llevada a cabo por CEOP –relata Bacman– se pueden observar las cinco motivaciones de los manifestantes del 8N: inseguridad, falta de diálogo, corrupción, posible reforma constitucional que habilite la reelección y los controles sobre el dólar. Pero en el mismo trabajo de campo la imagen positiva de CFK se ubica en el eje del 52 por ciento y la aprobación de su gestión alrededor del 50. Entre ellos sobresalen los más jóvenes (18 a 34 años), los de clase baja y los residentes en el Gran Buenos Aires profundo y el interior del país. Y ellos fueron los que no salieron a protestar.”

Rouvier agrega que “la protesta se fundamentó en algunas cuestiones de gestión que pueden ser discutidas y revisadas, sobre todo las que hacen a la inflación y a la inseguridad, pero hay otras de claro perfil conservador; inclusive en sectores medios bajos que se enojan ante la Asignación Universal por Hijo que cobra un vecino. La disponibilidad mayor o menor de acceso a la divisa supone una adaptación ciudadana que todavía no se ha transitado; pero es indudable que los sectores medios sienten que el Gobierno los amenaza, y pone en peligro sus libertades individuales tal cual las proclamó el liberalismo. El valor de lo colectivo, lo comunitario, es el valor por conquistar del kirchnerismo, ante la hegemonía del individualismo, el éxito personal y la competencia salvaje”.

El efecto electoral

Un dato llamativo es que casi todos los consultores, incluso los más alejados del oficialismo, piensan que el Frente para la Victoria tiene todas las chances de ganar las elecciones del año próximo, porque más allá del 8N conserva el caudal electoral necesario para obtener más votos que las demás fuerzas. Lo que sucede es que esos mismos consultores –los más alejados del Gobierno– ponen listones altos: que el FpV no va a hacer una elección parecida a la de 2011 o que no va a tener los legisladores propios suficientes para votar una reforma constitucional. Ambas alternativas son virtualmente imposibles: como resaltó la propia CFK cuando se refirió al tema en Harvard, difícilmente pueda haber reforma si no hay acuerdo con otra fuerza política de envergadura; y la comparación entre los votos en una elección presidencial y una legislativa tiende a ser poco realista. También en esto caen algunos de los encuestadores más cercanos al oficialismo.

En ese marco, no deja de haber polémicas. Para Mora y Araujo “la clase media desafía al gobierno nacional en la calle, y eso significa que el Gobierno pierde sus votos. Los de abajo no están muy motivados para salir a manifestarse, pero posiblemente siguen leales electoralmente. La aritmética más simple preanuncia entonces un serio problema electoral. Ni siquiera conservando el 100 por ciento de los votos de todas las personas que están por debajo de una línea de pobreza, el Gobierno podría repetir los resultados del 2011. En términos del mercado político, el problema parece claro: hoy no hay mucha oferta opositora, pero la demanda la pide a gritos. Y, por lo que se ve, el gobierno nacional conserva a su electorado de abajo pero no quiere ofrecerle nada –o no encuentra qué ofrecerle– a esa clase media que lo ayudó a constituirse y que se declara insatisfecha”.

Fidanza anuncia un declive más pronunciado: “El escenario que veo es el de una lenta declinación del Gobierno que desemboca en el síndrome del pato rengo para la Presidenta. Esto ocurriría aunque el Gobierno ganara las elecciones de 2013. Podría alcanzar una primera minoría en caso de que la oposición permanezca fragmentada. La razón es que no se prevé una recuperación significativa de la economía, como en el período 2010-11. En cuanto a la reforma constitucional con cláusula de re-reelección, parece improbable debido al amplio rechazo popular que suscita”.

López, en cambio, cree que “en perspectiva, el caceroleo opositor nada cambia en el sistema de preferencias electorales manifiesto en octubre de 2011, donde el oficialismo, merced a su gestión y en especial al sostenimiento de los atributos de empleo y consumo obtuviera el 54,11 por ciento de los votos. Se plantea sí una situación crítica para la oposición política hoy incapaz de representar estas demandas ciudadanas y que para colmo, con cada nuevo liderazgo emergente, sigue fraccionándose. Tal el caso de Macri y De la Sota, las dos nuevas figuras visibles del elenco de la opo que cazan votos en el mismo zoológico anti K que ya lo hicieron Binner, Alfonsín, Duhalde, Carrió el 30 de octubre de 2011”.

“Para quienes ven la realidad de la política desde el ojo de cerradura de la competencia electoral –analiza Zuleta– es posible que los cambios sean mínimos. Las multitudes del 8N no expresan tendencias demasiado diferentes de las que en los últimos meses vienen revelando las encuestas nacionales: un empeoramiento gradual de casi todos los indicadores de apoyo y evaluación de desempeño del Gobierno, pero en el plano del voto, el oficialismo conserva lo sustancial de su caudal electoral, ante la ausencia de propuestas y liderazgos alternativos.”

raulkollmann@hotmail.com

Página/12 :: El país :: De clase, organizada, sin impacto electoral

QUERES SABER MAIS:

El pais › OPINION

Cacerolas, representación y liderazgo

Por Edgardo Mocca

Las marchas de protesta del 8 de noviembre fueron más numerosas que las anteriores del 13 de septiembre. El dato no es en sí mismo ni novedoso ni sorpresivo; es un producto del atractivo de una… [+]

El pais › OPINION

La parte y el todo

Por Mario Wainfeld

Novedades de la movilización masiva. Recuerdos de otros años bisiestos, la oposición en el espacio público. Teresa, una opositora que invoca representar al todo. Compañeros de ruta o analistas que leen parecido. Los desafíos para el Gobierno. Un año difícil, uno que asoma más amigable. Unas líneas sobre policlasismo y potencial político.

