Por: José María Izquierdo
Es tarea ingrata tener que leer a nuestros coros y danzas cómo elogian la unidad ciudadana y política en Estados Unidos tras el atentado de Boston. Y lo es porque en España, tras el salvaje atentado del 11-M de 2004, pasaron cosas que es difícil, muy difícil olvidar para quienes las vivieron o las vivimos. Lo peor fue ver cómo José María Aznar, entonces presidente del Gobierno, corrió al teléfono para mentir a los directores de periódicos -para que su vez mintieran a los ciludadanos- asegurando que tenía pruebas incontestables de la autoría de ETA de aquella masacre que se llevó por delante 192 vidas. Intentaba librarse así, además, de asumir cualquier responsabilidad por haber apoyado la guerra de Irak en caso de que se tratara de terrorismo islámico. Una maniobra sucia, cobarde y deshonesta. Que tuvo en nuestros cornetas a sus principales soportes. Y todavía hoy hay quien echa mano de Boston para insistir en la conspiración del 11-M.
Por lo demás, seguimos con el aborto. ¿Es una campaña para presionar al Gobierno, con oídos receptivos, bien es verdad, llevada a cabo con el beneplácito –y el apoyo- de la Iglesia y las muchas organizaciones ultracatólicas existentes en España? Pues claro. ¿Alguien lo duda?
Abc dedica su primer editorial a la cuestión catalana: “Artur Mas no engaña a nadie”. Lo mismo de siempre, vamos. El segundo se titula “Lección ejemplar de EE.UU. tras Boston”. Dice cosas como éstas: “Estados Unidos está reaccionando con la ejemplaridad que demostró en el 11-S. Ninguna declaración política de corte sectario ni partidista. Ninguna presión sobre la Casa Blanca para exhibir urgentemente culpables. Ninguna discordia en las calles. Su fortaleza no se basa sólo en sus ejércitos o en su economía. También reside en sus profundos sentimientos de patriotismo y de unidad frente a la adversidad”. Abc debe querer decir que Barack Obama no está haciendo lo que hizo José María Aznar aquel 11 de marzo de 2004, como ya hemos contado. Tampoco está haciendo el Gobierno de Estados Unidos lo que hizo Aznar: negar a la oposición cualquier posibilidad de mostrarse unidos frente al terror. Por su cuenta, Aznar convocó una manifestación para demostrar que solo él, su partido y su gobierno luchaban contra el terrorismo. Tiene razón Abc: es verdad que el gobierno de Estados Unidos no está intentando hacer política de baja estofa a costa de los muertos por el terror.
Manuel Martín Ferrand quiere, de nuevo, vendernos a Esperanza Aguirre como la gran dama de la política española. Lean: “Esperanza Aguirre, uno de los pocos notables de la política española que asistirá a tan significativo funeral, ha dicho de Thatcher que ‘ningún político de los últimos 60 años ha sido más fiel a sus principios’ como ella lo fue. Es toda una oración fúnebre que aumenta su valor aquí y ahora, en donde los políticos -los unos y los otros- funcionan según el soplo de las encuestas al modo con que lo hacen las veletas por el impulso cambiante del viento”. Pero el exceso, ya lo he dicho muchas veces, lleva al ridículo: “Es curioso que, como Esperanza Aguirre, la baronesa Thatcher también fuera ministra de Educación”. Exactamente como Mariano Rajoy. Incluso como Alfredo Pérez Rubalcaba. ¿Y?
