Ficha Corrida

09/10/2012

“Y junto con la prensa, el otro eje de la oposición lo está ejerciendo la justicia”

Filed under: Brasil,Grupos Mafiomidiáticos,Juan Árias,Oposição — Gilmar Crestani @ 6:07 am

Oposição há, como o próprio autor confirma: “Y junto con la prensa, el otro eje de la oposición lo está ejerciendo la justicia”. Portanto, se isso não for oposição, então o que será? O que falta é qualidade na oposição. Nem precisa ser inteligente, basta não ser burro para saber que “la prensa” que faz oposição ao governo é a mesma que esteje ao lado dos golpistas em 1964 e dos ditadores com o que veio a seguir.

O povo não é bobo, sabe que os jornais trocam informação por dinheiro. Ou o autor não lembra como foi que o prof. Cardoso conseguiu a reeleição? O conluio do PSDB com a imprensa, em São Paulo, resulta em milhares de assinaturas da Veja distribuída em sala de aula.  A Folha de São Paulo dá espaço para José Serra, Aécio Neves e FHC para publicarem abobrinhas. Mas não há uma espaço para nenhum políco de esquerda. A Rede Globo se aliou ao perito Molina para transformar uma bolinha de papel em objeto contundente. Foi uma das jogadas mais fraudulentas já perpetrata para beneficiar um candidato que é uma fraude em pessoa.

O livro-documento A Privataria Tucana foi o mais vendido neste ano, mas até agora não mereceu espaço na “prensa” golpista. Quando Juan Árias diz que no Brasil não há oposição é porque também ele considera Fernando Henrique Cardoso, José Serra, Aécio Neves, Demóstenes Torres, Álvaro Dias, Agripino Maia uma fraude. Depois de Demóstenes Torres, José Roberto Arruda e Kassab, a Veja vai dar nas páginas cor de cocô a quem? À Judith Brito, ao Merval Pereira?

E, para variar, o esporte predileto da imprensa que apóia nessa oposição que está aí, a culpa pela falta de oposição no Brasil é do Lula…

¿Por qué en Brasil no existe la oposición?

Por: Juan Arias | 06 de octubre de 2012

Dilma y cardosoDilma y Cardoso, adversarios políticos

Es un fenómeno que choca a los europeos. En Brasil, prácticamente, no existe una oposición al gobierno de la Presidenta Dilma Rousseff. Hasta el punto que el líder del que debería ser el mayor partido de la oposición, Fernando Henrique Cardoso, expresidente de la República y fundador del PSDB (Partido Socialista Democrático de Brasil) pidió a sus correligionarios que “dejaran trabajar en paz” a Dilma.

Es verdad que una cierta condescendencia de la oposición con la actual Presidenta, supone indirectamente una crítica a su antecesor, Lula da Silva, ya que consideran que ella se desvía de su tutor en la lucha contra la corrupción.

La mayoría de los grandes partidos ha preferido desde siempre en Brasil vivir cobijada bajo las alas del gobierno del que reciben ayuda y cargos que les permiten ayudar a sus respectivos colegios electorales. Nadie quiere estar en la oposición y menos contra un gobierno como el de Rousseff con casi un 80% de consenso.

Lo mismo había ocurrido con su antecesor el carismático y popular Lula da Silva, de quien escribí en este mismo diario un artículo que fue traducido también aquí en Brasil titulado “Y Lula se comió a la oposición”.

Se la había comido de verdad, ya que nadie se atrevía a criticar un gobierno que gozaba de la máxima popularidad, apoyado por la gran masa de pobres que veían en Lula a su Mesías y Redentor.

Esa dificultad de enfrentarse con un gobierno popular con, además, gran apoyo internacional, hizo que incluso en 2005, cuando estalló el escándalo de corrupción política de mensalão, que hubiese podido costarle el cargo a Lula, la oposición no se atrevió a enfrentarse a él, ante el temor de la amenaza que había lanzado de sacar en su apoyo a la calle a los movimientos sociales controlados por el partido del gobierno, el PT, fundado por Lula.

Ello ha llevado a una situación paradojal. Ante la ausencia de una oposición política seria y eficiente, algo fundamental e indispensable en las mejores democracias y en los gobiernos mejor valorizados, dos estamentos de la sociedad han tomado el relevo de la oposición: los medios de comunicación y la justicia.
Los medios son los que en los últimos años han funcionado como oposición colocando sobre el tapete todos los escándalos de corrupción incluso los que llevaron a Dilma a retirar de su gobierno a ocho ministros.
Y no se ha tratado de algunos medios más o menos críticos con el poder.

Todos los diarios, semanales y televisiones más importantes, han sacado a luz escándalos políticos de corrupción de políticos tanto del gobierno como de la oposición. Lo han hecho los diarios Folha de Sâo Paulo, Estado de São Paulo, O Globo, Veja, Istoé, Panorama y las televisiones Globo y Banderantes entre otras.

Y junto con la prensa, el otro eje de la oposición lo está ejerciendo la justicia, tanto los fiscales del Estado como los jueces del Supremo que están condenando estos días a los políticos acusados de haberse dejado sobornar para apoyar en 2003 al gobierno Lula así como a los acusados de haber sido los corruptores de dichos políticos sirviéndose de dinero público usado ilegalmente.

Hay quién se pregunta si es normal en una democracia que sean instituciones como los órganos de información y los tribunales de justicia, los que hayan tomado el relevo de la ausencia de oposición política.

La pregunta no es de fácil respuesta. Sin duda que en una democracia normal, la oposición la deben hacer los políticos, que es lo que asegura la alternancia en el poder ¿Y cuando éstos se ausentan? ¿Es justo que tome esa misión otras instituciones, desde la prensa a la justicia o a las redes sociales?

Lo que habría quizás que entender es que el caso de Brasil es una anomalía, porque de repente el gigante americano se ha despertado y ha empezado a crecer no sólo económicamente sino también cultural y socialmente.

La opinión pública que por un lado rechaza la corrupción política, por otro se siente tranquila con unos gobiernos que la hacen soñar con mejoras año tras año.

Cuando el clima general de la sociedad es de esperanza en un futuro inmediato que se les presenta mejor que el pasado, no es fácil a los políticos desempeñar su papel indispensable de oposición.

No es una justificación, ya que estoy convencido de que sin oposición la mejor democracia acaba corrompiéndose inexorablemente. Es tan solo una constatación de una coyuntura histórica, que es real.

Lula y cardoso
Lula y Cardoso, adversarios políticos de una vida

Vientos de Brasil por Juan Arias >> Blogs Internacional EL PAÍS

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