El pais › LA OPOSICION DEBATE COMO CAPITALIZAR LA PROTESTA CONTRA EL GOBIERNO DE ESTA SEMANA

Las cacerolas y la representación política

Por Werner Pertot

Algunos sectores de la oposición plantean la necesidad de buscar alianzas electorales. Francisco de Narváez y Gabriela Michetti proponen acuerdos amplios. Desde el FAP, Victoria Donda rechaza al PRO, pero Hermes Binner habló ayer de “demandas

10/11/2012

Observações sobre a marcha em Buenos Aires

Filed under: Buenos Aires,Cacerolaço,Grupo Clarin,Grupos Mafiomidiáticos — Gilmar Crestani @ 9:08 am

Além dos manifestantes, o governo argentino também deve se preocupar com os descontentes que ficaram em casa

A marcha desta quinta-feira (08/11) superou, em termos de público, os panelaços de setembro. A quantidade numérica de participantes será objeto de disputa. O setor que a organizou, quem participou, os grandes meios de comunicação e a direção da oposição consideraram a marcha um golaço e um sucesso que superou suas expectativas. À primeira vista, ampliou-se o número de participantes, mas não se enriqueceu o espectro social.
Uma multidão se fez presente no tradicional epicentro na Cidade Autônoma. Também houve mobilizações em diferentes cidades de várias províncias. O número no espaço público sempre indica algo. O nível da manifestação de ontem foi elevado, um sintoma do afã de um setor da cidadania de “disputar a rua” com o kirchnerismo. O envolvimento de minorias usualmente não ativas amplia o campo democrático. Sua participação e as coberturas militantes de tantos meios de comunicação deram testemunho de uma ampla liberdade de expressão.
A ação direta não é uma novidade na Argentina, tampouco que ela seja utilizada contra o atual governo. Greves incluindo serviços públicos muito sensíveis, bloqueios de ruas e estradas, ocupações de estabelecimentos ou escolas e atos similares são um dado cotidiano. É lógica instrumental: a ação direta é, em média, proveitosa para quem a promove. Quando reivindica alguma questão específica, vale mais ainda. Não é este o caso.
Há algo central nas mobilizações de 13 de setembro e 8 de novembro, que as distingue nitidamente das (para citar exemplos memoráveis, não únicos) convocatórias de Juan Carlos Blumberg ou os bloqueios e mobilizações “do campo”. É sua absoluta carência de reivindicações precisas, objetivos imediatos acessíveis, lideranças visíveis e (aspecto não menor) oradores que as expressem, sintetizem ou enquadrem no encerramento dos atos.

Leia mais

Há quem veja pura virtude nessas ausências, que o cronista lê como um limite severo. Sua presença, supõe este escriba, poderia assinalar o potencial de outras manifestações. Em setembro, estava anunciado que haveria outro ato e que seria maior. A repetição no futuro poderia ser mais trabalhosa, ainda que nenhum futuro esteja escrito totalmente de antemão.
Espontaneidade e prêmios
O cronista não acredita que as marchas espontâneas “valem” mais que as organizadas. Inclina-se mais pelo oposto. Pessoas antipolíticas ou auto-designadas apolíticas defendem o contrário. Houve quem quis embelezar os idos de setembro atribuindo-lhes esse “dom”. Desta vez, a maquiagem foi impossível já que proliferaram os convocadores. O editorial de ontem do jornal La Nación, que convoca a superar “o medo” e se jacta da própria constância republicana, ganhou a medalha de ouro. Sua desenvoltura ao evocar o passado, omitindo o apoio que deu ao golpe e à ditadura também merece seu troféu: um Guinness da hipocrisia e da mentira.
A cobertura dos meios de comunicação dominantes durante as semanas prévias ao ato e dos dias vindouros exalou pertencimento. La Nación online se valeu das redes sociais para comprovar que o repúdio anti-K disse “presente” em todo o planeta. Começou na Austrália, como os festejos de fim de ano: 32 assistentes. O fato de massas se ramificou em Paris, Roma, Viena e outros locais, incluindo o Azerbaijão. Deveras.
Um fantasma percorre o mundo, poderia se dizer, se a frase não fosse de quem fosse. O exagero varia entre o simpático e o cômico (você dirá) além de ser muito sintomático. Tornar-se grande é o lema. O governo da Província de Buenos Aires difundiu “cifras oficiais” do protesto que convocou. O Clarín online as tomou como verdade revelada. Pouco sério…
Incentivo, convoco, não vou
Dirigentes opositores trataram de capitalizar a marcha, sem contrariar seus participantes que alegam não querer ser “usados”. Alguns poucos foram à manifestação. Interpelaram “o povo”, ainda que prometendo não fazer isso. “É a sociedade civil que se expressa” e “não devemos perturbar o ato” foram, com matizes mínimos, os argumentos mais repetidos. Há uma inescapável contradição nesse endeusamento de uma sociedade encapsulada e o chamado para que ela se mova. Mauricio Macri e Elisa Carrió incorreram nela, sem problema algum.
Os manifestantes, conforme seus cartazes mostraram, têm como consignas preferidas os “Não” e os “Basta”. Isso pode servir para o protesto, não para articular uma força com potencial de governar.
O afã dos dirigentes que chamam e não vão é mostrar uma improvável unidade de 46% que votou fora do kirchnerismo em dezembro. E comandar esse coletivo para ir mais adiante. Vários obstáculos interferem com essa tática, não tão diferente a do Grupo A, a partir de 2008. O primeiro é que esse “coletivo 46” exista enquanto tal, unido e organizado. O segundo, mais específico, é que uma alternativa político-eleitoral requer um esboço de programa. O cientista político e jornalista José Natanson acerta no alvo quando assinala em um artigo publicado no Le Monde Diplomatique que não há na praça uma oferta de programa econômico alternativo ao oficialista.
Tampouco emerge uma força não-K que interpele com certo êxito a distintos setores sociais. Com ironia, Natanson lembra aqueles que “vociferam contra o populismo oficialista” que “o kirchnerismo é, como toda experiência populista, um movimento policlassista”. Sem base social ampliada nem projeto articulado, a oposição se pendura no pescoço dos manifestantes.
A parte e o todo
A vulgata midiática e “a Opo” falaram do “povo” ou da “cidadania” como se a parcialidade de ontem expressasse toda a sociedade. Não se sabe em que lugar ficam os que pensam diferente. Que matemática os leva a avaliar que uma marcha mede melhor a legitimidade que um rotundo veredito eleitoral recente.
O kirchnerismo, por sua vez, deveria evitar a tentação de confundir a parte com o todo. Em dois sentidos. Um, bastante trilhado no oficialismo, seria reduzir a pluralidade dos manifestantes a seu ramo mais odioso, que existe e se faz notar. Mas a extrema direita na Argentina é minoritária e espanta votos, diferente do que ocorre no Chile, por exemplo. Esses grupos colocam toda sua munição a mostra, é certo, mas jamais somam tanto. Se pudessem o teriam feito em Comodoro Py, ante cada sentença exemplar contra os repressores.
Outra má leitura seria acreditar que os que saíram para a rua são os únicos que questionam, que rechaçam (mesmo que em parte) suas políticas públicas ou que tiveram contrariados interesses próprios no mandato da presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sim, há descontentamento para além dos manifestantes. Problemas de gestão, erros em determinadas políticas impactam o cotidiano de muitas pessoas. Ou seja, sim, há argentinos que ficaram em casa (em relação aos quais é bom prestar atenção) descontentes ou menos de acordo do que um ano atrás. Isso é, em rigor, uma obrigação constante do governo. Fatos como o 8 de novembro devem induzir a revisões ou olhares mais panorâmicos que transcendem as visões mais imediatas. Sem abandonar o contrato eleitoral, é o caso de confirmá-lo.
Esta nota foi escrita sobre a marcha, da dupla acepção possível. São as primeiras acepções. Deverão ser ampliadas e melhor precisadas nos próximos dias, quando o calor der uma trégua.
mwainfeld@pagina12.com
*Artigo republicado originalmente pela Carta Maior