Pretende Gabriel Albiac, nuestro corneta filósofo, llevar a nuestros corazones –porque espero que tan débil razonamiento no apunte a nuestros cerebros- que en realidad el terrorismo de ayer de Boston parte de un par de impulsos iniciales: de Ernesto Che Guevara, como ya propuso “en abril de 1967”, y del “jardín de Alá”, donde se dieron de bruces “los sueños más locos de la revolución”. Es posible que los autores de la matanza sean guevaristas -¿existe aún tal cosa?- o terroristas islámicos. Pero habrá que recordarle a Albiac -siempre con Spinoza y sin tiempo para leer los periódicos- que en 1995, Timothy McVeigh voló el edificio Federal Alfred P. Murrah en Oklahoma City: 168 muertos, entre ellos 19 niños menores de seis años, y cerca de 700 heridos. Ya recuerdan ustedes que McVeigh no era precisamente, ni guevarista ni islamista…
La Razón hace su editorial sobre la nueva ley del aborto, todavía en preparación, y las relaciones con la Santa Sede, en un totum revolutum que responde, es cierto, a la confusión creada por el propio Gobierno y la Iglesia. Mientras Rajoy estaba con el Papa, el cardenal Rouco instaba en Madrid al Gobierno a que acabara ya con la ley del aborto. Ruiz Gallardón no tardó en atender al presidente de la Conferencia Episcopal y se apresuró a contar algunas de las variaciones que están estudiando sobre la ley anterior. No sé si Gallardón obedecía a Rouco, pero un poquito más de inteligencia no hubiera estado mal. Insistirá La Razón en lo que quiera, pero su defensa de esas nuevas normas no deja de ser un ejercicio de hipocresía vomitiva. Por decirlo suavemente. Porque si para ellos el aborto es un crimen, ¿qué justifica que se permitan 10.000 en lugar de 100.000? Esto es, ¿se trata de pasar de 100.000 asesinatos a 10.000 asesinatos? ¿Es eso?
Hablando de Boston, Inocencio Arias desliza, cual insidia ponzoñosa, esta frase: “Habrá un resurgimiento de la solidaridad nacional, escasa simpatía hacia brotes de dudosa democracia –que unos manifestantes, por comprensible que fuera su queja, cercaran al Congreso diciendo que no dejarían salir en tres días a los padres de la patria produciría una indignación colectiva…”. ¿Dejará alguna vez esta derecha de la que tanto disfrutamos de utilizar el terrorismo como denigrante arma política?
Alfonso Ussía trata uno de sus clásicos: Cristina Fernández, la presidenta argentina, “esa señora alicatada hasta el techo”, en una de las elegantes frases del señorito faltón. Recuerdo al Papa argentino: “Es posible, pero no probable, que Su Santidad regalara a la señora Fernández un catecismo con los Diez Mandamientos, y que de su puño y letra, le subrayara el Séptimo, que le prohíbe robar y apropiarse de los bienes ajenos, por muy Presidenta de la República Argentina que sea. Así pues, llame a los robados y reúnase con ellos. Argentina será la gran beneficiada, vistos los resultados de la gestión del choriceo peronista. Y se lo agradecerán los miles de trabajadores que antes dependían de una empresa seria y ahora están sometidos a la sinvergonzonería de unos políticos sin escrúpulos”.
El Mundo titula así su editorial: “El mal blindaje de la doctrina de los estigmas”. Tras superar el pasmo inicial -¿de qué irá tal cosa?- y si uno se decide a su lectura, se advierte rápidamente que se refiere al recurso presentado ayer por la infanta Cristina. La imputación, viene a decir, es ya en sí misma un acto de castigo. No le convence a El Mundo, que sigue apostando por la comparecencia de la infanta: “Habría que recordar a la defensa que una imputación no es una condena -ni siquiera una acusación- y que lo que ha hecho el juez Castro es llamarla a declarar para que aclare su papel en Nóos. Es lo mínimo que podía hacer antes de cerrar la instrucción. Y ello es así porque el juez no tenía la opción de citarla como testigo por un motivo fundamental: la Infanta disfruta de la prerrogativa de declarar por escrito si no hay imputación y, por ello, no se la puede repreguntar”. En consecuencia, acaba el editorial, “El juez ha aplicado correctamente, a nuestro juicio, el principio de igualdad ante la ley y podría perfectamente levantar esa imputación si el testimonio de la Infanta fuera convincente. Ahora, la Audiencia debe decidir y sólo cabe esperar que actúe conforme a Derecho, sin atender a ninguna circunstancia extrajudicial”.
No deja de sorprender que apenas asome Venezuela a la pluma de nuestros amigos. Un editorialillo de El Mundo: “Las protestas por las sospechas de fraude electoral en Venezuela, que se han saldado con varios muertos, han servido de excusa a Maduro para instigar un procedimiento penal contra Capriles. Su intención es encarcelarlo por golpista. Los tics que está mostrando el sucesor de Chávez son preocupantes. Si actúa así antes de jurar el cargo, cabe hacerse una idea de cómo se comportará cuando gobierne. Maduro también ha arremetido contra España de forma gárrula y amenazante. Esa actitud debería hacer reflexionar al Gobierno sobre la conveniencia de que el Príncipe Felipe acuda a su toma de posesión. Maduro será siempre un presidente en entredicho al haber impedido revisar un recuento de votos sobre el que hay denuncias de manipulación”.