Opera Mundi – Observações sobre a marcha em Buenos Aires

Detrás del ruido de las cacerolas

Filed under: Cacerolaço,Grupo Clarin,Grupos Mafiomidiáticos — Gilmar Crestani @ 8:41 am

 

Aníbal Fernández *

Actuemos contra el terrorismo mediático

El terror es, en su mayor parte, inútiles crueldades cometidas por miedo. Federico Engels

Como hacía mucho no se veía, el editorial del diario La Nación del mismísimo 8N, titulado “Actuemos contra el miedo”, es un decálogo de amenazas, provocaciones e incitaciones escupidas en forma de perdigonada abierta, para que alcance al que alcance.

De arranque, nomás, escupe “Ante el autoritarismo creciente” y aclara que la ausencia de una respuesta crea la duda entre “prudencia o cobardía” y pone a sus lectores ante la disyuntiva de sentirse unos cobardes o actuar, porque un párrafo más adelante, concluye que “en algún punto la prudencia se vuelve cobardía”.

Y hete allí, a esa altura del editorial (apenas dos párrafos), el lector poco avezado ya sentirá que la vergüenza le tiñe la cara, porque, según su diario, si no “actúa” es, como mínimo, un gallina. Y operarán sobre él todos sus miedos, sus temores y sus rencores convertidos en ese raro terror que provoca el sentirse expuesto.

Provocado ese primer impacto, la lectura se extiende en una serie de consideraciones sobre organismos del Estado puestos al servicio del proyecto autoritario “de quienes están hoy en el gobierno”, sobre las que ni siquiera vale la pena extenderse porque es “más de lo mismo”. Una cantilena que La Nación viene entonando desde el día mismo en que Néstor Kirchner asumió la presidencia de la República y que, a partir de Cristina, se tornó casi una letanía…

Bah, en realidad la letra nació allá por 1955, cuando luego de derrocado Juan Perón, sintieron que habían ganado “la guerra” y comenzaron a editorializar sobre títulos como: “La abyección de que hemos salido”, “El retorno a la libertad de prensa”, “Las voces del campo”, “Contrabando y especulación con divisas”, “El delito de las palabras” y “La XI Asamblea General de la SIP”…

Sí. Efectivamente éstos son algunos de los títulos de los editoriales del diario La Nación luego del 16 de septiembre de 1955. Surgen de una investigación que realizamos en la Hemeroteca del Congreso: los mismos temas de entonces, los mismos temas de ahora. Y también los mismos conceptos. No han cambiado ni siquiera las palabras para nombrar las mismas cosas. Los negocios tienen una sola cara y un solo nombre.

Pero volvamos al editorial del jueves. Ese que de arranque critica “la ausencia de una reacción contundente” y reclama “mayor valentía para desafiar” al Estado. Y que luego, en un arranque casi fatalista, se duele de la situación del Poder Judicial. Dice: “Los jueces están, igual que todos nosotros, acorralados entre un gobierno que avanza sobre ellos sin escrúpulos”, para luego, centrar sus críticas en las entidades empresariales a las que acusan de “haber sido disciplinadas”. Eso sí: rescatan al “campo” y justifican su derrota en que no consiguió el “acompañamiento de otros sectores”.

De allí, casi dando un salto mortal, convocan a “unirse para cuidar la democracia republicana y aliarse en favor de las libertades, del pleno Estado de Derecho y la justicia”. Cosa muy loable, si acto seguido no cerrara con una velada amenaza: “Sin por eso dejar de tender puentes a los que hoy han desviado el poder del Estado, para que no queden allí las semillas de un renovado rencor”.

Una obra maestra… del terror, el editorial. Y la más clara demostración de lo que sostiene nuestra Presidenta: “Estamos viviendo un momento de libertad de expresión nunca antes visto en la Argentina, estamos viendo una democracia total, en donde cada uno puede vivir, puede decir lo que piensa”.

Porque La Nación dice lo que piensa. Hoy y también lo ha dicho en 1955. El texto de este editorial sigue a pie juntillas la línea liberal retardataria que ha mantenido desde su fundación. Esto surge con absoluta claridad de la investigación que realizamos. Así como también surge que noviembre de 1955 fue un mes de altas temperaturas (36,7 la máxima), como este que atravesamos… Acaso provocados ambos por mentes calenturientas que atesoran ideales golpistas, sin encontrar los adecuados personeros para la asonada.

* Senador nacional por el FpV.

Página/12 :: El país :: Detrás del ruido de las cacerolas

30/09/2012

Radiografia do CANSEI argentino

Filed under: Cacerolaço,CANSEI,Golpismo,Grupos Mafiomidiáticos — Gilmar Crestani @ 10:10 am

Los que llaman a manifestar son grupos cercanos al PRO, Unión por Todos, la Sociedad Rural y el Episcopado. Usan la web para convocar y disimular su pertenencia política.

Por Nicolás Lantos

El agradecimiento que circuló por la web a las principales páginas que convocaron el 13-S.

El poeta romano Juvenal escribió en sus Sátiras “Quis custodiet ipsos custodes?”, frase que con el paso del tiempo se volvió uno de los grandes nudos de la política moderna: ¿Quién vigila a los que vigilan? Antes, durante y después de las manifestaciones opositoras del 13 de septiembre se insistió con la naturaleza “espontánea” de las protestas y se destacó que ningún partido político formó parte de la organización, dándoles a esas dos características el halo de virtud. Sin embargo, ninguna de esas dos afirmaciones son ciertas: la protesta del 13-S (al igual que otras menores como la que se dio en Nueva York la semana pasada frente al hotel en el que estaba alojada CFK) estuvo cuidadosamente planificada y difundida desde espacios confluyentes a partidos como el PRO y Unión por Todos, grupos políticos difusos como el justicialismo disidente y organizaciones sectoriales como la Sociedad Rural y el Episcopado Argentino. Así las cosas, y parafraseando a Juvenal, cabe preguntarse: ¿Quién convoca a los autoconvocados?

La protesta fue “convocada por las redes sociales”, se repitió luego del 13-S. Es cierto que Facebook y Twitter fueron herramientas cruciales para garantizar la masividad que tuvieron los cacerolazos en la ciudad de Buenos Aires y algunas urbes del interior. Sin embargo, se trató solamente del medio a través del cual se difundió el llamado a marchar contra el gobierno kirchnerista. Un medio sumamente eficiente para hacer masivo (viralizar) contenido de todo tipo, tanto como para enmascarar a los verdaderos emisores de ese mensaje. Es que, aunque parezca redundante advertirlo, las redes sociales no convocan, sino que son meramente el canal mediante el cual se realiza la convocatoria.

Y aunque resulta virtualmente imposible rastrear los orígenes de una campaña viralizada, cuando está bien hecha, algunos nombres se repiten detrás de los carteles confeccionados en Photoshop, las arengas y los eventos que, con dos semanas de anticipación, llamaban a marchar con consignas heterogéneas. Desenmascarados en primera instancia mediante las mismas redes por militantes kirchneristas, Página/12 pudo comprobar que muchos de ellos tienen vinculaciones, a veces estrechas, con los mismos espacios políticos que celebraron la supuesta espontaneidad de la protesta, a la vez que cuentan con el know-how de cómo utilizar al 2.0 para sus fines con la mayor efectividad posible.

Es el caso de Luciano Bugallo y Martín Urdaniz, dos nombres que aparecen constantemente vinculados: el primero trabaja como administrador, particularmente en negocios vinculados al agro, que le valieron contactos con la Sociedad Rural Argentina (de la que es miembro y en la que llegó a ocupar cargos); el segundo un ingeniero especialista en community management y social media, es decir, el arte de dar publicidad a cosas a través de las redes sociales. Los dos aparecen entre los administradores de la mayoría de los grupos de Facebook desde los cuales se realizó la convocatoria, como El Cipayo y Argentina Contra K, entre otros.

Ambos, además, participaron y participan de una serie de emprendimientos “ciudadanos”, en forma de ONG, think tanks y páginas web en los que se agrupan opositores. Grupo Ceibo, Red de Encuentro Ciudadano y Pensando Argentina son los nombres de algunos de estos emprendimientos, desde donde no sólo se despotrica contra el gobierno nacional: la oposición al aborto no punible, a los juicios a los represores y al matrimonio homosexual son otros tópicos recurrentes.

El aparato 2.0 desde el que se realizó la planificada convocatoria al cacerolazo de septiembre no es autónomo: según informó este mismo diario en junio, cuando (pocos lo recuerdan) se realizó una operación similar que desembocó en un cacerolazo de pocos cientos de personas, tanto Bugallo como Urdaniz formaron parte de la Fundación Fragua, en la que tiene un rol fuerte Maximiliano Gulmanelli, director general de Educación de Gestión Estatal de la Ciudad, y ex asesor de Santiago de Estrada, “el Obispo”, hombre del Episcopado en el PRO. Otro espacio en el que coincidieron fue Argentina Ciudadana, una fundación cuya cara visible es el legislador macrista Sergio Bergman.

La presencia de Bergman y otras figuras del macrismo en la marcha, entonces, no se trató de una adhesión: fueron a participar de algo que ellos mismos propiciaron. No fueron los únicos: también hizo acto de presencia en la Plaza de Mayo Patricia Bullrich, como pudo apreciarse en las fotos donde se la vio bailando con el legislador PRO Juan Pablo Arenaza y los jóvenes del Partido Liberal Libertario en ropa interior: ¿cómo iba a faltar, si ella misma, a través de su partido unipersonal Unión por Todos, fue la que contrató a la camioneta que arengaba a los asistentes a través de los altoparlantes? Quizás, en su afán de diferenciarse del kirchnerismo, la oposición quiso dar la imagen de que estaban desunidos y desorganizados. Pero la realidad es otra bien distinta.

Página/12 :: El país :: Radiografía cacerolera

22/09/2012

Cacerolaço ou síndrome de abstinência?!

Filed under: Argentina,Cacerolaço,Golpismo,Síndrome de Abstinência — Gilmar Crestani @ 8:04 am

Imagen: Leandro Teysseire

Odiólar

Por Luis Bruschtein

La DEA los puso en la mira. Con el dólar se compran casas, con el dólar se ahorra, con el dólar se viaja. Sin el maldito dólar no se puede hacer nada. Y algunos sectores de las clases media y alta sufren de su abstinencia como un cocainómano en bajón. Algo de eso tuvo el cacerolazo. Síndrome de abstinencia. La desesperación del adicto que no puede consumir, el drogón al que le sacaron el caramelo y arremete contra las paredes, trata de asesinar al enfermero, odia a los médicos que lo atienden y a los padres que lo internaron.

Seguramente fue más complejo, seguramente intervinieron muchísimos factores, pero cuando el Gobierno cerró la canilla del dólar gatilló un mecanismo asesino en esos sectores. Cada una de las medidas, desde los trámites con la AFIP por computadora que después rechazan los bancos, hasta el 15 por ciento de aumento a la tarjeta alimentó al asesino serial, al monstruo solitario que anida en la zona oscura del cerebro de un ser humano argentino, dizque civilizado.