Claro que siempre nos queda Libertad Digital. Carmelo Jordá: “Chávez nos podía gustar más o menos tirando a nada, pero compararlo con un pajarito era ofensivo. No digo yo que hubiese sido mejor para Maduro decir que el jefe se le había aparecido en forma de gorila, que habría sido demasiado obvio, pero ahí estaban el rinoceronte, el ocelote o el elefante en cacharrería. Con una simple visita al zoo lo habríamos apañado. Lo malo de cuando le das el poder a alguien como Maduro es que acaba cagándola, como los pajaritos y si le das todo el poder en un país en el que el Estado lo controla prácticamente todo, lo normal es que lo deje al borde de una guerra civil, que es como está Venezuela ahora mismo. Y lo está no porque Capriles reclame a los suyos, que son la mayoría, que salgan a la calle, sino porque un incompetente (des)controlado desde La Habana ha hecho un pucherazo que más que puchero ha sido olla podrida”.
Elegancia, ante todo, elegancia.
LAS FACHADAS
En La Razón continúan con la ley del aborto: “Acreditar el riesgo para la madre evitaría hasta 100.000 abortos al años”. Una cifra, por cierto, absolutamente enloquecida. En España se contabilizaron 113.000 abortos en 2011. ¿Se evitarían con esa medida el 90%? ¿Lo dice en serio La Razón? Sumarios: “La propuesta del Gobierno para probar de forma fehaciente el peligro físico y psicológico para la embarazada frenaría el ‘coladero legal”, y “El PSOE amenaza y redacta una propuesta formal para romper el acuerdo con la Santa Sede si el Gobierno cambia la ley”. Foto, también, para Isabel Pantoja. Y otra careta pequeña para el atentado de Boston. Abc dedica la foto de portada a ese espectáculo jurídico-lúdico, francamente bochornoso, de la Audiencia de Málaga: “Pantoja esquiva la cárcel”; “Condenada a dos años de cárcel por blanquear 1,14 millones de Julián Muñoz”. Titular informativo: “Oriol Pujol justifica el tráfico de influencias por patriotismo catalán”. Sumario: “El líder de Convergencia negó cualquier trato de favor en la trama de las ITV”. Que no sé, la verdad, si una cosa no es contradictoria con la otra: ¿lo negó o lo hizo por patriotismo? Y vuelta de tuerca a la ley del aborto, con un titular que espero que nunca llegue a cumplirse. Por aberrante: “El Gobierno fijará con qué malformaciones se permitirá abortar”. ¿Se dan cuenta del extravío del sentido común? ¿Decidirá Ruiz-Gallardón y no la madre? ¿Defienden tal desatino? El Mundo elige una vía distinta: “La Infanta alega que imputarla es ya ‘una condena provisional”. Otra careta: “Oriol Pujol dice que intervino en las ITV ‘por interés de país”. Y aún una tercera: “El FMI echa por tierra la previsión de crecimiento, paro y déficit del Gobierno”. La Gaceta, con un ataque de fe: “Es posible una política cristiana”. “Lehetséges a keresztény politika”, subraya con acierto a continuación. Texto: “Viktor Orban, presidente de Hungría, visita España. El mandatario magiar denuncia que los países europeos han apartado los valores cristianos de la vida pública”. ¿Les hablamos de Orban? Mejor lo dejamos…
EL AFAMADO MUSEO EL OJO IZQUIERDO
(Documentos y testimonios de la vida en las cavernas)"De cómo el atentado de Boston demuestra la farsa del 11-M"
Luis del Pino, Libertad Digital, 16 de Abril de 2013
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Sobre el autor
JOSÉ MARÍA IZQUIERDO (Madrid, 1946) fue redactor
jefe de Diario 16, subdirector de Informaciones y
corresponsal de EFE en La Habana. En 1983
se incorpora a EL PAÍS como jefe de Edición,
donde fue redactor jefe y subdirector. En 1989
se incorpora como director de los Servicios
Informativos a Canal+. En 1995 vuelve a
El País como director adjunto.
Desde setiembre de 2005 hasta
noviembre de 2009 fue director
de los Informativos Cuatro y de CNN+.
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