La clase media kirchnerista o que no es antikirchnerista pudo elaborar esa abstinencia, sublimarla con un razonamiento político que va más allá de la bronca inmediata, una mirada que le permite ver por encima de las fronteras una crisis mucho peor que la falta del dólar.

En cambio para la clase media antikirchnerista, que había quedado aturdida después de las elecciones, la sequía de dólares operó como catalizador del pataleo, sumó y potenció toda la bronca. Es un estado de ánimo que reclama por los dólares, contra “los planes descansar” (la Asignación Universal por Hijo), y contra el pago de impuestos. Pero no menciona estos puntos. Prefiere hablar de la “korrupción”, de la falta de libertad o “diktadura”, del rechazo a la reforma de la Constitución, a la re-reelección.

Los reclamos que mencionan son los que se pueden discutir, pero no son los que encienden la llama del odio. El polvorín está en los temas que no mencionan y, sobre todo, o por lo menos el más extendido, el maldito dólar. O se lo menciona detrás de eufemismos como la falta de libertades (para comprar dólares) y algunas otras que equiparan mágicamente a la Argentina con Cuba y Venezuela.

Nadie se hace cargo del embole que produce en general a los sectores medios esa adicción. Más de un kirchnerista se tragó una puteada cuando viajó al Uruguay y lo estafaron con el cambio. O cuando alguna de esas medidas lo sorprendió en medio de una transacción inmobiliaria que se frustró o se encareció.

Esa es una discusión: la forma de cortar una adicción surgida en años de devaluaciones y corralitos que había convertido a la Argentina en el país con más dólares per cápita después de Estados Unidos. Y, al mismo tiempo, hacer ese corte en el marco de una inflación importante.

El peligro de esa adicción en un país con inflación son las corridas cambiarias. Y el peligro es más grande aun cuando esas corridas muchas veces son provocadas por grandes empresas exportadoras para obligar a una devaluación drástica del peso. Y más peligroso aún es si esa corrida se produce en el contexto de una crisis mundial. Con ese marco, una devaluación forzada hubiera podido llegar a provocar una crisis peor que la híper de Alfonsín.

El contexto previo al cierre de la canilla era el de miles de millones de dólares girados al exterior o llevados al colchón. Un clima intoxicado con versiones de corralitos y devaluaciones que no ocurrieron. Los mismos empleados bancarios aconsejaban retirar los depósitos. Si esa corrida no paraba, la economía difícilmente sobreviviera. O sea: los sectores de clase media que están rabiosos porque tienen pesos pero no pueden comprar dólares, ahora no tendrían esos pesos para comprarlos. La canilla de los dólares se cerró para proteger a una economía que hizo prósperos a los mismos que reaccionan furiosamente contra esas medidas.

La furia fue llamativa. El odio dio vergüenza ajena. La bronca por el dólar estaba subyacente y con mucha fuerza, pero no alcanza para explicar todo. El odio forma parte innata, constituye la amalgama de una cultura donde la supuesta superioridad social, económica o cultural, otorga licencia para matar. Es algo que tiene raíces históricas en la Argentina donde la supuesta ilustración siempre apareció enfrentada al progresismo real de las masas. O por lo menos así fue presentado por historiadores que falsearon alineamientos o ignoraron a los intelectuales que no respetaron esa regla elitista.

En la búsqueda de posibles explicaciones a tanto odio apareció una frase de Arturo Jauretche navegando por las redes: “Conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor”. Jauretche fue un sociólogo autodidacta, probablemente uno de los que hicieron aportes más ricos sobre la idiosincrasia de los argentinos y constituye un ejemplo de los que han sido ninguneados por las academias.

Es difícil entender el odio y más difícil aún es entender su naturalización o su minimización por parte de columnistas e intelectuales de la oposición. Fueron pocos los que tuvieron el reflejo o la valentía de señalarlo. Algunos incluso llegaron a tratar de ocultarlo. El canal TN de Clarín fijó sus cámaras desde el principio hasta el final sobre la marcha de los caceroleros, pero le quitó el sonido y no hizo entrevistas a los manifestantes. Unos días después, en un programa de ese canal se presentó un panel con supuestos caceroleros espontáneos donde todo estaba guionado. Ninguno se superpuso, como si se hubieran distribuido previamente los temas. Los periodistas disfrazaron todavía más la mentira acusando de “oficialistas” a los demás canales que difundieron entrevistas de caceroleros histéricos. Si les da vergüenza ser partícipes y beneficiarios de ese odio, más les valdría reflexionar sobre esa cuestión, en vez de operar para ocultarlo.

En los últimos treinta años hubo manifestaciones opositoras contra todos los gobiernos. En el caso de Menem, marchaban familiares de víctimas de la dictadura cuyos asesinos habían sido indultados por su gobierno y decenas de miles de desocupados que habían perdido sus trabajos por sus políticas. Tenían muchos más motivos para el odio que estos caceroleros, pero nunca en esas manifestaciones se escucharon expresiones criminales como las que se manifestaron en el cacerolazo. Nunca se le deseó la muerte a Menem ni a su familia y lo mismo con De la Rúa. Fue repugnante escuchar esas consignas y fue repugnante ver cómo algunos periodistas que se jactan de civilizados se callaron y se hicieron cómplices de esos actos miserables de exaltación de la muerte. El mismo grupo social y la misma cultura que festejaba el cáncer de Evita sesenta años atrás. A la Presidenta no se le perdona un chiste mínimo, pero a ese grupo social le está permitido convertir en consigna política la muerte del otro.

Esa fue una expresión del odio. Porque otra de las explicaciones del odio es el tono de los grandes medios encrespados por la pérdida de privilegios que implica la Ley de Servicios Audiovisuales. Se puede hacer mucha teoría sobre el tema. Y a eso se dedica la periodista Mariana Moyano. La bajeza expresada en la forma revanchista con que informaron sobre un robo en su domicilio termina por confirmar, si alguien todavía tenía dudas, que la propiedad de los medios no puede estar concentrada ni monopolizada, que es necesario que haya diversidad y educación.

La mayoría de los grandes medios festejaron que le haya sucedido esa desgracia a una periodista que cuestionaba la manera en que los medios operaban sobre el tema de la inseguridad. Pero lo más rastrero fue que en varios de los noticieros se divulgaba la dirección de esa periodista, como si estuvieran convocando a que se repitieran los hechos. Igual de rastrero fue que inventaran que entre los pocos objetos robados hubiera dólares. Una “periodista K” con dólares constituye algo muy regocijante, aunque sea mentira.

La ruta del odio lleva a los enfrentamientos violentos. Es algo que ya se vivió y se sufrió. Es un camino más que peligroso. Si la oposición no critica estas expresiones –y las justifica como en otras épocas–, estará repitiendo los mismos errores del pasado.

Página/12 :: El país :: Odiólar

11/06/2012

As caçarolas da Recoleta soam em dólares

Filed under: Argentina,Cacerolaço — Gilmar Crestani @ 9:42 am

Imagen: Dafne Gentinetta

Lo que hay detrás de las cacerolas

El reclamo para atesorar en dólares aparece como la causa principal que llevó a grupos de clase media y alta a manifestarse. Los especialistas consultados también afirman que lo que no toleran estas facciones es avanzar hacia una sociedad más igual.

Producción: Tomás Lukin

debate@pagina12.com.ar


Son los dólares

Por Melina Deledicque * y Mariano Féliz *

Diciembre de 2001 fue el momento en que todas las contradicciones del proyecto neoliberal en Argentina colapsaron. La magnitud de la crisis era tal que ese mes hasta los sectores medios, tradicionalmente más conservadores y menos propensos a movilizarse colectivamente, salieron a las calles con sus cacerolas. En una suerte de catarsis colectiva, amplias fracciones de las clases medias urbanas de la ciudad de Buenos Aires y algunas otras ciudades recuperaron el espacio público. Lo hicieron, primero, en función de un reclamo material muy específico, como era el manejo de sus depósitos bancarios que habían sido congelados por el corralito. Esa medida que hizo colapsar la circulación monetaria tuvo amplios efectos contractivos sobre el conjunto de la actividad productiva y en particular sobre la economía informal. De allí en más, la acentuación de la crisis y la convergencia con otras fracciones sociales –el recordado “piquete y cacerola”– impulsó un reclamo más amplio cuando en los días previos a la Navidad de 2001 decenas de miles se movilizaron contra el Estado de sitio decretado por el entonces presidente De la Rúa. Las efímeras pero significativas asambleas populares constituidas por cientos en esos días marcaron toda una novedad para la política argentina: las clases medias emulaban las formas de autoorganización de los sectores populares e intentaban recuperar la práctica de la política en primera persona.

Diez años después, retornaron las cacerolas, pero ahora una fracción ínfima de esa clase media vuelve a las calles. Esta vez, sin embargo, la naturaleza de su reclamo se devalúa por el contexto, el tiempo pasado y –sobre todo– por el sentido de la acción colectiva. El contexto es diferente, pues hoy el capitalismo argentino no atraviesa una crisis total como en 2001 sino que comienza a deslizarse por un sendero de desaceleración pero sin perspectivas catastróficas. El contraste con aquellos años es que hoy no está en cuestión la propia legitimidad del proceso político como si lo estaba en aquel momento con el “que se vayan todos”. El Estado ha recuperado su capacidad de condensar las exigencias de orden de las clases dominantes, y la protesta callejera de ciertas fracciones de los sectores medios tienen poca capacidad de impugnación de la recuperada hegemonía del capital.

Finalmente, la demanda de “derecho al atesoramiento de dólares” en el actual contexto aparece como poco razonable y nada generalizable, en el marco de una sociedad donde la capacidad de ahorro se reduce a un subsector muy reducido de la población. Por otra parte, en el marco de un “capitalismo serio”, la clase media atesoradora se convierte en un residuo (o peor aún en un factor negativo) frente a las fracciones medias rentistas que colocan sus excedentes líquidos en inversiones inmobiliarias u otras formas dinámicas de capital financiero. En un capitalismo donde la capacidad de producción de plusvalía no está puesta en cuestión, el atesorador es un personaje simpático pero para nada funcional.

En diciembre de 2001, el corralito como agravio –para usar el concepto de E. P. Thompson– golpeaba seriamente a una importante porción de los sectores medios, que iba más allá de quienes detentaban plazos fijos e incluía a los –mucho más numerosos– poseedores de cuentas corrientes y de ahorro en general, y tenía efectos expansivos al conjunto social en un marco de crisis orgánica. De allí, la dimensión y legitimidad de la acción emprendida por los participantes. Hoy, el agravio sólo atañe a una fracción de las clases medias que no pueden generalizar su visión del mundo pues material y simbólicamente no remite a las prácticas mayoritarias de su propia clase. Por otra parte, estas cacerolas no pueden interpelar al conjunto del pueblo trabajador (y no lo buscan) porque no cuestionan un proyecto capitalista en crisis.

La limitación a la compra de moneda extranjera es una medida torpemente implementada por el Gobierno y no ataca los problemas de fondo que se traducen en presiones devaluatorias. Las restricciones a la compra-venta de dólares no resuelven la crítica situación del balance de pagos que se vincula al síndrome de endeudamiento crónico de la Argentina, el peso creciente del capital transnacional (y su política de fuga de divisas) y la incapacidad sistémica de la industria argentina de competir internacionalmente sobre la base de la inversión. Las cacerolas se convirtieron en el chivo expiatorio (como en otro momento, Repsol, Clarín, los “fondos buitres” y otros) para que el Gobierno pragmáticamente accione con el fin de desplazar las barreras de su proyecto, ganando tiempo y creando nuevo espacio político de maniobra.

* Miembros del Centro de Estudios para el Cambio Social.


No toleran la igualdad

Por Sandra Guimenez *

Algunos acontecimientos sucedidos en estos últimos días, relacionados con protestas y oposiciones hacia medidas tomadas por el Poder Ejecutivo nacional e incluso por el provincial, invitan a comprender cabalmente el sentido de tales ofuscaciones sociales y a desgranar qué es lo que realmente se está batallando.

Los grandes productores agropecuarios de la provincia de Buenos Aires presentan una fuerte resistencia a la actualización fiscal del valor de sus campos, aun cuando la última se hubo realizado hace cincuenta años. Accedieron a ganancias extraordinarias y millonarias en la última década, que a la sociedad le implicó un costo elevado presente y futuro por el deterioro del suelo y la extinción de otros cultivos, pero no están dispuestos a compartir un pequeña parte de esos dividendos con el resto de la sociedad. No sólo fueron objeto de políticas públicas específicas, sino que también fueron receptores de la búsqueda intencionada de recomposición del vínculo por parte del Gobierno; es decir, además de fondos, subsidios y créditos, recibieron un gesto amable posconflicto en la atención de sus necesidades. Estos grupos, antes que productores, son representantes de una élite social que históricamente colisiona con aquellos gobiernos que se interesan por establecer ciertos balances sociales. Y, como parte de una clase social históricamente antipopular y antinacional, prefieren optar por arrojar su producción a la ruta, antes que pagar una moderada reactualización del valor de los campos, no sea cuestión de que ese revalúo se transforme en políticas “populistas” que, desde su discurso, atentan contra la cultura del trabajo.

Por otro lado, llama la atención las protestas callejeras que vienen llevando a cabo algunos vecinos de zonas acomodadas de Capital Federal que, cacerola en mano, se reunieron en las esquinas para manifestar su rechazo a la política oficial de controlar la compra de moneda extranjera. Más allá de mi opinión sobre la forma de encarar esa medida (que, considero, hubiera requerido otro tipo de comunicación hacia la sociedad por el tipo de relación adictiva que históricamente se construyó con el dólar), lo que resalta es que detrás de este reclamo, si bien hay vecinos “sueltos”, se agazapan aquellos mismos sectores antipopulares y antinacionales que, engarzados con sectores de la Iglesia, la derecha más reaccionaria y algunos pro-políticos, tienen muy claro que necesitan desestabilizar un proyecto de país que pretende nivelar diferencias sociales que llegaron a ser escandalosas allá por el 2002.

Y llego aquí al meollo de la cuestión: ¿qué defienden realmente estos sectores?, ¿qué aspecto eriza su sensibilidad al punto de pretender que estamos viviendo una dictadura? Lo que está dando vueltas allí es que lo que no se tolera es avanzar (aunque sea lenta y moderadamente) hacia una sociedad más igual. Durante los años de vigencia del Estado de bienestar, comenzó a constituirse la percepción de que la sociedad argentina abogaba por una mejor calidad de vida para todos los ciudadanos que emparejara de alguna manera las diferencias de origen. Erradamente, ello indicaba que, entonces, esta sociedad buscaba ser más igualitaria, eliminando o suavizando lo más que se pudiera la diferencia entre las distintas clases sociales. Y digo erradamente, porque justamente la historia de nuestro país refleja que, cada vez que esta sociedad empieza a sostener un proyecto que tiende a ser más “igualitarista”, se producen fuertes enfrentamientos de clase. En todo caso, esta sociedad tolera transversalmente la expectativa de que las personas que conforman esas clases mejoren su situación, es decir, se tolera la expectativa de la “mejoría”. Pero ello se soporta si la mejoría no implica que se borren ni las diferencias ni los privilegios de clase. Los sectores más acomodados, así como algunos de clase media, no resisten que la expectativa de la mejora se transforme en expectativa de igualdad, porque lo que los sostiene como clase tanto desde el punto de vista económico como social y principalmente cultural, es reconocerse por oposición superior a la masa desgreñada que nació únicamente para trabajar y vivir con lo justo. Los escandaliza sólo pensar que un trabajador pueda acceder a los estándares de vida a los que ellos están acostumbrados “naturalmente”, porque ésa es la vida que conocen y que quieren seguir sosteniendo aun a riesgo de que toda la sociedad se vaya al demonio.

La construcción por delante no es nada sencilla, requiere una batalla económica, social, política y profundamente cultural en pos de lograr un consenso en torno a que una gran parte de la sociedad tome como suya la bandera de la tolerancia a una sociedad más igual y, consecuentemente, que legitime políticas que globalmente tiendan a ese objetivo.

* Socióloga, doctora en Ciencias Sociales, UBA.

Página/12 :: Economía :: Lo que hay detrás de las cacerolas

02/06/2012

Cacerolaço a moda boludo

Filed under: Argentina,Cacerolaço — Gilmar Crestani @ 11:42 am

Os golpistas não dormem. Fosse no Brasil, se chamaria CANSEI.

Puro humo

Por Luis Bruschtein

El cacerolazo se hizo famoso cuando las señoras de la clase media alta se movilizaron en el Chile de los años ‘70 contra el gobierno socialista de Salvador Allende. Aquí también se usa como protesta y este jueves y viernes se produjeron cacerolazos emparentados con aquellos chilenos. Pese a que lo usan los ricos cuando se toma como protesta la imagen de una olla vacía, lo primero que se piensa es en la falta de alimentos. Para ser redundantes: una cacerola vacía tendría que ser una protesta contra el hambre. Uno quiere pensar que la olla vacía la muestra el que no tiene con qué llenarla. Por eso resulta patético que suenen en Recoleta o Barrio Norte, que es donde no tienen ningún problema para atiborrarla. Que una señora recoleta cacerolee es lo más parecido a una broma si uno pudiera reírse sin indignarse. Hubo muy poco cacerolazo. Fue más lo que intentaron mostrar TN y algún otro medio empeñado en exagerar la protesta opositora, que lo que realmente hubo. Pero ni siquiera cuando esos medios enumeraban los barrios donde se habían producido cacerolazos, ni siquiera cuando ellos hacían la lista, se les ocurrió incluir algún barrio humilde. Las pocas señoras que mostraban las ollas, son las que más tienen para llenarlas y es poco probable que lo hayan hecho en solidaridad con las ollas no tan opulentas de los barrios más humildes.

En realidad, el gran cacerolazo convocado por la supuesta mayoría silenciosa fue más silencioso que mayoría. Fue un intento de las usinas de inteligencia más duras de la oposición para tratar de hacer un puente otra vez entre una protesta ciudadana con los nuevos enojos de la Mesa de Enlace bonaerense, esta vez molestos por el revalúo de sus tierras, cuyo valor fiscal permanecía inmóvil desde hace décadas.

Fueron sintomáticos dos hechos: el primero fue que fracasó el intento de los ruralistas de convocar a una protesta a nivel nacional. Y el segundo fue la escasa convocatoria que tuvo el promocionado cacerolazo. Si se quiso reescenificar la protesta masiva de la época de la 125, el fracaso fue de proporciones importantes.

Otra vez la oposición sintió los rebencazos de la oposición mediática cuando dio quórum en la Legislatura bonaerense para discutir el revalúo de los campos. La operación esta vez fue mostrar una fotografía no muy clara del celular de José Ottavis, dirigente de La Cámpora, e inventarle un texto. Sobre la base de una foto real, pero borrosa, se especuló con un contexto en que el oficialismo supuestamente había comprado la presencia de los legisladores opositores, para el caso, los radicales y los peronistas disidentes. El oficialismo aparecía pagando las coimas o siendo complacientes con ellas, pero el golpe era contra los legisladores de la oposición que supuestamente las recibían.

Ottavis explicó que otra legisladora de su bancada le contaba en un mensaje telefónico lo que se estaba diciendo en su pueblo. Era una versión que se había hecho correr para castigar a los legisladores opositores. Esa versión de pago chico fue la tapa de Clarín y se reprodujo hasta el cansancio por los noticieros del multimedio. Esa operación ya se había intentado cuando se dijo que el oficialismo había comprado el voto de los diputados radicales que votaron a favor de la expropiación de la mayoría accionaria de YPF. Cuando la oposición transgrede la norma que le imponen los grandes medios, es castigada con el mismo tipo de denuncias furiosas, pero nunca probadas sobre corrupción. Ya se sabe que la mejor forma de obstruir y oponerse sin discutir política es hablar de corrupción, con lo que se les hace un gran favor a los corruptos.

Toda la discusión alrededor del famoso mensaje del celular de Ottavis fue puro humo, algo que se ha convertido en moneda de cambio desde que la principal fuerza de oposición al oficialismo son los grandes medios de comunicación, que funcionan como corporación opositora.

Y hablando de moneda de cambio, también fue puro humo toda la discusión alrededor del dólar. Todo lo que se dice del dólar resulta controvertido. Los mismos que hablan de pesificación también hablan de devaluación, todo al mismo tiempo y sin explicar los motivos en una economía que tiene los índices macro bastante estabilizados. Pero cualquier cosa que se hable del dólar sensibiliza la piel de un sector de la clase media.

Todo está relacionado con todo, y entre los puntos que convocaban al cacerolazo también estaban las nuevas medidas de control de cambios. Si el cacerolazo representó ese malestar, podría pensarse que es bastante reducido. Pero lo real es que la problemática del dólar sensibilizó a una gran parte de la clase media. Sin embargo, la discusión fue también puro humo, como todas las veces que se indujo temor en ese sector en los últimos nueve años. En ese lapso hubo más de una pequeña corrida hacia el dólar, inducida por los medios y por los especuladores. Y sin embargo, cada vez que la hubo, cuando parecía que era inminente la devaluación o el corralito que se habían anunciado, el humo se desvanecía, no se producía ningún movimiento, no se anunciaba ninguna medida y los que habían corrido a comprar dólares se los tenían que guardar en algún lugar.

Una y otra vez se repitió la misma historia y por eso sorprende que todavía tenga efecto. Como dice el dicho: el ser humano (o la clase media argentina) es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Estas versiones surgen con mensajes de Internet que nunca se sabe bien de dónde vienen y que piden ser reenviados y que te avisan con urgencia que compres dólares o los retires de los bancos porque tienen información de primerísima mano porque conocen a la esposa de un hermano del ministro. A veces es el mismo empleado del banco el que transmite esas falsas advertencias. Cuando ese movimiento lo realizan los grandes capitales, ya no se trata de miedo sino de especulación y muchas veces son ellos los que inducen el miedo para hacer negocio con la especulación.

En definitiva, entre una cosa y la otra pareciera que el deporte favorito de los argentinos fuera hacer humo, hablar del humo, hacerse mala sangre por el humo y cuando el humo se disipa, preguntarse íntimamente qué clase de estúpidos somos por haberle dedicado tanta energía al cuete. Es la sensación que ha dejado cada una de esas pequeñas corridas al final, cuando ya pasó la angustia, cuando viene la vergüenza por el desborde de rabia o por la histeria descontrolada. Todo pasó y solamente queda la sensación de haber sido tomado otra vez por tonto.

Lo único que le da visos de consistencia al humo y al vendedor de humo es la construcción virtual que hacen los medios, frente a la cual muchas veces los ciudadanos quedan inermes, sobre todo cuando se apela a una supuesta inseguridad personal y familiar o al temor a perder los ahorros. Son humos de pesadillas que producen resentimiento, individuos que sospechan de todo, ciudadanos en estado de violencia explosiva, gente nerviosa.

El público de los cacerolazos fue muy parecido, si no el mismo, al que participó la semana pasada en el abrazo a los tribunales organizado por el macrismo. Y ayer, en uno de esos cacerolazos en Barrio Norte, fue agredido otra vez el cámara del programa 6, 7, 8. Son todas personas de buen pasar económico, pero cargadas con toda esa furia que en realidad no tiene ninguna explicación sólida: están en buena posición económica, viven en barrios privilegiados, pueden expresar libremente lo que piensan, no han sido agredidos ni reprimidos, ni ellos ni sus familias. Toda esa furia –una furia que nunca expresaron las Madres de Plaza de Mayo, que en todo caso sí tienen motivos más reales– está sustentada en puro humo, es carga ideológica, es una representación cultural primitiva.

La derecha, los medios y los periodistas de la oposición producen puro humo en la radio, en la televisión y en los diarios. Es hora de que en vez de humo se atrevan a exponer lo que piensan: que están contra de la renacionalización de YPF, la Asignación Universal, el matrimonio igualitario o la cárcel de los represores. Todas esas medidas representan un planeta que está propuesto desde el oficialismo. La derecha tiene que salir del humo y mostrar claramente el mundo que propone. El humo ya resulta molesto y en la política hay un hueco grande donde deberían estar las propuestas de la derecha.

Página/12 :: El país :: Puro humo

Blog no WordPress.com.

%d blogueiros gostam disto: